viernes, 22 de abril de 2011

El Favorito del Diablo...

 

Autor: Alexis Remington.



El Favorito del Diablo...



El Muchacho del Caseron Solitario.



Hacía días que una intranquilidad se había estacionado en su alma y sus pensamientos estaban desde hacía un tiempo en eso, en eso que desde hacía mucho tiempo había venido planeando ―era como una nube negra que traía consigo torrenciales lluvias, pero en vez de agua solo traían amenazas de tragedias. Su tranquilidad hasta hora ganada se veía nuevamente en la cuerda floja, lo que se avecinaba era eso, una tormenta de tragedias tras tragedia y no había dique que sostuviera lo que se avecinaba. ¿Día tras día se le veía rondar por los pasillos del Caserón ensimismado, cabizbajo poco usual en alguien de su envergadura…

También desde un tiempo para acá se iba con su caballo a cabalgar por los llanos, por los viñedos, pero a diferencia de otros días ya no conversaba con los peones, no, se iba solo por los caminos más solitarios, por donde se sabía que no se encontraría con nadie. Había ocasiones en que se quedaba en su habitación, para después escudarse en las sombras y deslizarse por los corredores de ese su palacete, salirse como quien se sabe culpable de una desgracia y que se estuviera escondiendo ―pero nunca se escondía―, por el contrario salía todo bien vestido, dejaba la ropa de trabajo para ponerse la de calle; se ponía esos trajes sastre de marca que también le sentaban. A fuera el coche negro ya lo esperaba, con el chofer en la portezuela, ese chofer que lo llevaba a donde no sé sabía nunca y ese chofer era una tumba por que nunca soltaba nada, era muy ladino y causaba escalofríos, parecía un no sé sabe qué. Se decía que después de él, Antonio Montana era el más peligroso y siempre estaba muy cercas de sus espaldas, cuando se pensaba que estaba desprotegido se escurría como una sombra y se aparecía de la nada, como cosa del diablo...

Decían que Alejandro lo tenía en una alta estima y que había algo entre ellos, pero eso si quien sabe, yo solo cuento lo que la gente platica, se decía que habían venido desde muy lejos, desde un país de Europa, se decía que desde la campiña española, donde tenían un castillo, que era como una fortaleza y que no había ser humano ni inmortal que pudiera acercárseles. Desde no sé sabe cuando que estaban con él y después de Antonio estaba Dolores que era a quién más estimaba ―Lolita―; como le decía de cariño, era una mujer mayor con un rostro recio y autóctono, con una actitud impasible, pero que la realidad era que tanto Dolores como Antonio eran los seres más inclasificables, eran de esas personas que no sé sabía que diablos eran, pero que se paseaban por todos los pasillo de ese su palacete, que a medias tintas era un disfraz de una magnifica fortaleza, como unos verdaderos buitres, lo que no había duda era que esos dos seres eran los más fieles y eran capaces de poner las manos al fuego por él. También se decía que el Padre y la Madre los habían puesto para protegerlo, pero no me crean, lo más seguro era que la Madre fuera la que los tenía allí...


La Ciudad de Montenegro estaba a unas horas de la Ciudad Capital, a una hora de la Capital del Estado y a unos minutos de la Ciudad más cercana; Montenegro contaba con unos ciento cincuenta mil habitantes a según el ultimo censo, cabía mencionar que dicho conteo se debía a que la mayoría de estos estaban repartidos entre el Colegio Principal que era la institución de enseñanza del estado, el Batallón de la Décima Zona Militar, el Escuadrón Especial de Inteligencia, Batallones de Fuerzas Integradas de Seguridad y demás entidades. El resto de los habitantes estaban repartidos entre sus villas…

La Villa Orlando era el centro financiero y motor de la economía de toda la Ciudad, era un lugar dedicado a las finanzas, al comercio, al festejo, a la diversión; era el Centro de Montenegro y la cual imperaba por la grandiosidad desmedida de sus estructuras limpiamente minimalistas, todas ellas construidas en acero y hormigón, remachadas en mármol blanco, sus pocos edificios que aunque no pasaban de los veinte pisos, se podía admirar en ellos una soberbia arquitectura contemporánea, sobresaliendo el majestuoso Gran Hotel Presidente, a un lado de este, la Glorieta a Benito Juárez, frente a este estaba el Colegio Real Principal apostado en una colina que lo hacía lucir como una majestuosa construcción, desde la cual se podía admirar la Ciudad de Montenegro,  más allá el Teatro del Pueblo y el Centro Comercial, y así sucesivamente…


Vemos lo que la cámara ve:

Es un cielo azul, con unas nubes blancas que caían como una suave lluvia de algodón, el pasto seco daba cuenta de que aún se encontraba uno en invierno, ya que se sentía un leve viento frío que se clavaba hasta los huesos, aunque el sol ya estuviera más alto que de costumbre, aún así seguía haciendo frío. Era el típico frío de la temporada de esa parte tan recóndita, donde se intercalaban las dos estaciones del año donde no se sabía si se hacía frío o calor…

Vemos un hombre todavía joven.

Es un muchacho, montado en un caballo bermejo.

De unos veinte años, no más. Vestía a la usanza del lugar, tejanos bien entallados que le entallaban al cuerpo como una vaina, botas vaqueras, chamarra de piel negra, sombreo Stetson; trigueño, amplia sonrisa, los ojos castaños claros, mirada intensa ―tenía una risa burlona, pero discreta, era como si en realidad no quisiera, no se sabe exactamente como, pero así era…

Parece emergerse en sus recuerdos.

¿Lo recuerda como si fuera ayer?

Vemos lo que él ve:

Es también un muchacho:

¿Éste es?

¿Cómo es qué es?

A simple vista difícil de describir, con ese su aspecto ambiguo, pareciese una muchacha de esas muy rudas ―burlón; era como no queriendo―, siempre se mofaba de ese su aspecto andrógino, tan de él, había ocasiones en que se le pillaba viéndole a hurtadillas por el rabillo del ojo, con secreto encanto que le venía desde el alma. No era un secreto que Oliver vivía enamorado de Alejandro, que se desvivía por complacerlo, tampoco a él le disgustaban esas complacencias tan poco masculinas, por el contrario le fascinaban y sintiese a gusto con ellas, tanto le gustaban que tampoco lo ocultaba, es más había veces en que también se le pillaba tocándole con descaro con la punta de los dedos el cabello o en el lóbulo de la oreja, nada mas evidente, como también ese mohín que pareciese discreto pero que se volvía evidente cuando lo procedía esa su mirada picara, cargada de promesas de pecado, tan de él. Se regodeaba con ese su evidente poder de seducción, tan celebre tan ya mítico y en verdad que era hermoso con una belleza inquietante, no era arrogante, por el contrario, sabía de su belleza, de su inteligencia desmedida, de su poder descomunal, dábale una seguridad inquietante, no de este mundo. La belleza es poder, la inteligencia es un complemento que lo vuelve uno solo, lo demás te viene por añadidura.

Se miran.

Son los dos, con esas sus miradas de complicidad, de amor, con ella se dicen todo...

¿Un te quiero muy secreto, un te amo desde el alma, un eres mío para siempre, un pacto de ellos dos? Así es como comienza su historia, de ellos, su amor, él, su otro amor. Desde el fondo de sus corazones, y ya nunca más pudieron, como diciendo jamás olvidarse, día y noche se buscaron con sus ojos, con sus miradas, y lo guardaron en el rincón de sus corazones, y sus almas se volvieron como una sola. En un amor bravío, intenso y consumidor, que lo exalta todo, que lo perturba todo, que lo llevaba a uno a la misma desesperación, a no querer hacer nada que no fuera pensar solo en el ser amado, en llegar a enfermar si no se ven una sola vez, ir en su búsqueda y como cosa de la casualidad encontrarse por allí, mirarse a lo lejos y el tiempo como que se detenía: En la escena solo ellos dos, es en una imagen en colores de ensueño, después se sonreían a lo lejos, ponerse luego muy contentos cuando sus miradas se cruzaban entre si, decirse solo con ella que son el uno para el otro, que hay que seguir con sus vidas con sus cosas y luego la tempestad pasa, que lo lleva a uno después a la exaltación que lo hace a uno reír, que lo hace a uno volverle el alma al cuerpo…

Es otra vez un llano:

Es como un sueño.

Vemos lo que la cámara ve:

Es en el llano que es hermoso y basto como ninguno, con el fondo de la Sierra Madre Occidental poniendo de limite a esa enorme e inmensa llanura, como si fuera una enorme desolación, como en un no sé sabe qué..

Vemos lo que él ve:

Al Oeste vemos el llano, el ganado, lo vemos a él...

Oliver que así se llamaba tenía veinte años y a saber cinco de estar en la Hacienda de los Torre Alba a según era el capataz de la misma, y también era su brazo derecho, y el que le festejaba todas sus triquiñuelas, con esa su pura camaradería, tan de ellos dos. El salir a cabalgar al llano, a retozar en los sembradíos y también el irse de juerga los fines de semana ― incluso se decía que hasta se montaban chicas juntos, pero eso si quien sabe―, lo que si es que no se podía negar, era que había algo entre ellos, más sin embargo había algo de cierto, era que eso solo era eun rumor, el que se expandía como si fuera el pólvora. Todo mundo lo sabía y lo comentaba desde no sé sabia qué tiempo, que esas sus escapadas a los sembradíos eran solo un pretexto para estar a solas, sin ojos que los vieran, sin embargo nadie decía nada, pero que Oliver se había vuelto su sombra y uno solo con él, de eso quizás desde que llego a la villa de los Torre Alba, un día en que el hermano pequeño lo trajo ante su Patrón y enseguida este se convirtió en el Favorito del Patron y por ande en el nuevo Señor del Caserón…

¿Y después del Señor, Oliver era quien más autoridad tenía?

Es un cielo color paja.

O es quizá un engaño.

No sé sabe con seguridad, pero así es. ¿Ahí es que comienza todo, desde no sé sabe cuando, quizás desde más allá, talvez desde antes de que existieran?

Es en Montenegro.

Es en la villa de los Torre Alba.

Es en el Castillo.

Vemos lo que la cámara ve.

Es una toma de un cielo abierto.

Es como un sueño.

Parecía tener menos años de los que decía tener.

Mira sin mirar a un lugar sin tiempo ni espacio...

Mira lo que ve por ultima vez y también mira su Rolex y mira otra vez al chico que estaba a lo lejos. Se ve que se despide en silencio, lo vemos que se sonríe como solo él puede, sabe que no será la ultima vez, sabe que vendrán muchas más. Ya lo había decidido muy pronto, más pronto de lo que se pensaba…

Se encamino hacia el otro lado de la terraza, es a donde estaba su coche, era ese un coche grande, elegante, ostentoso, el que lo llevaría hasta su casa, a el Caserón. El chofer ya estaba con la portezuela abierta ―ese chofer tan callado, con esa su cara de no sé sabe qué, pero que era imposible de no ver, si, ese chofer era alto y esbelto, si que era guapo, si que era digno de voltear a ver y pensar en esas cosas, era como todo lo que lo rodeaba, bello por doquier, sin exagerar lo era…

Dice:

―¿Ya termino el Señor de su visita?

Sin mirarlo entra al coche...

Luego dice:

―¿Así es Antonio, vámonos, aquí ya fue todo? ―dice; sin emoción, talvez cansado, ya que era muy tarde.

―¿Todo salio como el Señor lo esperaba? ― él no lo ve aun, se recuesta todavía más.

Mira sin mirar.

Dice:

―Así es, todo va bien, los hilos se van tejiendo, pronto se podrá enredar mucho mejor, No sé sabe hasta que punto lo que se nos espera. Pero es a sí como se planean las cosas. El efecto puede ser contra producente. ¡Nos espera un aberrante final!

―El Señor se ve muy complacido… aun que algo pesimista…

―¡Si, no sabes cuanto Antonio, el solo pensar en ello me produce escalofríos! ¿Terminemos ya de irnos ya es muy tarde?

El coche va por la Avenida principal la que también va a la Carretera Internacional, la que también va a la Capital, la que a su vez también va a la Estación San José y que también va a la Ciudad de Montenegro en donde esta el Caserón. Entran a una gran Avenida rumbo al Sur pasan por la glorieta a Benito Juárez; una magnifica y esplendida Ciudad casi amurallada esta al frente del coche, se tenía que pedir permiso para accesar al otro lado, era una ley extremadamente rígida.

Van por la Avenida Paseo de las Américas, la Avenida principal, pasan el centro, hacen una derecha al Oeste, es también esta una Avenida ancha y suntuosa franqueada por árboles gigantes, más allá de los árboles estaban las residencias que hacían la vista llena de opulencia desmedida. Después de unos cinco minutos de recorrido llegan a otra Avenida pero esta más pequeña y silenciosa pero igual de magnifica, es allí donde hacen una izquierda rumbo al Sur, se detienen un poco y continuan más rápido, hasta que por fin se detiene en una gran reja que se abre a control remoto, siguen por un camino empedrado flanqueado por árboles gigantes, así van recorriendo una considerable distancia con la vista de una arbolada que más bien parecía un muy bien cuidado jardín, cruzaron las piletas de agua, seguido estas estaba la explanada y por fin enfrente el magnifico Caserón. Se detienen justo en las escalinatas y es el chofer se apresta rápido abrirle la puerta, pero como es él que lo ignora y se sale por si mismo y es casi que corriendo que se va hasta adentro, es la puerta que se abre por si sola, es como en las películas, cruza el vestíbulo magnifico, se sube por las escaleras evitando el elevador, cruza una sala de estar y llega hasta la habitación…

Es allí que podía sentir su presencia, sabía que tenía rato esperándolo allí tumbado:

Sonríe...

Esta en penumbra más sin embargo sabe que esta allí, su olor esta en el ambiente, el olor de su sexo impregnado en cada rincón de la habitación, brillantes los hermosos ojos de diversión secreta maligna, musita un nombre ―Oliver―: Si, allí estaba tumbado en el sillón sin camisa, la correa destrabada, la bragueta a medio a botonar, los vellos del sexo se miran impúdicos, una de las manos en el bulto enhiesto, la otra en uno de los pezones, la cadera se mueve la compás de su respiración, si, podía verlo con sus ojos brillantes. ¿Como era que podía darse cuenta de cosas que solo alguien con algo no humano pudiese darse cuenta, porque por más espías que tuviera alrededor, era imposible saberlo todo, por más cámaras que pudiera tener por allí escondidas, era impensable?

El muchacho le sonríe cautivador con ese su aire que causaba escalofríos -decía que solo era intuición, nada más- es allí que parecía quedar todo pero Oliver también tenía un sexto sentido y no le quedaba del todo claro, como era que el sabía todo los puntos recovecos con tanta precisión y, por sobre todo las cosas los tiempos y los lugares en que pasaban, era imposible, eso a él le intrigaba de sobremanera pero era ignorante y por más que lo pensara no daba con la punta y él de manera descarada se mofaba de ello con ese su aire tan de él que no le quedaba más remedio que aceptarlo.

Podía oler cada parte de su cuerpo sentir cada latido milímetro a milímetro sus ojos, los labios, las tetillas, el ombligo, su sexo, las piernas, las nalgas, su espalda que era ancha, otra vez el cuello, la yugular, allí donde más se acentuaban los sentidos, donde la sangre brotaba a borbotones, allí donde más latente se hacía, sus ojos que es en la noche que lo miran todo mejor, que sus sentidos se agudizan con singularidad.

Podía denotar su mismo estremecimiento, podía ver sus más encontrados sentimientos con la misma facilidad que verse la palma de la mano, no había nada que le ocultara, de allí que se sintiera esclavo de sus caricias, lo conocía de punta a punta, sabía exactamente donde palpar, donde encontrar las zonas que le producían un placer indescriptible y dejarse llevar por ese experimentado amante…

Una mirada pecaminosa a su intimidad lo hacían estremecerse, un rose sutil al cuello o un recorrido audaz desde la espalda alta, pasando por el pecho, poniendo especial cuidado en las tetillas donde hacía unos círculos para luego seguir por su ombligo, hacer un movimiento de inserción, un gesto burlón al ver la prueba de que va bien que puede continuar, le brillan los hermosos ojos hay en ellos una chispa maligna que lo hace devanear pero guarda la calma se deja querer, sus labios lo abruman con ternura que lo hacen temblar....

El deseaba abalanzarse tomarlo con violencia arrancarle la ropa y metérsele dentro, poseerlo como solo el sabía hacerlo, tomarlo con las manos y ponerlo en esa cueva caliente para después estallar en ella en un torrente clavarle las uñas en la espalda y las nalgas, destrozarle las entrañas, metérse hasta el fondo, hacerlo que diera gritos de placer, sacarsela de un solo golpe y luego sin miramientos volver a metérse dentro, embelesarse con su éxtasis y que se pegara ansioso a su cuerpo, que fuera el quien pidiera más, que se quedase allí muy quieto, palpitándole dentro, sintiéndolo todo y es quien luego se lo hace, es quien se desliza por su falo una y otra vez, sus piernas enroscadas en sus caderas los brazos en el cuello, es quien se monta, es quien se mueve quien se desliza hacia arriba y hacia bajo, él con gran esfuerzo se resiste pero no podrá por mucho tiempo pues el es un experto y esta a punto de estallar, no podrá controlarse por largo rato, sus temblores lo recorren como electricidad y su interior le provocan una sensación de éxtasis total…

Pero es solo su fantasía, pues es el muchacho quien lo controla todo se lo hace a su modo y a su antojo de él. Más sin embargo todo el placer es suyo ya que es quien recibe toda la estimulación del ir y venir, el Pequeño era en esos momentos el maestro del sexo y lo hacia a su modo de él. De alguna manera de un modo inexplicable era su esclavo siempre sometido a sus caprichos y se sentía tan encantado que no importaba que en esos momentos fuera usado, si de todas maneras también gozaba, que importaba si aquel lo vejaba de una manera abiertamente descarada nunca se enteraba y a si era mejor. El muchacho solo sonreía y allí quedaba todo...

Silencio en el ambiente le da la espalda, dice:

_¿En donde estabas?… ¡Te busque por todas partes en el llano, en el lago, en el parral, pregunte por ti por todo el Caserón y nada, llegas así como si nada y como siempre, de improviso!

El no dice nada cierra los hermosos ojos castaños, se repliega sobre si mismo. El con su dedo índice recorre su hombro, luego la curva de la cintura hasta la cadera allí hace un dibujo o alude una pregunta sin decirla, una cuestión que ya sabía.

Todavía no lo mira sigue con los ojos cerrados, musita:

"Por allí haciendo un asunto"

_¿El asunto tiene nombre de hombre?

Con su dedo en la cadera hace un dibujo alude un nombre el de -Alejandro- iba a continuar cuando el muchacho se gira y lo mira muy fijamente dice:

_El asunto es con uno de los Montero. Si ya lo sabes para que hondar en la herida no tiene ningún sentido...

Hay un gesto de abatimiento en su rostro un rostro tierno y con algo de ingenuidad, que se cuajaba de una tristeza que le emanaba de la zozobra de no tener idea de lo que se espera...

 Dice inquisidor:

_En especial con Alejandro Montero… ¿No es a si?... Eran ciertas las habladurías que se suscitaban desde un tiempo para acá sobre todo desde tus escapadas inesperadas…

El muchacho lo abraza con su brillante mirada, dice:

_ ¡No es lo que tú piensas!… ¡No es como aparenta!

Lo manda callar con un resoplido de ira, dice:

_Que no es cómo… ¡Cómo yo pienso desde que momento o en que tiempo te has puesto a pensar en mí en lo que yo sienta en lo que yo significo para ti o más aún en lo que yo te pueda servir!

La voz ahogada casi al punto del llanto. Inusual en él. Era algo con lo que no se esperaba. La impostura se torna afable...

Dice casi amoroso, casi coherente:

_No hay escusa alguna lo sé Oliver, sé que es impensable siquiera que me creas pero pase lo que pase todo se queda como esta y tú te quedas aquí donde estas…

Hace una señal con su mano y la lleva hasta su corazón con su mano en la de suya. Afirmando que esta muy dentro de ese lugar -el silencio se apodera del ambiente, continua:

_Aún no te puedo decir lo que esta pasando. Es más pese a todo lo que somos y lo que estamos viviendo y si hay un destino, que testigo es y que si es todo lo que somos que comprensivo al final de ser deberás. Por tu bien y por el mío propio… ¡Pero no puedo decirte nada!

Silencio mucho y atroz.

El la espalda le da.

Él se mira pensativo calibrando la veracidad de sus palabras, luego se pega mucho a su cuerpo se busca un lugar muy junto a él; se conocían tan bien que no necesitaban de mucho para volverse uno solo, le retira el cabello del cuello y lo besa, se sigue por la espalda, asintiendo que por lo pronto será como dice. Luego se pone boca bajo es con sus labios que besa su espalda se sigue hasta las nalgas, luego se le monta encima, irgue la espalda alta y tensa las caderas, abre los muslos y le aprisiona los suyos, le pega el pecho en su espalda, le besa el cuello y los hombros, se restriega todo en él, enseguida le retira el cabello del rostro y se mira en sus ojos de un castaño dorado, esta burlón, parece mirarlo pero no, esta en un rictus de amor, siente el temblor de sus entrañas y luego siente que cae en un precipicio sin fondo, la vista se le nubla, parece perder el conocimiento y caer en su espalda como un fardo...

Abre los ojos ahora está en su pecho y hace un recuento de lo sucedido.

Como en un pensamiento pregunta sin decir nada.

Dice:

"Ha tenido un sueño horrible que parecía ser muy real"

El no lo mira, dice:

"Era eso, un sueño nada más. Es que esta tan cansado, que se durmió unos minutos tan profundamente que se le hicieron eternos, de allí su sueño"

Abre los ojos como platos, las pupilas dilatadas las abre más y lo que ve le inquieta sobre manera. Esta completamente oscuro más sin embargo podía ver el relieve con total nitidez como si fuera de día, viro la vista hacia afuera y pudo palpar los sentidos de uno de los peones que venía subiendo por las escalinatas aún más pudo sentir su miedo y unas gotitas en su frente más de cerca un caballo inquieto y el ronronear de una paloma luego un cuchicheo en la cocina a una Dolores que decía -la luna esta en su equinoccio decadente las creaturas de la noche celebran el festín, escucha el resoplido de su corazón, se introduce en sus pensamientos y su alma, mira a través de sus ojos-, el fuego que se levanta como en una danza, el agua en el grifo y unos ojos color miel que están expectantes, son los ojos de Oscar que parecian preguntar sin hacerlo y sus labios sin moverse siquiera "El Favorito del Diablo a llegado, la entrega a sido consumada, ahora eres uno de los nuestros, si hermano mío bienvenido al Caserón"…

Quiso no ver ni escuchar lo que le parecía un sueño muy vivido que le daba mucho miedo pero no pudo, Oscar le hacia señas parecía guiarlo en su intento por que encontrara el camino pero no, seguía extraviado no se miraba ni siquiera podía sentirse aún siquiera sentir el calor del muchacho...

Que extraño no podía escuchar los latidos de su corazón, solo podía ver sus ojos dorados muy abiertos y su gélida sonrisa, fuera de esto era como si estuviera muerto. Seguía viéndose perdido en las tinieblas y el muchacho no podía ayudarlo tendrá que hacerlo por si mismo vuelve al principio a los ojos de la mujer en donde también estaba Oscar y a hora estaba el peón, el cual tenía un objeto brillante y parecía escurrirse hasta su misma alma. El peón levanta el objeto brillante justo a la altura de una cabeza y es allí donde se encuentra con su propio rostro, era él mismo pero a hora tenía los ojos dorados como los del muchacho, como los de Oscar y como los de muchos en el Caserón y pudo sentir sus sentidos más agudos, también ahora ya podía sentir palpitar su corazón bajo su oído, su calor y su olor hasta las membranas mismas, la mano en la nuca y esa voz que lo abrazaba como en un susurro...

Dice:

_ ¡Ya paso, sabía que el camino encontrarías no podías estar mucho tiempo perdido, así tenía que ser!

_Fue horrible me mire como muerto y tú no podías ayudarme. Me mirabas con tus ojos dorados y tu sonrisa fría también como en un rictus de muerte, podía verlo y sentirlo todo en especial a la gente su corazón y sus pensamientos, pude ver a tú Tía frente a un espejo y parecía muy enojada, con total claridad, a si fue…

_Y que más -dice intrigado.

_Lo que más miedo me daba es que a ti no podía verte aún más no podía sentirte, trataba pero no te encontraba parecía como si bloquearas tú ser y tu pensamiento... como si me hubieras tirado a mi suerte, al vacío, como si ya no me quisieras… me sentía perdido quería llorar, gritar tu nombre… pero tú no estabas estabas como muerto, ausente… ¡Nunca me dejes!

_Créelo eso jamás pasara ahora menos que nunca ya eres parte de mí… tendrás que aprender muchas cosas y una de ellas es que no todos deben de saber lo que piensas… ¡A través de ti pueden saber de mí eso nunca debes de olvidarlo, protégeme como lo harías contigo mismo!

_Desde ahora podrás ver cosas que nunca imaginaste que siempre te preguntaste y que yo nunca pude explicar que se sienten en el ambiente de cada rincón de esta casa…

Luego como en una película se enciende por si sola una lámpara de mesa, también el estereo de alta fidelidad.

Oliver dice:

_Es el peón de Doña Ana Lucrecia lo sé, puedo verlo a través de la puerta, lo vi en mi sueño cuando cruzaba el portón… ¡Sé que viene a decirte algo importante!

No lo mira no dice tampoco nada, le sonríe trata de aplacar sus miedos. Sus pupilas se dilatan y se tornan en un dorado brillante, se siente inquieto y nervioso.

 Dice:

_ ¿Quédate en la cama y no te muevas?

Se siente tan nervioso y contrariado que involuntariamente con solo apostar la mirada en algún lugar especifico, ya en una puerta que se abre por si sola o una luz que se enciende de la misma manera y el estereo comenzo a tocar una vieja canción, que decía:


No se decirte nada más, pero tú debes comprender…
Que yo aún estoy en el camino, en el camino…
Pero tú siempre acuérdate de lo que un día yo escribí…

Pensando en ti, pensando en ti, como a hora pienso…


Se escucharon dos versos que mucho le hablaban de sus vivencias, aleteo con un movimiento de cabeza esa extraña conjetura, no le gustaba vivir cuestionándose, simplemente lo vivía y lo hacía con la intensidad que la pasión que su ser le daba, era un ser más bien pasional más que sentimental, siempre con una segunda opción no siempre era la más honesta pero siempre podía contar con ella…

Tomo una bata de una de las sillas.

La puerta se abre como en las películas; por si sola.

Aparece luego el peón de su Tía; dice en un dialogo de miradas:

"El extraño a llegado dice Doña Ana Lucrecia que a partir de aquí no habrá encuentros, todo queda a su criterio".

Brillantes los hermosos ojos dorados, le brillan de diversión secreta maligna, gélida la sonrisa, no dice nada, pero hay un gesto de intensa satisfacción…

Toma la carta que le da -tenía la rigurosa escritura de él, su olor y su tempestuoso carácter-, en realidad no necesitaba abrirla para saber el contenido, el solo dar una rápida mirada ya lo sabía todo… Así era...


Mi muy estimada Ana Lucrecia de Torre Alba:

La presente me sirve para saludarla deseándole se encuentre bien: Paso a lo siguiente sin más preámbulos, me he visto en la necesidad de a acudir a usted por la gran amistas que nos une desde hace muchos años le solicito un gran favor, conociéndole de antemano no se negara a mi pronta solicitud…

Hago manifiesto los mutuos favores que en el pasado nos hicimos que a hora por derecho de amistad nos debemos. Pues así es mi querida y muy apreciada Ana Lucrecia, sin más se despide de usted su más fiel servidor…

Atentamente:
Adolfo Márquez


Había algo que no le parecía del todo claro, parecía una mentira dentro de otra mentira, muy característico en ella. Sentía especial fascinación por la conspiración y todo lo hacía con una doble intención, si de algo le servia conocer a su Tía era que de ella se podía esperar de todo y lo peor. Pero ella también lo conocía y sabía que no era precisamente un dichado de virtudes, sabía también que siempre contaba por a si decirlo de alguna manera con segundas opciones…

Aún con todo su poder y su inteligencia no podía menos que estremecerse algo le inquietaba, no todo estaba bien claro -pensó que habría que irse con tiento dejar que las cosas fluyeran naturalmente y estar expectante a lo más inesperado.

Volvió al lecho pero no podía dejar de estar preocupado. Oliver lo noto y así se lo hizo recalcar, así atrailladamente como era, le dice:

_Hay algo que te inquieta, verdad. Se siente tú tensión en el ambiente. La misma oscuridad parece delatarte, todo se siente inestable cuando te encuentras en ese estado…

Lo mira inquisidor deseando con toda vehemencia ser reconfortante:

_No tienes por que mentirme Alejandro. Ya antes me había dado cuenta de que tus estados de animo influían en el ambiente…

Iba a continuar con su psicoanálisis, pero:

_Se acercan tiempos difíciles para todos Oliver, en especial para mí -hace un resoplido y continua-, necesito de toda tu comprensión y de todo tu apoyo…

_Es con él, con el visitante, verdad…

_Si, con él y con Alejandro Montero…

_Con tú Tía…

_Con mí prima Ángela…

_Pero sobre todo con Ana Lucrecia. Ella es alguien en la que no se puede confiar. Es alguien de quien se puede esperar de todo y lo peor…

_Quieres que haga algo por ti…

Lo mira burlón, dice:

_No querido, no hay nada que puedas hacer, solo mantenerte al margen y ya te dije que solo ser comprensible en el momento más oportuno. Solo de esa forma me sentiré que te tengo conmigo…

_Por tú actitud deduzco que harás cosas que no te gustan, no es así…

_Hay cosas que tu juventud y tu inexperiencia no te permite ver con claridad…

Sarcástico, dice:

_Vaya si que te tienes en una alta estima, tienes veintitrés y yo por si no lo sabes tengo casi veinte, no es mucha la diferencia, cual es tu ventaja…

_Escuchame Oliver no soy todo lo que soy ni todo lo que aparento. Entre tú y yo hay una diferencia abismal. Te antecedo a muchos años y no lo discutiré…

_¡No es para que te pongas así… lo sé, no eres de este mundo!

_¿Cállate Oliver?

_¡Si Señor de Torre Alba!

_…

_Quieres que me vaya de tu lecho…

_Lo que quiero es que te quedes callado y que hagas de cuenta que no existo. Necesito espiar en mi interior y a si poder ver más allá de todo. Tu chillona voz no me deja buscar en las gentes lo que necesito… ¡Lo que necesito ver, lo que me ocultan, quiero la verdad!

Sonrisa de Oliver.

Dice:

_No es por mi causa, es por eso que taladra en tu mente… ¡Es ella quien te esta bloqueando!

_Es él el amante de ella, Alejandro Montero… lo has descubierto y eso te inquieta…

_No juegues con mi paciencia Oliver, no me gusta que subestimen mi inteligencia. Es claro que ella esta urdiendo algo. Su llegada no encaja en sus planes, pero la pregunta es en que interfiere, que fin tenemos Ángela y yo ¡Eso es lo que me intriga!

_…

_No sabes lo complicado de las intrigas, las conspiraciónes donde se juegan el poder y los intereses, de cualquier índole ya sean sentimentales o de poder; la gente con poder esta dispuesta a vender hasta su misma alma para no perder su estatus, son capases de tejer conspiraciones increíbles. Y es allí en donde se ponen de manifiesto la verdaderas intenciones de las gentes…

_¡Piensas que tú Tía es de estas personas!

_Como que te lo estoy diciendo que la conozco como a nadie, que Ana Lucrecia es de esas personas, capases de planear una conspiración y llevarla a cabo con total precisión. En su mundo no hay más estimación que el poder y si lo ven peligrar son tan capases de destruir al mismo diablo…

_La llegada del visitante tampoco te parece del todo clara, verdad…

_Si, y si mi intuición no me engaña él viene a ejecutar a alguien, nuestras cabezas están en peligro, hay una siniestra doble jugada…

Se gira, mira sin mirar a no se sabe donde:

_Pero te juro, que si me juega sucio, la cabeza de Ana Lucrecia penderá de la viga más alta. Ella me conoce y no me gustan las dobles jugadas…

_Me causa escalofríos el escucharte como hablas… ¡Me das miedo Pequeño!

Lo abraza con su mirada brillante, dice:

_¡Mientras tú estés conmigo nunca tendrás de que temer, pero hay de aquel que me traicione, por que no habrá cielo, ni mar, ni tierra que me puedan detener, mi venganza será despiadada!

Burlón, le fascinaba rodearse de ese halo de misterio y a si volverse aún mas intimidante.

Dice:

_¡En nuestro genero no esta siquiera el pensar en la traición, es algo impensable, ya que somos bien pocos y la sobrevivencia de estos, esta por encima de nuestros intereses, no importa el rango ni cuan antiguo se sea, en algún momento cuando menos se lo espere todo puede terminar para el!

_Piensas que ella te va a traicionar…

_Creo que la mueve otro motivo más oscuro, no precisamente personal, si no de otra índole. Sea hecho a la idea de que puede salir victoriosa y aún que su telaraña de intrigas parece imperceptible tiene serios y graves errores…

_Por que lo dices…

_¡Ah, querido -sonrie con malignidad- tengo un gusto por la intriga y por la conspiración!… ¡Ella ha predispuesto indiscriminadamente por así decirlo de alguna manera sus cartas abiertas, una carta de ella es Alejandro Montero!

_Mañana iré a ver a mi Angela… ¡Tú me harás un favor, quiero que vigiles a Adolfo Márquez, ya sabes a donde y como!

_¿Tú no sabes nada de él?

¿Él no dice nada se quedo callado, también estaba mintiendo o no quería inquietarlo, era difícil de saberse donde ponderosas razones se cernían para guardar silencio?


Tú no puedes volver atrás, por que la vida ya te empuja…
Como un aullido interminable, interminable…
Te sentirás acorralada, te sentirás perdida sola…

Tal vez querrás no haber nacido, no haber nacido…

Pero tú siempre acuérdate, de lo que un día yo escribí…
Pensando en ti, pensando en ti, como ahora pienso…
La vida es bella, ya veras, como a pesar de los pesares…

Tendrás amigos, tendrás amores, tendrás amigos…

Un hombre solo, una mujer, a si tomados de uno en uno…
Son como polvo, no son nada, no son nada…
Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí…

Pensando en ti, pensando en ti, como a hora pienso…


La Vida es Bella:
Canción de:__________.
Canta: Tania Libertad.

(La Sonrisa del Diablo)




Es como un sueño.

Era por la mañana.

Era un día como todos, hacia algo de calor, ya eran eso de las ocho y algo de la mañana; pues ya las oficinas, bancos y comercio ya debían estar abiertos a esa hora, parecía algo normal -iban por la Avenida Paseo de las Américas rumbo el Centro Cívico. Sin quererlo viro su vista hasta el Castillo de los Torre Alba ya que desde cualquier punto en el que se estuviera sobresalía la majestuosa construcción apostada en una loma y sus siete pisos lo hacían verse como un monstruo de piedra maciza, la parte de enfrente dando al sur, y la parte de los dormitorios dando al Este bañándolos el sol; se imagino que el dormitorio de ella seguía estando donde mismo, el mas suntuoso, el que mejor vista tenía, el del séptimo piso, el del balcón central, de donde se podía ver toda la vista, desde la diestra y siniestra de la panorámica de Montenegro…

Se la imagino tirada en ese gran lecho de madera noble, vestido con sedas y encajes blancos, abriendo de repente los ojos gatunos y mirándolo muy fijamente con ese su gesto burlón, hipnotizantes los hermosos ojos castaño dorado; como los de una serpiente apunto de engullir a su apetitosa presa -sintió estremecerse hasta la medula- cuanto lo desconcertaba esa forma de ser tan de ella: Enroscado en el sillón, muy junto al ventanal que daba desde el piso hasta el techo, la miraba de vez en vez tirada allí en la cama, en una bata de seda de dormir que se le entalla a el cuerpo como una vaina, se le dibujaron sus curvas perfectas, el busto firme, la cintura pequeña, y la cadera ancha y sinuosa: Otra vez sus ojos dorados lo sorprenden, sin decirse nada; es con el pensamiento, es con el, que se comunican, no hay palabras ni gestos, solo con sus ojos dorados… Ella intensa, pareciese que se ahogaría en su propia voz, queda, ronroneante, tan su estilo, de ella…

Él se estruja y se repliega mas en el sillón; no la ve, se pierde en su interior, se vuelve indolente, la ignora descaradamente, es ella quien lo vuelve a la realidad…

“Vamos querido no es algo estúpido, tu aparente esa tu imbecilidad… No te parece que es otra cosa menos que evidente, tu ese miedo, tu nunca tienes miedo y menos de mi”.

No la ve, siguen con su extraño dialogo:

“Tal vez sea como tu lo adivinas Tía, pero es importante como también lo es la prudencia, sopesar la veracidad de las intenciones, hay mentiras dentro de mentiras que pueden hacer rodar cabezas”.
Burlona chancera:

“Oh, pequeño a quien tratas de engañar… No se te caracteriza por ser esa una de tus virtudes… Si no te conociera pensaría que así es… Pero intuyo una gran mentira dentro de otra, me equivoco’’.
Se gira hacia ella, le sostiene desafiante:

“Tu pecado Ana Lucrecia es adelantarte a los hechos… Y aun que es esa una de tus grandes ventajas no te augura un final muy decoroso, la traición, es algo impensable en nuestro genero y tu lo sabes, seria en demasía contra producente, una traición es una traición y se paga como ya sabes”.

¡Se retuerce ella intensa, lo mira con fiereza; le huele a insulto, a uno muy sutil pero al fin lo era! Algo inquietaba al Pequeño y se valdría de todas sus artimañas para así sondearlo y conocer lo que le ocultaba; lo conocía muy bien, tanto como él la conocía a ella, sabían cuando el otro le ocultaba algo...

¿Se preguntaba que era? ¿Que seria eso que lo preocupaba tanto? Cuales eran sus sospechas, hasta donde era capas de saber la verdad…

¿Despiadada como era lo acribillaría sin escrúpulos de ninguna clase; como una loba se aposto al ataque. Necesitaba a toda costa aplacar sus sospechas y lo haría con toda la paciencia del mundo, tenía que intentarlo todo?

“Los remordimientos y la moralidad no están en nuestro genero… Lo echo, echo esta, así que deja la pose… ¿Deja ese cuento de gran actuación para los verdaderos propósitos? ¿Estamos en el mismo barco y si me hundo yo también lo haces tu?

Él se desamodorra -sonríe con malignidad- ahora su actitud es inquietante, se aposta como un lobo feroz, tantea el terreno; la mira inquisidor, burlón…

Dice:

“Es obvio que el peligro latente es… Como miedo en el ambiente es… Tu temor no es infundado, sabes de las consecuencias, de la perdida que eso conlleva… Cautelosa desde un punto para acá te has vuelto, no es eso ser lo mismo que prudente…

Ella sonrío enigmática...

Así tenía que ser. Experta en manejar las emociones y capas como ningún ser humano común en desentrañar un gran misterio y aunque no todo estaba dicho, casi podía adivinar el final. No era todo lo que esperaba de él, pero lo conocía y sabía de como se las ingeniaba en sus artilugios tan ya celebres, pero no había duda iba por un buen camino, solo había que esperar y para eso ella era muy buena!

¿... ?

"¡Es muy temprano para augurar el final, pero es ciertamente que no saldremos muy bien parados, Él no es todo lo imbécil que dices que es… Un movimiento en falso… Y tú y yo estaremos perdidos… Déjame hacerlo a mi modo… Deja muevo todas las piezas del ajedrez, solo mantente expectante y él caerá como una pesada piedra, así será"!

Un engaño dentro de otro engaño, ese era un estandarte en el cual su sobrino se escudaba. Era él un enemigo admirable capas de ser tortuoso, sentía una secreta admiración por él, casi un amor bravío ligeramente ambiguo, lo seria… Ellos eran así, unidos como lobos, y donde ella era la reina loba y ellos solo eran los lobeznos y donde la loba atacara, también lo hacían los lobeznos; ante todo estaba el reguardo de la jauría. No se equivoco al pensar en él, era simplemente el mejor en su especialidad, su sobrina era el complemento de los dos, ella era la autora intelectual, el ejecutor, y su sobrina la carnada, unidos en un solo propósito, escalar peldaños, y si se necesitaba pasar por encima de cualquiera, lo harían juntos, como siempre, desde tiempos inmemorables, donde la intriga y las conspiraciones eran tan necesarias como el aire mismo, y lo harían como siempre, unidos los tres, acabar con todo lo que se cruzara en su camino, y sus intereses, era una ley que aun con el tiempo seguía, que los mantenía unidos y vivos a pesar de no siempre estar en total acuerdo, y si se puede decir de esa forma, la sobrevivencia de la unión familiar…

Exhorto como estaba que no escucha la voz de quien habla…

_Ya estamos en el Palacio Municipal, mi Señor…

_…

Sus oídos no escuchan, sus ojos no ven, todos sus sentidos puestos en toda esa gente arremolinada en la entrada del edificio, ese gentío le intimidaba, pensó -seria una manifestación- impensable en esta parte de la Ciudad, quiso que el chofer preguntara -pero seria que el sabría algo- dice que no sabe nada, pero que sin duda es por que aun no son las 9:00am -sonrío pensativo y se retrajo cautivador- solo a veces se hacia pasar como un ingenuo, pero en el fondo era algo de lo cual estaba bien lejos de sentir, era claro que eso solo era un escape, un darse un chance para tantear el terreno; algo había llamado poderosamente su atención, necesitaba tiempo para ver el efecto y el valor real de las cosas, en ese momento podía aparentar inercia, pero era mas que eso, era calcular fríamente el estado real y eso estaba haciendo en ese momento…

Sus hermosos ojos castaños fijos en un solo objetivo…

Vemos lo que la cámara ve:

Son unos ojos verdes, enmarcando en un rostro perfectamente varonil; frente a sus ojos, parecía decirle algo al oído, sus ojos clavarse en los de él y luego parecían introducirse en su alma y quedarse muy quietos, se habían apostado dentro de él, el rostro varonil, de un extraño dorado natural, la mirada inquietante, sensual, la nariz afilada, unos labios sensuales, la barbilla fuerte… Y luego ya todo fue incertidumbre, fue como la caída de una tormenta en el desierto… Su presencia se le quedo tatuada a fuego en el alma; su sonrisa, sus ojos verde aceituna, los sensuales labios, los dientes blancos perfectos, la barba de unos días, la dorada piel, su cuerpo perfecto como un ángel esculpido derrochando sensualidad; la mirada de él clavada en la suya… Los ojos se le llenaron de lagrimas, un nudo se le atoro muy dentro, el alma se le estrujo, le corrió un temblor electrizante por la espina dorsal, la mirada se le nublo, las palabras se le quedaron a medias, la mente le quedo en blanco, se le volvió un remolino oscuro y sin fin…

Como un autómata el extraño se acerco hasta donde estaba el coche y a pesar de no ver quien estaba dentro se acerco mucho, muy discreto, muy solemne y con la mano abierta la puso en el cristal, a la altura de que se sabe que esta alguien muy pegado del otro lado: el muchacho presa de un nerviosismo inusitado se dejo arrobar por un llanto silencioso, casi personal, como era él ; incapaz de dejarse sorprender por un sentimiento tan cursi; también como un autómata la mano se fue hacia el cristal y la puso sobre la de él, en ese momento una corriente eléctrica los envolvió; sintieron una extraña necesidad de decirse muchas cosas; el cielo se oscureció, las nubes se apiñaron desde todos los puntos, el lugar se lleno de un silencio fúnebre, el tiempo se detuvo, los colores verdes se cuajaron por doquier; el verde del pasto, el verde del agua, el verde de los árboles, el verde de sus ojos, todo era verde; se sintió que estaba en un campo verde, con árboles que llegaban hasta el cielo, que se bambolean de un lado para otro; con mucho silencio, con mucha desolación, y al fondo un lago con el agua color verde claro…

El muchacho sonrío casi apenas: Como si se forzara en hacerlo…

El peladito estaba haciendo acoplo de todo su poder para inducirle un sentimiento que jamás nadie le había echo sentir; en sus muchas correrías por el mundo nunca se valió de tanta aberración: era capas de sonreír de hacerse el intrigante, pero lo que estaba haciendo el descarado ese era el colmo, tanta desfachatez era superior a lo que el podría permitirse, y solo alguien era capas de hacer eso; su Tía, no había duda, él era un convertido por ella; sabría que quien estaba del otro lado del cristal era alguien de su misma especie, o solo era una necesidad del cuerpo…

Casi todos los de la misma especie intuían la presencia de alguien parecido, había sus variantes desde luego; no todos tenían los mismos talentos, la diferencia estribaba en de quien te regalara el don y de la antigüedad de este, mientras mas poderoso se era, mas poderes te otorgaba; tal vez solo había olido su alimento; y se dice que los de la especie tienen un talento innato para oler el alimento mas adecuado y son capases de hasta descubrir cosas que el humano común es incapaz de hacer; también cabía la posibilidad de que fuera un novicio y de que no intuyera su presencia, tampoco él andaba por allí haciendo gala de la aberración que era, ya que con solo su presencia causaba escalofríos y un miedo de muerte, que tan pronto como fuera posible se alejaban de él, y aun que la villa era su propio santuario, echo y habitado por muchos de la misma especie había sus variantes, no todos eran iguales y con el mismo rango, cuando los novatos y novicios miraban la envergadura de un ser tan poderoso no les quedaba otra cosa que salir corriendo o en todo caso apartarse del camino… A otros mas viejos simplemente hacían una reverencia y se seguían de largo emulando respeto…

Pero si un ser tan poderoso causaba miedo y escalofrío en alguien de la misma especie que seria en el humano común, por eso él había aprendido a despojarse de todo ese halo de magnificencia y a si pasar desapercibido y pasar solo como alguien común, cosa que le había traído problemas con los de la especie y seguido conspiraban para quitarle el poder que le había sido dado por derecho de sucesión, sin contar que era el único con mas sangre pura… Era él, el mas perfecto, el único, era el mejor, era el heredero, era el príncipe…

(La Telarana)



Tenía rato que había llegado al limite de los campos de cultivo, el sol ya estaba en su apogeo, le caía directo, y la sombra que dejaba a su paso por el caminillo se hacia difusa; los árboles se bamboleaban arrullando los pajarillos, su cántico le llegaba como un murmullo indefinido, la corriente del canal se le hacia mas próximo; agudizo su oído y pudo escuchar que alguien retozaba en las inmediaciones del lago, alguien estaba allí, pero no era conocido; no por él… En el rostro se le cuajo un aire de curiosidad, la malicia propias de la edad, lo atusaron a ir con cautela… No siguió el caminillo que desembocaba directamente en el lago si no que dio un rodeo por donde se tenía razón de ver con mas claridad y sin ser visto por quien estuviera en el lago; podría ver a sus anchas de quien se tratara sin el temor de ser descubierto, la idea lo lleno de curiosidad malsana, el echo le resultaba excitante, tanto que una punzada se le clavo en el bajo vientre…

Se apeo del caballo, le destrabo el freno, aventó por allí la rienda; se quito la chamarra de piel y desenfundo la escopeta, se dirigió a la lomita que lo separaba del la rivera del lago; los árboles que se erguían hasta el cielo y unos arbustos de nombre jaral típico del estado se extendían por doquier impidiéndole libre acceso; pero ese era el motivo, desde allí podría verse todo lo que pasaba en la playita del lago y el otro ni cuenta se daría que era observado; había un árbol tan grande y tan viejo que daba una sombra, el espacio se había dispuesto como escondite, libre de maleza; la peonada y los jornaleros la usaban para espiar a las mujeres que después de las jornadas se tomaban un baño, había ocasiones en que se llevaba a cabo hasta una comidera, todavía había rastros de fogatas por acá y por allá, la ultima fue cuando el cura de la iglesia vino dizque a bendecir la cosecha; un caminillo oculto entre los árboles y el jaral desembocaban justo en la playa, como un delta…

Se encuclillo y se puso a espiar al intruso, que chapoteaba en el agua, pudo observarlo con detenimiento; era él, el vecino de la Hacienda de los Montero, el de los ojos verdes, el que se atrevió a ostentar sus dones en el Zócalo, en la Plaza frente al Palacio de Gobierno, el que se dispensaba todas las atenciones de su Tía; pudo ver su cuerpo musculado, la ancha espalda, la cintura pequeña, los muslos firmes, las piernas fuertes; su piel bronceada, el diminuto Speedo, apenas si podía contener las vergüenzas, capto con claridad el relieve de su sexo, las huevas, los vellos que le iban desde el ombligo hasta el sexo, echado para un lado descarado e impúdico; pudo oler la crema del bronceador, el liquido claro que se escapa cuando algo te a excitado en demasía… Su olor... Tan de él, tan de hombre...

Sintió un calor abrazador que le corrió desde la espalda baja, hasta el cerebro, se le desparramo y se le nublo todo, se sintió sin fuerzas, el orgasmo que lo sacudió lo hizo por un momento alejarse de la realidad, se sintió como un estúpido allí arrobado por las sensaciones, cerro los ojos y se dejo llevar por el tumulto de sensaciones que le embargaron todo el cuerpo, se sintió desfallecer y de no haber tenido la escopeta como sostén había podido caer despatarrado presa del abatimiento y las convulsiones del tremendo orgasmo que acababa de sentir al ver tan bello ejemplar; se sintió un poco a abochornado cuando las sensaciones pasaron, la mancha que se le comenzó a traslucir en el lado izquierdo donde el falo yacía echado para un lado, ya a medio dormir pero que todavía se le marcaba con total nitidez, las huevas hinchadas y desparramadas: Tomo aire y se incorporo, se recompuso de tan sorprendente suceso, se paso las manos por la nuca y se lo aliso el cabello, se acomodo las gafas Ray Ban polarizado, y dirigió su mirada hacia el lago para dar una ultima miradita al objeto de su fulgurante fetiche; pero no estaba, tal vez en el momento de su alucinamiento, el mozo se había ido, mejor a si, no tenia que dar explicaciones, se acomodo la Stetson, se aliño el cabello, tomo la escopeta de las piernas e iba a dar la vuelta cuando como una aparición que le cayo como una bandeja de agua helada o como cuando al ladrón le caen con las manos en la masa…

_Cuidado peladito, que si se te llega a caer esto, puede ser que algo se te chorree mas feo de lo que ya te has chorreado…

Con un movimiento rápido y preciso cogió la escopeta que se le había escapado del susto; estaba tétrico y mudo de pánico, la presencia del joven lo tenia mudo de la impresión, todo descompuesto no hizo mas que bajar la mirada: No había nada mas que lo avergonzara que lo apañaran infraganti y aun mas que se mofaran de él, era como un insulto a su ego.

_¡Mira y esta cargada, si el peladito se los ha de cargar bien grandes… Que no te han enseñado que las armas son para lo hombres!

Pero él, no escuchaba, seguía con la mirada baja, mas a bajo de lo habitual; seguía arrobado por el guapo joven; a hora lo tenia tan cerca y tan lejos, podía sentir su calor y su olor, pero también su ego había sido herido, eran dos sentimientos diametralmente opuestos uno tenia que suplir al otro, para que el otro se recompusiera; solo un poco de tiempo era el que necesitaba, solo un tiempo para que la fiera se escapara y clavara sus fauces en ese pobre incauto! Sonrío divertido, todavía espera…

_Vaya, parece ser que el muchachito nunca avisto a un hombre en pelotas, -sonrío con sorna, y con descaro se palpo el paquete, que pensó que era el motivo del fetichismo del muchacho; se le quedo viendo un momento a expensas de que este no hacia ningún tipo de reclamo; tal vez sentía algún morbo por que lo sobajaran…

_¡Eres un niño o una niña… A ver déjame ver esos ojitos, creo que hay una linda nena escondida por aquí!Remato con burla, arrimo mucho su cuerpo que aun goteaba agua.

Le cogió las gafas y al mismo tiempo le boto el sombrero, todo con una rapidez que nunca había visto, lo que fuera le estaba dando mucho morbo; el muchacho se sintió presa de un calor extraño, el olor a hombre, a macho sexuado le estaba causando un hormigueo que nunca lo había sentido; al caer el sombrero el cabello se le revolvió con el vientecillo que se concentraba aun mas en la densidad del árbol.

El le cogió uno de los mechones, le hizo un nudo con los dedos; sonrío con malicia, el chico todavía no sale de su letargo, de tan largo que lo tenía que con el mismo enredo se siguió hasta el mentón que era tan suave como la seda, ni siquiera una chica tenía la suavidad que esa piel; el muchacho seguía arrobado, presa del encanto del joven de los ojos verdes, piel dorada, barba de días, la sonrisa burlona, y con una hombría como pocos.

_¡Despierta ya Pequeño que si sigues a si vas hacer que se me olvide que eres hombrecito… Y a todo esto de donde has salido tu, creatura de dios!

Al escuchar su seudónimo el muchacho despertó; su ego volvió a ser presa del él, subiéndolo a la cúspide mas alta…

_¿Tu, que es lo que haces aquí, a caso no sabes en donde estas?

_Si, si se donde estoy… Estoy por si no lo sabe el Nene, dándome un chapuzón en el lago de mis vecinos los Torre Alba, la dueña de todo esto me a autorizado a hacerlo… ¿Y tu quien eres?

_¿No me digas Nene?

_¿Nena pues, si te gusta mas?

_¿Tampoco a si?

_Como entonces…

_Me llamo Alejandro…

_¡Alejandro!

_¿Alejandro de Torre Alba?

_El Pequeño… El sobrino de Ana Lucrecia…

Con el cabello enredado en los dedos y con la proximidad de los cuerpos, el muchacho empezó a sudar copiosamente y a temblarle todo el cuerpo, se lleno de un nerviosismo inusual que no podía hablar, -el guapito lo tenia a su total disponibilidad; intuiría que lo ponía nervioso, lo jalo hacia si del mechón, tanto que sus bocas podían casi tocarse, su aliento le llegaba fresco con un leve sabor a albaricoque, -en México se le conoce como chabacano, es una variedad del durazno, producto tal vez de un injerto; es de un sabor y una textura mas fina destinado propiamente para hacerlos en almíbar.

_Que si tienes el cabello tan suave y tu piel es como la seda, hules tan rico. Que si te mimas, estas echo para que te usen. Mírate las manos no tienen lo que tendrían las de un peón, tu ropa es fina; tu camisa es de seda, el pantalón es de corte italiano, las botas lustradas…

_Por que tendría que ser un peón si todo lo que alcanza la vista es mío, incluyendo a vacas y a uno que otro buey que por allí anda...

Espeto divertido lo miro a los ojos y le sostuvo la mirada con una arrogancia que le vino desde la misma alma…

Se comían con la mirada, el de los ojos verdes sonrío animado, lo tomo por el cuello e hizo presión, lo giro un poco para verle las venas del cuello que saltaron fuera de su relieve, la sangre bullo como un tumulto por todo su cuerpo, la yugular se ensancho al contacto de la lengua que fue como un latigazo despertador...

El muchacho se quedo muy quieto como en encanto, cerro los ojos castaños y se entrego a su victimario; sin duda se lo iba a chupar, iba a tener la sangre mas poderosa de la especie; miles de imágenes pasaron por su mente, se desprendió de la grandiosidad que lo caracterizaba y dejaría que se alimentara de si; sin que se diera cuenta los ojos castaños se tornaron dorados, e hizo que su sangre se agolpara al llamado; solo un poco mas… El joven de los ojos verdes se envolvió en un extraño halo, su cuerpo se ensancho, su sangre rugió poderosa por todos los órganos…

Vemos lo que la cámara ve:

Los ojos verde dorado, como esmeraldas, de un dorado brillante; las manos en el cuello del muchacho, el cuello echado para un lado, endeble, listo para entregarse en sacrificio; y en un minuto la imagen de Ana Lucrecia le surco como saeta y sonrío con perfidia; desde muy lejos le llego como un alarido de un animal herido, ensimismado en un rincón; y se dijo a si mismo "No hay tiempo que no se cumpla… Te llego la hora"
Solo un poco mas, pero ese poco jamás llego, el joven se quedo en el intento; las fosas nasales se abrieron con singularidad, palpo la esencia, su olor y olfateo algo que no le gusto, los ojos se le abrieron como ascuas, sonrío divertido…

_¡Tú no eres humano, siento algo bullir dentro de ti. No se que eres, pero no me gustas. Ya decía yo que te conocía, no nada mas de en la Plaza. Tú sangre bulle dentro de ti como un tumulto, poderosa y también lleva maldad. Una y de la mas pura!

_Pequeño novato estúpido, no miras que soy mucho mas poderoso que la misma Ana Lucrecia. Mi sangre es tu sangre y podría destruirte con solo pensarlo…

_¡Por que no pude verlo!

_¡Por que no soy como tu convertidora que va haciendo gala de la aberración que es. Con el tiempo me he convertido en mas humano. Puedo incluso pasar como uno de ellos y por eso mismo me ibas a comer!

_¿Ibas a dejar que lo hiciera, que te comiera?

_No tengas miedo no pasaría nada, incluso para ti fuera mejor. Que mi sangre supliera la de mi Tía, que es mucho mejor…

_Habrase visto tal aberración…

_¡No hables a si bellaco. Es para ti y para cualquiera un privilegio que se sirvan de mi como alimento. A caso no tienes ese privilegio con tu convertidora!

En un momento se le cuajo en el rostro una zozobra que no le cabía en el cuerpo, que se le desparramo por doquier, -lo miro inquisidor, como no creyendo lo que escuchaba.

El muchacho intuyo que era justo el tiempo de ser condescendiente; hizo acopio de todo sus dones, se escucho un rugido que solo los no humanos eran capaz de percibir, pero el joven distraído no lo escucho; el lugar se lleno de un silencio fúnebre, el viento se detuvo, el cántico de los pajarillos se callo, el canto de la cigarras se callo, el bamboleo de los árboles se detuvo, el agua se quedo en calma -vemos lo que la cámara ve-, brillantes los hermosos ojos castaños dorados; la hermosura del rostro se hizo mas evidente, los colores se cuajaron por doquier e hizo a copio de lo que jamás en su no vida había echo; se lleno de una aura todo poderosa y tejió una red mágica al rededor de los dos: Del cielo cayeron hojas doradas, desde muy lejos se vino una musiquilla arrulladora, unida a la propia del movimiento de los árboles, junta con la de los pájaros, también con la de las cigarras, la de las aguas de fondo, la de la cascada al chocar con las pedruscas; el pasto se volvió dorado, del cielo cayeron hojas doradas, los árboles se volvieron dorados; los cabellos dorados, los ojos dorados, la piel dorada, todo era dorado, como ellos…

Se le acerco, lo abrazo con su aura toda poderosa, y lo lleno de confort:

_¡No todo es malo Alejandro. No todo es oscuro como ella. En mi mundo hay un rayo de luz -que no es propiamente dicho-. Algunos lo llaman esperanza, otros lo llaman un futuro, llámese como se llame, todo tiene validez!

De los ojos verdes escapan unas lagrimas, surcando las mejillas doradas:

_¿Tu crees en eso que dices?

_¡Desde tiempos inmemorables ya me hacia la misma pregunta. Desde tiempo tras tiempo. Habrá alguna vez que se termine. Después aprendí a olvidar, aprendí a vivir con ello, no siempre se aprende, pero también en nuestro mundo hay esperanzas, hay que buscar la manera de poder sobrevivir, aquí en la villa es mi mundo; el refugio de muchos, pero también existe la maldad, la conspiración, el poder, la revancha, la crueldad. Hay creaturas como tu y como yo, que no quieren que se acabe; el destierro, la soledad, el poder y por eso se juntan para acabar con el rayo de luz que a surgido en el camino!

_¿Lo cuentas todo muy bonito. Y que hay de cierto en ello?

_¿Mírate, eres una imitación de ella, te agobian las preguntas sin respuestas, la soledad, la inquietud de no saber con quien estas, de a donde vas?

Miramos lo que el ve:

El muchacho se desbotona; botón tras botón, uno tras otro todos los botones, tirar la camisa en el piso cubierto de hojas doradas, el cabello le revolotea con el viento que se había desatado de prontamente; los ojos castaños le brillan dorados, le brillaban de diversión secreta, relamerse los labios sensuales, los dientes blancos perfectos se miran amenazantes...

Miramos lo que el muchacho ve.

Son los ojos verdes de Alejandro:

Su mirada se le escabulle hasta lo mas recóndito de su ser, apostarse dentro de él, y quedarse muy quietos, mirar con los ojos del alma lo que piensa y lo que siente; mirar que algo extraño se apodera de él, algo en su alma humana se sintió remover; cerrar sus ojos verdes y quedarse muy quietos; espiar hasta mas allá de lo que era capas de ver...

La piel dorada se le volvió brillante; se le plegó de sudor, y unas gotillas se hicieron visibles, todo los órganos se escucharon crujir, el corazón le palpitaba mas y mas fuerte, el pulso ir mas y mas rápido, la piel se le volvió como de gallina, la pelusilla se le erizo, el falo se hizo ver prominente echado para un lado siguiendo la entrepierna, y una minima parte escaparse por la pernera, sentir que le palpitaba dentro del Speedo, sentir como se mueve, como palpita una y otra vez su olor que le llega hasta las fosas nasales y unas gotillas escapar por el orificio; el estomago se le comprimió, los músculos se le tensaron tirantes; el falo enhiesto, estaba henchido a mas no poder...

El joven de los ojos verdes; abrió poco a poco los hermosos ojos de un verde intenso, que se acentuaban con el bronceado de la piel; el rubio castaño de las cejas, el rubio castaño del cabello algo medio largo con el estilo algo moderno; aun a si no perdía su masculinidad al contrario se acentuaba dándole un aire intrigante y sensual, la barba castaño rubia de días como siempre, como en su estilo, la nariz recta, los labios carnosos, el mentón fuerte; la mirada le brillaba, la sonrisa que desarmaba y los hoyitos en las mejillas le daban un aire angelical...

Miramos lo que el ve:

De todos los rincones del bosque se vinieron todos los ruidos de la naturaleza; el agua se bullo con singularidad, desde el fondo se levanto el agua a una altura imposible, como si de una fuente se tratara; una y una mas, y otra mas allá; los árboles se bamboleaban, los pajarillos se desataron en un cántico arrullador, las cigarras les siguieron al unísono; el pasto que se volvió dorado y del cielo callo una lluvia dorada de hojas, que se veía pero que no tocaba, que caía hasta el suelo pero que no llegaban a tocarlo: Ellos dos en el medio de esa telaraña que parecía embrujo rodeada de una fantasía imposible; los árboles se volvieron dorados, las nubes de fondo se volvieron en un dorado rojizo... El sol le daba quizá ese tono increíble...

Cuando se dio cuenta ya estaban los dos tumbados en medio del lago en un enorme tablón que flotaba arrullador; el chasquido del agua que le llegaba hasta los oídos cuando pegaba con la madera, el cántico de los pájaros que se le venia desde muy lejos; intuyo que estaban lejos de la orilla; el muchacho tendido boca a bajo a pocos centímetros de él, podía palpar su calor, su olor a madera y romero que se le colaba hasta las fosas nasales, el cabello castaño dorado echado para un lado, la espalda pequeña apenas musculado como la de una muchacha dividida perfectamente, le iba a una cintura pequeña, a una cadera ancha, a unas nalgas pomposas, a unos muslos definidos, a si como estaba le pareció una muchacha... En su interior sintió un extraño escalofrío que se le desparramo hasta lo mas profundo de su ser, que lo lleno de inquietud y zozobra; que era lo que le estaba pasando en esos momento, sentía una curiosidad extraña por ese muchachito allí tendido, con sus formas tan poco usuales en un hombre, sintió la necesidad de tocarlo, de posar sus mano en ese culo pomposo que se le antojaba sugestivo apenas si cubierto por la delgada tela del pequeño bañador que dejaba ver con descaro la raja, que si se inclinaba un poco podía escurrir su mirada y palpar sus carnes...

La mano a pocos centímetros de la piel que emanaba un calor abrazador, perlada de sudor, -se incorporo sobre sus codos y miro que todo volvió a ser como antes, intuyo que el muchacho estaba cansado y se había dormido. El sol caía directo sobre de ellos, los abrazaba, los adormilaba; y el seguía en su fantasía, ya sentía su piel suave rozar la de él, que era velluda, esa proximidad con él, le estaba produciendo un cosquilleo inusitado, el bulto en el bañador era evidente, la hinchazón dolorosa, la inquietud exasperante, -de uno de los lados tomo un pomo de plástico que con rapidez vertió una cantidad generosa en la mano de liquido, se la desparramo por toda la palma, se puso sobre uno de los codos y con la que tenia el liquido se la puso en la espalda que al sentir la caricia se contrajo, pero enseguida se relajo a un mas, y se emergió en un ensueño que le hizo levantar las nalgas mas, como si estuviera teniendo un sueño y en que este fuera pecaminoso...

El muchacho abrió los ojos poco a poco.

Sin moverse de su posición, dice:

_¡Gracias, si que se siente refrescante la loción!
_¡No quería despertarte, tenias rato dormido... Te mirabas muy a gusto!

_Si, me sentía cansado y la tranquilidad del lugar se presta para eso...

_¿No vienes muy seguido?

_No, no para estar a si...

_¿Vives en el Caserón, verdad?

_Si, llegue a se poco... Tu eres de aquí...

_¡Si, vivo en la Hacienda de a lado... Soy de los Montero!

_¡Oh! -un como sorprendido!

_En verdad eres sobrino de Ana Lucrecia...

_Si, pero no vivo en el Castillo, no me gusta la atmosfera, no me gusta para nada ella...

_Conoces a Ángela pues...

_¡Claro, es mi hermana, que no te lo dijo mi Tía!

_No, no habla mucho de ustedes, incluso no habla de ustedes...

_¿No me sorprende, ella es a si, misteriosa... Tienes mucho de conocerla?

_Si, creo que desde el colegio...

_¿Como seis años?

_Si...

_La aprecias mucho...

_Si...

_ ¿La amas?

_¡La estimo!...

_¡Oh!

_Frecuentas a tu hermana... Digo, se tratan con familiaridad, creo que no lo haces mucho con tu Tía...

_Somos muy independientes, pero si, si nos visitamos de vez en vez... ¿Por que?

_¡Me parece una chica muy intrigante!... ¡Tiene muchos conocimientos!

El muchacho sonríe divertido:

_Si claro, su conocimiento del mundo le da esa experiencia... A viajado por todo el mundo...

_Tu también...

_Si, yo también...

_Donde conoces...

_Londres por ejemplo, Paris, Montecarlo, Barcelona, Egipto; las pirámides, el Nilo, Alejandría, el Medio

Este, casi toda Europa, Nueva York...

_Deben ser lugares muy bonitos... Me los imagino, que son tan bellos como ella...

_Si, es muy bonita... ¿Te gusta?

_Si...

El muchacho sonríe discreto.

Cierra los hermosos ojos castaños:

_¡También me gustas tu! -casi se escucho como un murmullo, como si en realidad no quisiera decirlo.

"Si, lo se Alejandro"

La cámara se va alejando de ellos, poco a poco, pasa la rivera, la arboleda, se sigue hasta las nubes y se aposta en el cielo azul y allí se queda muy quieta...



(La Entrega de Oscar)
 



Vemos lo que él ve...

Lo vemos asi mismo...

Sonriente, malevolo y feliz...


Había preparado todo con esmero desde que su nuevo amigo le dijo que iría a su casa había pedido traer dos botellas de Chivas sodas de cola, agua mineral, carnes frías, quesos, frutas, todo para agasajarlo… La pequeña reunión se llevaría acabo en uno de sus apartamentos, claro, según con varios amigos los cuales nunca irían pero él eso no lo sabría nunca, así que se dedico a planear la reunión…

El chico llego a eso de las 8:30pm, ya casi todo estaba listo, los entremés, las bebidas, el lugar en el que se llevaría acabo: El apartamento estaba en el barrio de la villa Orlando, era un edificio de quince pisos; estaba por la Avenida Paseo de Las Américas; estaba pues en la mejor de las zonas; el edificio era en estilo posmoderno tapizado en mármol y cristalería, el vestíbulo era impresionante con seis elevadores, dos de ellos llevaban al catorceavo y quinceavo piso que eran los penthouse, allí era donde se maquinaria el complot, el ambiente se había dispuesto para una trampa, luz tenue, música suave, un olor a canela y mandarina, y un silencio casi espectral...

¿Pensó él, que era como una trampa para un corderito?

¡Seria él, el corderito!

Dijo el, asombrado:

_¿Y los invitados?

El muchacho, pareció o se hizo el desentendido. Fingió una demencia total, dice:

_Tú sabes que no todos pueden entrar en la Villa…

_¿Y como es que yo si puedo entrar? -burlón.

_Ah, ya entiendo -intrigado.

_¡No es lo que te imaginas Oscar… Tu eres alguien especial… ¡Tú trabajas para la Comunidad!

Lo manda callar con sorna, dice:

_¡Así tratas a todos los miembros de la Comunidad. Con tanta pompa y sobre todo con tanta faramalla!

Burlón con un cinismo poco inusual en él.

Todo esto lo hastiaba y lo tomaba como un insulto, le gustaba mas cuando se ponía en su pose de ingenuidad.

Opto por romper de un tajo con el encanto del enredo y urdió una nueva estrategia.

Dice:

_Si quieres creerme. Me importa un bledo lo que pienses. Si te quieres ir allí esta la puerta pero si lo haces te iras solo. Por que lo que soy yo estoy muy cansado.

Fuera de si, se acomodo en el sillon; la voz era como un trueno como que arrastraba las palabras, como si le diera unas pinceladas…

¿Lo mira fijamente, inquisidor?

Se replegó sobre el sofá fingiendo dormir. Mientras él lo miraba con malicia inquisidora "que era lo que pretendía" -sin que se lo autorizaran se sirvió una bebida bien colmada de Chivas, hielo y un poco de gaseosa, se sentó en el sofá frente a él, se replegó y abrió mucho las piernas, hasta que el bulto en la entrepierna se le hizo notar, se lo acaricio descaradamente a sabiendas de que aquel lo estaba viendo a hurtadillas, se despojo de la camisa dejando solo el interior, pero se lo desfajo aludiendo que hacia calor; cosa que no era cierto por que si de algo se caracterizaba el lugar era de su ambiente espectacular, ventanales hasta el techo, de dos pisos, pesados cortinajes, una estancia amplia y fastuosa, una bella decoración, exquisita y refinada; sofás italianos, muebles empotrados, maderas finas, gruesos vidrios, mármoles; en brocatel, estatuarios, metales en todas las formas posible, cristales, telas…

El chico toma de la mesa de centro una baraja de naipes y comienza a barajarla, mira hacia donde esta el muchacho y ve que no esta, pero tampoco se inmuta, seguía con la baraja en la mano, desde su derecha, dice una voz que es como un susurro:

_Quieres jugar.

_Ya se te quito la rabieta.

_¿Dame cartas, Oscar?

Le pone otra bebida bien colmada y el también se sirve una igual, nota que el chico ya esta algo mareado; por su torpeza al barajar las cartas. El muchacho esta en silencio pareciera que planeara algo, lo sigue mirando y no sabia por que pero el chico o estaba a calorado o se había empalmado y la ropa le estorbaba tanto que solo se la pasaba sobándose. Esto a el le pareció demasiado audaz, intuyo una doble jugada, sonrío con malignidad, tanteo el terreno, y dio un largo sorbo a la bebida tomando todo el contenido, deseaba llevar hasta sus ultimas consecuencias aquella audacia, -le brillaban los hermosos ojos de malignidad; tenia la actitud fría que causaba escalofríos; esperara pacientemente a que reventara, se sirve una bebida mas, bien colmada y le sirve una mas al chico; este ya esta mas desinhibido…

Burlón sabe que no resistirá mas de cinco Chivas, pronto se vera como él lo había esperado; la esperanza es una virtud de la cual con puliemientó se puede sacar una gran ventaja, y para esos menesteres él era el mejor, sin duda le auguraba una noche magnifica…

Miramos lo que el mira:

Le bailan los ojos color miel, la risa algo estúpida y la voz le tartamudeaba, el andar tambaleante le indicaban que estaba en su punto culminante; borrachito se le hacia gracioso, guapito y sensual, la sonrisa amplia limpia carente de malignidad, la exudación que emana de él le embriagaban los sentidos se le escapaba por las membranas nasales le subía hasta el cerebro enloqueciéndolo de deseo; la vista que tenia de él tumbado en el sofá ya sin camisa el tórax, los pezoncillos ligeramente erectados, la mata de vellitos que le corrían desde el ombligo hasta el pubis ahora delimitado por el pantalón, un poco a la cadera, dejando ver con impudicia lo que allí se escondía…

Sonrisa de él.

Vemos lo que el chico ve:

Es una sonrisa amplia sin ser obvia casi imperceptible, pero en fin sonrisa malévola, con un aire de perfidia; el ríe con ingenuidad, el licor y la subyugante presencia del muchacho lo habían atontado ya, se replegó sobre el sofá y abrió mucho las piernas a ludio la invitación que tanto este esperaba, se saboreo el ultimo sorbo de Chivas, se relamió los labios y la mano toco con impudicia el bulto en la entrepierna que ya palpitaba dentro del pantalón que se le marcaba echado para un lado, lo acaricia todo desde la punta, lenta y pausadamente hasta el tronco, pasa las bolas, abre mas las piernas y se toca el culo, se relame los labios...

Había algo que lo excitaba, aun no quitaba los ojos de los de él, lo que veía lo había puesto cachondo en demasía, torpemente una de sus manos se deslizaba por la abertura que había dejado dos de los botones, el estomago se comprime dando libertad a que juguetie a todas su anchas con la prueba de su deseo, lo palpa con impudicia, haciendo mas evidente el tamaño, la otra mano pellizca uno de los pezones, la lengua recorre con lascivia el relieve de los labios, los ojos llameantes de deseo, los dientes le castañean de puro nervio, la carne de gallina denotaba una contradicción inusitada, su gesto es de puro gozo, exaltando los humores expandiéndolos por toda la estancia son como un leve humillo que se filtraba por las fosas nasales, que se confunde con la canela y la mandarina provocando un caos sexual, jala un poco mas el pantalón para abajo y la línea del calzoncillo blanco ya se entreve, una mancha en la puntilla del falo se hace ver copiosa y viscosa, la piel se pliega de sudor, su olor se hace mas intenso -el deseo de él se retrae, él aun se retrae, sonríe cautivador, todavía espera…

Como un lobo se aposta al ataque, lo olfatea todo, posa sus labios sutilmente sobre los de él casi cómo tocándolos, el chiquillo espera esa caricia prohibida y siente un extraño estremecimiento, que le pareció poco común pero lo aleteo con un movimiento de cabeza. Cierra los ojos color miel, sus pestañas negras y enchinadas le dan un aire casi angelical a su gesto, los labios húmedos y anhelantes esperan el beso prometedor de pecados insospechados -vemos lo que la cámara ve-, el rostro del muchacho brillantes los hermosos ojos castaños, plegados de su brillante mirada, la sonrisa malévola...

Dice:

_Será que te duermes ya…

_¿Si, creo que ya estoy algo mareado… Y a donde me dormiré?

Lo abraza con su brillante mirada; sonríe con sutileza, dice:

_Aquí por supuesto, no podrás dar ni un solo paso, para ir a la recamara del segundo piso.

Lo mira inquisidor, como no creyendo lo que escuchaba: Pensaría que seria en el sofá que se ve tan incomodo, pero a su vez inmaculadamente elegante…

Burlón con un rápido movimiento desplegó el sofá de enfrente y apareció una cama de grandes dimensiones, exquisitamente vestida con ropajes blancos que se antojaban acogedores; la luz se volvió aun mas tenue; desplegó el ropón y palpo el sitio donde seguro dormiría él, aludo que también dormiría con él: Sonrío pícaro con esa su sugerencia, la situación se tornaba picante; se despojo del pantalón dejando ver unas piernas delgadas pero fuertes, semi-velludas, aludo quitarse el boxer que cubría su casi desnudez, se quedo con el interior a medio glúteo, -una mirada rápida y fugaz del muchacho a su entrepierna hizo que se ruborizara-, la mirada de él le causo un escalofrío, -los vellos de su sexo se vieron impúdicos-, en lazo sus manos al frente cubriendo una prominencia que le causo una inusitada timidez…

Miramos lo que el ve:

Es el muchacho que sonreía con descaro; pero se sentía tan descompuesto que se le hizo de lo mas natural y no le dio importancia a su ese excrutamiento: El muchacho por su parte se despojaba de la camisa, del pantalón, pudo denotar un descaro casi inusual; pero aun así ya por la calentura que lo embargaba o por la ebriedad, pero dio un vistazo a la figura que se tomaba su tiempo y como en un rito o una danza mal intencionada se iba despojando de la ropa dejando ver un cuerpo definido; lo que mas le llamo la atención fueron unas prominentes nalgas, que se le paraban arriba y hacia abajo se le partían dividiendo las nalga con los muslos, denotaban se redondas y pomposas, limpias de vello, sin defecto alguno, le corrían hacia a bajo a unos muslos definidos y firmes; cubiertas solo por un pequeño boxer que le entallaba como una vaina, tan solo cubriendo sus partes pudendas con un bulto de grandes dimensiones el cual sobresalía con impudicia de su relieve -se metió enseguida en las sabanas que eran de una inusitada suavidad que le parecieron extrañas para su modestia… Se le antojaba dejarse llevar y dejarse ir, -era obvió que estaba borracho…

Vemos lo que la cámara ve:

Es una estancia suntuosa, casi en penumbra; desde el techo cae una luz que iluminaba solo el lecho ocupado, podemos ver todo lo que allí se lleva acabo, como de película con total nitidez; plegado de tonos rojizos, con los olores que se esparcen por toda la estancia y se confunden entre si; dos cuerpos que de espaldas están entre si, descubiertos del torso para arriba, yacen desnudos impúdicos; las sabanas se pegan a los mismos, dibujando el contorno de las siluetas; el chico boca arriba, sigue con la prominencia allí, echada para un lado, una mano reposa sobre de ella cubriendo su impudicia, a sabiendas que el muchacho esta a la expectativa por lo que vendría esa noche que se tornaba prometedora, se toqueteaba con descaro manteniéndola enhiesta, para que cuando él se decidiera a llevar a cabo lo que con tanto tiempo se planeara...

Si, así él ya estaría listo…

Los dos encerrados en su mundo, cada cual con sus propias maquinaciones; la música casi inaudible, casi como de fondo, muy quedo, muy arrullador:

Vemos lo que la cámara ve:

Son los brillantes ojos del muchacho, brillándole de diversión secreta maligna…

Luego un movimiento casi imperceptible, que lo sintió como si flotara, sin decir nada su cuerpo se pego al de él, y un intenso calor lo envolvió, el olor de él se desprendió llegándole hasta las membranas mismas, enloqueciéndolo de deseo, enseguida se sintió presa de un extraño escalofrío, la carne se le puso de gallina y una suave caricia le subió primero por el muslo derecho, muy suave, muy tibia, muy estremecedora, envuelta en un curioso halo; la estancia se cubrió de un rosado intenso, los olores se cuajaron por doquier -la escena se abrió a todas sus anchas a una inmensidad de colores y olores, el lecho se volvió de pétalos, y el aire se torno como un halo que caía desde el cielo, pero no llegaba a caer hasta el suelo, quedaba suspendido mágicamente a poquito mas allá de ellos, era como una lluvia, pero tampoco los mojaba, era de pétalos que se ven pero que no se sienten, eran invisibles para ellos; una película de colores y olores los envolvió en su idilio, -la mano suavemente siguió su recorrido, la rodilla; se mueve luego a su interior hacia la entrepierna; un respingo rápido de él, le hacen detenerse, y un calor emana de ella, que lo envuelve en un torbellino de acogedoras sensaciones que lo hacen perder la conciencia; la caricia lo arrulla a tal grado que se le hace como un sueño que le pareció muy vivido, que le provocaron una erección instantánea, todos sus órganos dactilares se hinchan al unísono de la caricia, mas las protuberancias…

La mano se vuelve enteramente en un alud de sensaciones que lo hacen devanear; se va hacia su entrepierna, y en un solo ya la tenia en su bulto, lo masajea con maestría que lo enloquecen, lo ponían en una predisposición absoluta a los antojos de su victimario, se deja arrollar por el tumulto de caricias que se le antojaban prohibidas, ávido de mas sin vergüenza toma él mismo esa mano y la guía por los recovecos mas placenteros que su ser era capas de experimentar, -vemos lo que la cámara ve-, es una mano, encima de otra, las dos viajan al unísono por la piel que perla de sudor, se escurre por el calzoncillo, aprisionan el falo enhiesto, un liquido viscoso escapa haciéndose ver brillante y mojado en su punta, la mano va dando apretones suaves pero firmes, haciendo que se hinche y se ponga roja; su inaudible jadeo un poco mas rápido de lo normal le anuncian que ya estaba en su punto; se aparta con prontitud, el chico se retuerce en su lugar renuente a que allá parado así sin decir algo… Cerro los ojos y espero, mas pronto de lo que se pensó sintió un calor extraño acariciándole el rostro y también un olor que lo inundo provocándole extrañas sensaciones, abrió los ojos color miel, y miro con el encanto que le emanaban del fondo del alma; su rostro muy pegado al de él, brillantes los hermosos ojos castaño dorado, brillaban de diversión, su gesto es de puro gozo…

La voz melosa, dice:

_Será que puedo continuar…

_Será que no tienes por que preguntar…

_Es que eres tan joven…

_Te has tomado tanto tiempo para planear con todo los detalles este momento; que no creo que te estén entrando remordimiento a estas alturas…

_No quiero pasar por un aprovechado…

_Si no me gustara, pensarías que estuviera aquí…

_¡No sabía, que tus sabías!

_Vamos, tu mirada, tu actitud, tu paciencia para saber el momento… Soy joven pero no ciego.

_Pensé que no sabrías digerirlo. Pero hay algo más allá de todo esto. Estas completamente seguro…

_Ya sabia que pensarías eso, por ello mismo te deje hacer lo que quisieras… Aun que no tenia tal seguridad, aun así me arriesgaré. ¿Vamos, estoy enteramente dispuesto a ir a donde tu quieras?

Enseguida lo tomo por los hombros y lo asió hacia él, el muchacho se pone encima de sus muslos y arqueo la espalda a un grado imposible; la espalda baja y el culo en popa, su rostro casi toca la de él, aproxima sus labios muy junto a los suyos, casi besándole, un vaho se le escapa escurriéndosele hasta el alma misma, que lo embriagaban de deseo; pero no, el muchacho solo alude besarlo, su rostro se gira un poco, besa su oreja y un estremecimiento lo invadió; una corriente eléctrica va hasta los labios del él y lo hacen sonreír malévolo; se siguió por el cuello y una gran lengua se hace ver, lamiéndole todo, haciendo que las venas se hinchen y se contraigan, -la mirada brillante, los ojos castaño dorado brillantes, la boca se abre a todo lo que da, esta como si lo fuera a engullir, el rostro del chico esta en un gesto de puro éxtasis; miles de imágenes plegaron su mente y siente que cae a un pozo oscuro, sin fondo…

Le entra un hormigueó y un dolor agudo se le clava en el cuello, ahora su gesto es de dolor, sus ojos se entre abrieron solo un poco -vemos lo que el ve-, son los latidos de su corazón; ir muy rápido y luego muy lento hasta que ya no pudo escucharlos, entre abrir sus ojos una vez mas y ver lo que el ve; brillantes los ahora hermosos ojos color miel dorados, brillándole intensamente, ver con total nitidez lo que ve y lo que siente; ahora siente una fuerza superior que le recorre y se le escapa, la sangre bulle en su interior mas poderosa, lo abraza, se le escurre por todos los órganos ensanchándolos, llenándolos de vida y una descomunal fuerza se apodera de ellos: A hora mira con sus ojos dorados brillantes; miramos lo que el ve: es el rostro burlón del muchacho, sonriéndole de artera satisfacción, dice:

_Bienvenido, a mi casa… A hora puedes abrir y mirar con tus ojos de creatura de la noche…

Abre los ojos muy lento; las hermosas pestañas se amplían, dándole una imagen de embrujó;
los ojos color miel afectados de inocencia…

_¿De que hablas, que a caso no había estado ya aquí, acaso me perdí de algo?

_Si querido, pero a hora eres parte de mi, compartes todo de mi… A hora eres como yo…

_No te entiendo…

_Muy sencillo, espía en tu interior y veras con más claridad todo, sabrás la verdad… A hora eres diferente… Eres una creatura de la noche…

_Me asustas. Aun que no niego que me gusta. Me siento más fuerte. Puedo sentir y ver cosas que nunca antes podría imaginar, incluso puedo ver lo que piensas y lo que sientes, me siento insuperable.

_Pronto aprenderás… Eres un aprendiz admirable, no hay duda… Yo jamás me equivoco…

Lo asió por el cuello y lo acerco a su rostro, y clavo sus ojos en los de él, dice:

_A hora bebe de mi y se inmortal. Bebe de mi sangre, y que mi poder bulla dentro de ti…

Sus afilados colmillos se volvieron a clavar una vez más en el cuello del chico, pero esta vez él no opuso resistencia, -es más diría que hasta lo deseaba con vehemencia-, mientras succiona el vital liquido que se despatarra por doquier; miles de imágenes se desplegaron como una película en nítidos colores… Miro una noche oscura en que el cielo se desplegaban unos negros nubarrones y lo surcaban amenazantes relámpagos muy cerca de la copa de un Castillo empalado en una loma, más a bajo un fuego avanzaba en una sola línea recta hacia arriba; miro enseguida el rostro del muchacho muy pegado a él; con su sonrisa pérfida y sus brillantes ojos castaños dorados…

Luego un rostro con una blancura que se le cuaja en el rostro y unos ojos azules de glacial aspecto… Más adelante otro rostro que le pareció conocido; la piel dorada, los ojos verdes y una sensual sonrisa que lo ruborizaron, el rostro lleno de vida, de sexo, de desvergüenza; lo miro semidesnudo con un traje de baño tan pequeño que a penas si contenía sus vergüenzas; capto con total nitidez los vellos que le corrían desde el ombligo hasta su sexo, el grosor del falo, el tamaño de las huevas, los muslos velludos, las nalgas redondas y duras, los musculosos muslos, las piernas fuertes, las manos grandes y fuertes; recorrer ávidas el pecho, la espalda apenas musculada, la curva de la cintura, la cadera apenas definida, los torneados muslos que le hacían ver como si fuera una muchacha; sintió la tibieza del agua, el olor de las flores, de la fruta, de la vid; el calorcito, el sol pegarle en el pecho bronceado, en el cabello rubio castaño.

Luego una escena aterradora, el mismo hombre se le monta; muerde su cuello, va por la espalda, abre las nalgas, poner su enorme falo con la punta brillante, goteando profuso, justo en la abertura de la cueva que se contrae de gusto, los pliegues se contraen en puro gozo, su falo enhiesto, las huevas tiesas cargadas de liquido a más no poder, -gemidos por allá y por acá, que se confunden con el viento, con el cántico de los pájaros, el canto de las cigarras, el chasquido del agua al caer de la compuerta central, el vaivén del los árboles, todos los sonidos de la naturaleza en complicidad con el idilio, se unieron en una música suave y arrulladora… Con sus ojos verdes fijos en sus ojos miel, con sus labios como susurrándole algo y con la mirada brillante de Alejandro, con su sonrisa burlona pareciendo decirle algo...

La voz como un trueno lo saca de su letargo:

_¿Oscar, Oscar, despierta ya, ya basta, basta ya, que eh dicho, basta?

De un movimiento brusco aparta la muñeca que todavía chorrea sangre… Lo coge con las dos manos y lo aproxima a su rostro; los ojos castaño dorado se clavan en los de él, de un color miel dorado, de la boca sale despatarrado un liquido rojo intenso, los dientecillos caninos a penas poco afilados, poco visibles; el gesto todavía como en éxtasis, perdido en el limbo, inconciente tal vez…

_¿Jamás lo vuelvas hacer, nunca pases de los latidos del corazón. Cuando este para ya no tiene sentido seguir, es el momento de dejarlo. Me entendiste?

_¡Si, y que hay de las imágenes!

_¡Son tan solo eso, imágenes que la victima hizo en sus últimas horas… Es solo eso!

El chiquillo sonrío divertido:

No eran cuentos de Oliver; el muchacho se estaba divertimento con uno de los Montero; el muy descarado, se valía de todas las artimañas para mantenerlos a todos a raya, -no pudo mas que sonreír divertido con la idea; el mismo en su momento sofrío las descabelladas consecuencias de ser el favorito-. Al darle su sangre vio la imagen de Alejandro Montero, en el lago de los Milagros, aquella tarde en que con toda la desesperación de una alma enamorada su hermano vino en su búsqueda y al no encontrarlo se fue a refugiar en los brazos de la mujer que el mismo Alejandro de Torre Alba había predispuesto para él, solo que esto se hacia cuando él lo autorizaba, ellos eran la fuente de su alimento, y si el quería podía compartirles a su vez su don, de lo contrario estaban los sirvientes de los cuales ellos se alimentaban, era un privilegio que él compartiera con ellos ya que desde tiempos inmemorables los antecesores se servían como esclavos a las nuevas generaciones; ya sea como esposos, amantes sirvientes o se servían también de ellos como fuente de alimento, -pasaran muchas generaciones para que ellos pasen a ser a una casta mas elevada, el muchacho era de las castas de mas alta alcurnia por derecho propio, y también era el que por el momento tenia la fuerza para convertir, a parte de su Tía; Ana Lucrecia de Torre Alba, con algunas pequeñas diferencias a lo que a talentos se refería; ser convertido por el muchacho auguraba un sin fin de talentos y un poder inusitado.


(Amar Duele)


La mirada tensa, la actitud retorcida, la respiración era como la de un toro furioso; impasible, pero era claro que era algo de lo que estaba bien lejos de sentir, conocido por su carácter violento, e impredecible era imposible que no se le echara de ver la ira, solo ver esos ojos de miradas de fuego, bastaban para alejarse como un viento tempestuoso.

Pero Oliver no era de esos por el contrario le gustaba provocarlo y luego reír de diversión secreta maligna: Se le acerca justo al frondoso árbol de moras, que servia a su vez de protección y como adorno; un árbol tan antiguo como el mismo Caserón; viejo y decrepito, el que había visto pasar infinidad de Amos a lo largo de generaciones en pleno florecimiento -habrá hartas moras para la pronta temporada; de mas chicos lo usaban para treparse en sus juegos infantiles.

Burlón, intrigado dice:

_¿Te pasa algo y no lo digo por que me extrañe -arrastra las palabras como él, entre cínico e irónico-. ¡Me das risa, pequeño!

Se mofa de diversión:

_Ya en ti no me extraña nada…

El esta en un dejo de ira que no le cabía en el pecho. Hacia tanto tiempo que no sentía ese sentimiento que lo arrastraba ha ponerse en evidencia; eran puros y netos celos; unos celos que lo enfermaban, que lo llevaban hasta el grado de vejación y de provocar la burla de los demás, que lo hacían perder toda su frialdad, la cordura y para terminar siendo uno mas del común.

Esta con la cabeza y la espalda erguida en una arrogancia que solo él era capas de asumir; Una de las manos apoyadas en el tronco del árbol, la otra golpea la pierna con el fuete, aseverando que estaba en una actitud desafiante e imposible. Aun así a él, le pareció hermoso, aun enojado no le cambiaban la hermosura de las facciones; era cierto que en esos momentos era imposible que se le apreciara bien en el relieve, pero a Oliver le chiflaba mucho su actitud que le parecían fantocheadas típicas de los niños bien o berrinches mal encausados, pero no había duda que se sentía a gusto provocándole, y lo hacia de puro gusto de diversión y es que se le hacia tan hombrecito, tan machito… Tan perdido en su amor, tan desvalido que le daban ganas de abrazarlo, besarlo, llevarlo hasta su regazo y consolarlo… Pero eso era también imposible ya que su carácter no estaba en la mejor de las disposiciones, mientras mas desvalido se sentía a si mismo de pronto su orgullo le afloraba y toda la dulzura que inspiraba se tornaba en un gesto agrio y desdeñoso.

Esa mañana traía unos tejanos que le entallaban y le dibujaban las piernas largas y musculosas, la camisa blanca de rayón abierta a la altura torácica, entreveía con impudicia la magnifica constitución, la chamarra de piel, sombrero Stetson, guantes y botas a juego, estaba inquietante, parecía que se había tomado su tiempo para arreglarse; el cabello lacio y lustroso, la cejas perfectamente limpias y arqueadas, los labios sensuales, ese olor a madera y romero tan de él, podía sentir su exudación, su deseo; los pezones erectos, su sexo palpitándole en el apretado tejano; sentia como se estremecía y como una oleada de erotismo le recorría la espalda alta hasta la espalda baja, temblar en su interior y llenarse de sudor, entre abrir los sensuales labios y musitar muy bajito "te deseo tanto" pero era duro de roer y mas aun cuando estaba rodeado de gente, imposible quese dejara llevar por ese sentimiento…

Lo mira apostarse como un lobo, tomar una postura defensiva.

Burlo, dice:

_Por que no estas con los demás a caso quieres decirme algo y es tan terrible que tienes que decirlo aquí…

Sin omitir palabra y sin perder su actitud inquisidora levanta el fuete y lo pone a la altura del rostro, recorre la mejilla hasta la oreja, luego el cuello, lo obliga a girarse un poco, parece buscar algo, le sigue hacia abajo, y sintió una corriente que le corrió a hasta el mismo sexo, quizá fue su imaginación o le pareció que el fuete era su lengua, la sintió húmeda y caliente, la situación era para volverse loco.

Lo abraza con su brillante mirada...

Dice:

_¿Hay huellas en tu piel de besos. Y no son los míos, imagino que te divertiste a noche?

_¡…..!

_¿Cállate, que aun no eh terminado? A caso son mejores los besos de esa vagabunda. Te conozco Oliver sé que tu siempre quieres mas. Pero espero que te quede solo como eso, por que de lo contrario habrá que ver. Y sabes que no amenazo ¿Tu tienes mis besos en la piel y por ese echo me perteneces que no se te olvide?

_¡De que estas hablando!!!

_No me colmes la paciencia Oliver, el echo es que anoche te largaste con ese perro y si aun no te queda claro, si tu me tratas de engañar, lo vas a lamentar…

_Ahora escúchame tu y escúchame bien. Que te quede claro, que yo solo trabajo para ti y lo que yo haga a fuera y con quien yo quiera y a la hora que quiera, es muy a parte de lo que yo haga contigo. Tu solo eres eso, mi segunda opción…

_Perro tendrías que ser…

No termino cuando ya las manos las tenia en el cuello, lo zarandeo a los dos lados y luego lo empujo hacia el tronco que le sirvió como sostén, se llevo una mano al cuello y con la otra le cruzo la cara por lo dos lados, Oliver le arrebato el fuete y amenazante, pretende con darle con el, se contiene y lo arroja a los pies de este, se da la vuelta y se aleja.

El muchacho cae de rodillas, luego se lleva las manos a la cara; parece gritar pero no puede, solo murmuro entre dientes que le rechinaban de ira contenida:

"Oliver, Oliver, Oliver"

Cuando levanto el rostro el ya había desaparecido. Solo las miradas de los otros muchachos, estaban curiosas en él…

Desde ese día no lo volvió a ver; tanto como aquel, como él, que no se cruzaron ni en el llano, ni en la casa, ni en ninguna parte y el por su parte estaba resuelto a no insistir, no por miedo si no por que en el fondo se sentía culpable de lo sucedido, pero no era de las personas que sabían pedir perdón, se sabia culpable y se arrepentía, pero hasta allí.

Siempre evitaba encontrarse con el en el mismo lugar, sabia que le era imposible estar mucho tiempo sin dejar de hablarle, por eso mismo le sacaba la vuelta y conociéndolo sabia que tampoco lo evitaría; así que fue el quien cambio sus hábitos, sin dejar de responsabilizarse de sus deberes, ya no iba por el salón, ni por el comedor, ni por ningún lugar en que sabia que el muchacho estaría, los muchachos conociendo la situación siempre lo tenían alertado, de cuando aquel se aparecería y aun que tenia la mala costumbre de ser impredecible le era imposible que se lo encontrara, por mas que buscara la oportunidad, sabia que no resistiría a su encanto y ya por cualquier cosa se acercaría y todo volvería a ser como antes. El muchacho por lo mismo buscaba la manera de saber de él, ya sea por la gente de la casa o por ellos que de alguna manera siempre estaban en contubernio, se solapaban los unos a los otros, todo en secreto, no con malicia, si no con pura camaradería de ellos, era un pacto de ayudarse y saberse todo entre los unos y los otros, no había secretos entre ellos ni traiciones, era una comunidad que habían aprendido de él, y se respetaba como tal, por eso no se sentía ignorado, por el contrario se sabia parte de ellos, sabia que no lo engañarían y aun que el fuera el Amo, que siempre había una distancia de por medio, de alguna forma que cada uno de ellos tenia, se comunicarían con él, el sabría de todo y de todos.

Sabia que Oliver lo estaba evitando por orgullo o por que también se sabia culpable, pero era el, el mas rebelde, y no por que se sintiera superior a todos los demás por su posición si no por que en si así era su carácter…

Estuvo resuelto a esperar a que la situación se diera por si sola, se dedico a presentarse en los lugares que siempre habituaban a ir, de forma inesperada y aun que no siempre le gustaba y sintiese a gusto con la boba situación ya que los muchachos sabían que no era de su agrado, que usualmente el solo lo hacia estando Oliver, que este siempre de alguna forma lo obligaba no a socializar, si no a hacer cosas propiamente de ellos, los muchachos, pero a su vez el hacia cosas diferentes con cada uno de ellos y no era un secreto ya que en su momento ellos habían estado en el lugar que ahora ocupaba el.

Tenia una forma de ser tan de el, y se habituaba a todo y a todos como si los conociera de toda la vida: Y es que en verdad que los conocía a todos y cada uno de ellos como así mismo. Pero había ciertas cosas que no le parecían propias y que las tomaba como burdas, allí era donde no se sentía a gusto y se sentía fuera de lugar, pero que mas hacia, el era quien a había venido hasta su espacio, y si se sentía insultado tendría que aguantarse ya que en grupo no había distinción y todos los muchachos eran iguales, rebeldes e irreverentes.
A veces era blanco del grupo, y no estando Oliver se les olvidaba la diferencia; no como el Amo si no como el amante, si lo respetaban era por la fuerza que imponía este ante todos, como si fuera un trofeo, este siempre estaba en el grupo ya sea muy junto a el, a su lado, a su espalda o con sus brazos en la espalda; nunca muy separado, siempre él en posición, allí se suponía el papel que cada quien jugaba, siempre era así, Oliver le daba esa cualidad y esa calidad de protección y aun que ciertamente todos le daban los mismos efectos en él, se acentuaban con singularidad.

No era que la necesitara, de su protección, era el echo sentimental, el intercambio, el acuerdo de ellos dos, desde mucho antes ese lazo se había establecido, era como una necesidad de los dos, "era un amor total". Con Oliver era donde mas se acentuaba, podía el revolotear con alguien mas pero era con el con quien siempre volvía, parecían vivir el uno para con el otro, y pareciese que viendo al uno se le veía al otro, se complementaban tan perfectamente que a pesar de los años seguían juntos y en un echo como el que había pasado y que de vez en vez pasaban, eran como lo llaman los otros; darse un espacio, dejar que el otro experimente con nuevas sensaciones, era un pacto de los dos, de su relación, un poco forzada pero no había de otra forma, así era la situación, a si que no pasaría mucho tiempo separados en cualquier momento uno de los dos daría su brazo a torcer.

Aun que pareciera de risa era algo muy respetable, verles a cada uno por su lado y con su grupo, por que Oliver se iba hasta la vecina Ciudad y a el se le veía rondar por el Caserón ensimismado; había veces que se le encontraba en la oscuridad a muy altas horas de la noche rondando por los pasillos y no retirarse "hasta que el no llegara; no había una noche en que Oliver no llegara a dormir, siempre lo hacia, y no por estar en esta situación lo haría: Así que cuando el grupo llegaba y se instalaba en sus respectivas habitaciones el se iba a la suya y aun que tenia que cruzar una gran distancia y corría el riesgo de que lo vieran, no se retiraba, sabia bien que aquel aun no se iba a su habitación; de que estaba a un en el saloncito donde estuviese el hacia rato, de que tal vez este a un estaba echándose las ultimas, haciendo tiempo para que el se fuera y no se lo encontrara en el camino…

A él no le importaba si se tragase todo el vino, lo que le preocupaba siempre era que no estuviera dentro de la villa; en sus dominios, estando en ellos siempre había gente que lo cuidara y así saber de él, aun que siempre iban en grupo a las Ciudades cercanas nunca tenia sosiego hasta que no escuchara el motor del coche o la bulla que hacían cuando llegaban, su sexto sentido le avisaba que ya estaban en el Caserón: Para colmo de su descontento siempre que estaban distanciados, él se emperraba en irse a mas allá de la villa, por que sabia que en ella el siempre tenia a alguien que le avisara donde o de lo que hacia, por eso siempre se iba con su grupito, con los que hacia mas migas hasta mas allá de los linderos de sus dominios como una medida extra a su enojo "si va a tronar que truene".

El grupito lo conformaban no solo los muchacho, si no unos cantos mas de los que el tenia razón de que eran de los mejores y en los cuales el sabia bien de que estaban en buenas manos, los muchachos para el eran algo muy valioso, Oliver también sabia que el los ponía con el objeto de saber de que si llegaba a pasar algo, el y los muchacho estarían bien, ese era la ventaja de pertenecer a la Comunidad; diez eran los muchachos y cinco eran los restantes, nunca salía sin ninguno de ellos. También sabia que entre los muchachos habían los de confianza de el, que en si estaban no solo para seguirlo si no para protegerlo y protegerse entre si, había una confianza ciega entre ellos y una camaradería que no había por que no hacer lo que el quería y deseaba sabia bien que ellos eran sus ojos y sus oídos y el tenia permiso de el; de todos modos el lo sabría todo, siempre era así y nunca le había importado que el siempre estuviera con esos ojos castaño dorado expectantes en cada uno de los muchachos y de los que lo cuidaban, a si se sentía cómodo y querido, era para el la joya mas preciada, el era El Favorito del Diablo.

"Si, dice que allí estuvo, tomo unas cuantas cervezas con tequilas pero miraba que no llegaba y como tampoco se mareaba y a sabiendas que no llegaría si seguía allí, se fue; parece ser que anduvo rondando un poco por las caballerizas y por los pasillos cerca del saloncito, ya sabe que no se acuesta hasta que no llega, ya debió verle por allí, en las sombras"

¿Mire dentro de el y lo vera todo con total claridad, como quiera verlo?

¿Dice que no puede verlo, por eso es que pregunta?

 "Ah, a de ser por la cercanía que tienen entre si, el debió bloquearse para con el"

"Si eso debe ser, ya todos están dormidos podría verlo a través de ellos"

"Sabe que estuvo muy callado, casi podía decirse que hasta lloro, no lo siente en el ambiente sus consecuencias, su drama se siente en cada rincón del Caserón, es como su misma alma"

"No, no se ha dado cuenta, el no quiere que el sepa"

 "Va rumbo a su habitación a pasado el patio, es tiempo de que vuelva"
 
"El cree eso"

"Si, si sigue la situación de la misma manera se debilitara tanto que cuando quiera pelear, estará tan débil que será presa fácil, y el no quiere eso o si"...
 
"Además el también lo necesita, el es su complemento, se siente desolado, perdido, el solo echo de estar separados implica ya un sacrificio, el pequeño es así impulsivo pero no volverá hacerlo, lo conoce, sabe que el echo le duele mas a el que a nadie" 
 
"Si dice que ira esta noche"

_¿Cuanto tiempo tiene de estar con él?

_Ah, mucho tiempo. Es él el mas antiguo, aun mas que el Pequeño, quizá tiene la edad de la Marquesa, cuando ella llego se veía que ella tenia poco tiempo de haber sido convertida por el Duque, el pequeño nació ya convertido, la sangre de los dos mas antiguos se bullía dentro de él por eso la Marquesa le tiene miedo sabe que el Pequeño es infinitamente mas poderoso…

"Que paso con los Duques"

_No se sabe, se decía que estaban enterrados en el Castillo otros decían que el Marques en contubernio con su mujer los habían entregado para que los quemaran vivos. Al poco tiempo el Marques también fue entregado en una doble jugada y así un día ya no volvió y la Marquesa se hizo de los títulos, y las propiedades y se hizo también de los mellizos…

_¡Ángela es la hermana del Peque!

_Ya es hora de que te vayas…



El saloncito estaba en el sótano de la ala Oeste, lejos a su vez de los dormitorios principales, en esa misma ala estaban las habitaciones de los muchachos, el saloncito era su lugar de esparcimiento, y si quería ir hasta la ala Este donde estaba la habitación de él, tendría que pasar, ya sea por el patio o por los salones, o por las habitaciones de los huéspedes, y aun que se encontraba en el mismo piso que la de él, para llegar tenia que franquear varios obstáculos y eso solo sucedía cuando él lo autorizaba, no sabia si él estaba dispuesto a recibirlo…

Sin pensarlo se encamino rumbo a su habitación que estaba en la misma ala que el saloncito, solo que esta se encontraba en el quinto piso; eran unas de las mas grandes y fastuosas del Caserón con ventanas hasta el techo… Al cerrar la puerta tras de si, se quedo parado, mirando de arriba abajo ese enorme recinto que era su habitación, la que él había dispuesto desde hacia mucho tiempo para su uso personal… Una decoración exquisita y fastuosa se veía por toda la habitación; un lecho enorme, bien vestida, con blanco edredón acolchado, con muchas almohadas, con una gran cabecera; dos mesitas, dos lámparas, en si muy parecido a todas las habitaciones del Caserón, se diferenciaba solo en el color azulado y negro…

Paso el salón de estar y se dirigió enseguida al ventanal que daba hasta el techo, recorrió el pesado cortinaje; se quedo un momento embelezado con las luces que se distinguían a lo lejos, que bordeaban todo el parral, dándole una imagen de ensueño, las estrellas caían en una cortina desde el cielo, muy a lo lejos se escuchaba el canto de las grillos, y el viento traía desde lo lejos el olor a fruta fresca, a tierra mojada, a madera y romero; la paja y el estiércol se le venia desde los establos, el relincho de los caballos, el mugido del ganado y algo que desde un tiempo para acá le estaba taladrando la cabeza, un extraño halo se había apoderado del ambiente del Caserón; se había cuajado en un gris pálido que aun a pesar de disfrutar de ese extraño y novedoso poder que él le había otorgado, y que desde un tiempo para acá le hacia tener raras y vividas alucinaciones, aun que también en momentos en su mente había sendos y grises nubarrones, que por momentos lo hacían ver distraído, distante y falto del carácter habitual que lo caracterizaba y lo hacían ver con un apetito sexual feroz…

O quizá serian los besos de fuego que le prodigaba, o las lujúrientas caricias a las que lo sometía y que de vez en vez él dejaba que un incandescente liquido rojizo se le escapara y se corriera por los labios hasta su boca, y él se pegara luego con ansias locas a sus labios, se quedaran allí en un beso de fuego ardiente…

Era entonces cuando miles de imágenes se desplegaban como película; veía cosas que le parecían reales y que lo asustaban de momento, para después llenarlo de intriga, su sangre se mezclaba con la de él y poco a poco se fortalecía, lo llenaba de unos brios que nunca hubiera imaginado, tanto lo exaltaban que el solo pensar en ello lo henchía de deseos, lo predisponía a pensar en él de una manera impúdica y descarada…

Corrió la cortina un poco dejando también la ventana para que el olor del campo se colara hasta la habitación y la ventilara, aun que ni falta que hacia, si de algo le servia ser el favorito era de tener todas las atenciones de Alejandro y esto era todo… Se fue desabrochando la camisola; se vieron enseguida los pronunciados músculos, el abdomen plano y ligeramente marcado, los vellos que se delineaban desde el ombligo hacia a bajo, la correa que se había destrabado, los botones del pantalón, el calzoncillo blanco, su sexo atrapado se le dibuja impúdico…

Vemos lo que él ve:

Es el rostro del muchacho muy cerca de su sexo, y su sexo enhiesto se mueve por si solo, como con vida propia, golpear su abdomen y luego su rostro, dejarlo en sus labios, moverse hacia atrás y adelante; henchido, sonrosado, babeante, en sus labios una y otra vez -la vista del muchacho puesta en su rostro, su gesto que es de éxtasis- el muchacho extasiado de deseo; luego metérselo todo hasta las amígdalas, dejarlo allí; abrir los ojos y ver lo que él ve:

Su sexo en su boca, en la barbilla; los brazos arriba, las manos entrelazadas en la nuca, moverse con lentitud exasperante -las manos de él en las nalgas, respirar ahogado, sacarlo todo de su boca y luego volver a meterse dentro él-, las lagrimas que le escapan por las mejillas, mas no parar y volver a repetirlo hasta que se derramara en su cara…

Tomarlo por los hombros y ponerlo de pie, llevarlo hasta muy junto a él; tomarlo de la barbilla y atráelo hacia si, besarlo con ardor, lamerse uno al otro; luego darse un beso muy largo y quedarse muy juntos, muy quietos, restregarse uno a otro con sus cuerpos y sus sexos enhiestos entrelazados; volverse uno solo, cubiertos de sudor y sus olores se hicieron uno mismo, -las bocas muy pegadas-, sus manos recorrer su culo redondo, abrirse camino, y que sus dedos se escapan hasta su intimidad, hurgar muy adentro, empapándose de él, listo para recibirlo, abrirle las piernas con las suyas y escurrirse hasta chocar contra su culo y quedar atrapado en él, -abrirse camino babeante, moverse una y otra vez hasta muy dentro de él; esta enhiesto listo para franquear su culo que esta hambriento de sexo-, como sus bocas se devoran, las lenguas que se enroscan devorándose, gimiendo, exudando olores que se confunden y se hacen uno mismo. -a que rica sensación le corría por todo su sexo, restregarse contra la almohada, friccionándose, empujándose y levantando su culo una y otra vez.

La cámara se acerca, por las piernas, los muslos, los glúteos, -vemos su intimidad; las nalgas que se contraen, su intimidad, su sexo, su culo en popa y se deja caer una y otra vez hasta que se queda muy quieto, ya no hay movimiento, solo quietud y silencio… El olor de las flores se confunden con el olor del sexo, haciéndolo denso, el viento que se cuela por la ventana… Y una sombra que cae desde arriba, que se escurre por doquier y un vientecillo trae consigo un intenso olor a madera y romero…

Sin quererlo se durmió pensando en si lo recibiría; soñaba que se sentía solo, también tenia frío y parecía, que algo le oprimía el pecho, se sintió angustiado y lo supo por que un vientecillo se filtro hasta sus sabanas, le corrió por los pies, hasta su sexo, sintió una oleada de deseo, que le causo una hinchazón; la imagen de Alejandro se le vino a la mente, -el frío le aviso que no estaba totalmente dormido-. Pero tampoco quería levantarse a cerrarla, -ah, como se sentía solo, en ese lecho que le pareció inmenso y frío, cuantas veces había dormido allí; las contó una o dos veces por mes, el resto se las pasaba con él, en su cama… Ni el licor mitigaba la opresión que sentía en el pecho, sintió la necesidad de musitar su nombre, se le vino a la mente su calor, su olor, y sus curvas casi imperceptibles, como él con sabia sabiduría siempre se buscaba un lugar, y a si se quedaban fundidos, en uno solo, tenia una gracia para buscarlo en las noches, era como un imán y después su sexo reaccionaba instintivamente, tanto que siempre sabia donde encontrar su tibio nido el cual siempre lo recibía, aunado a su olor que se le colaba por todas las membranas; la suavidad de su piel, su calor tan tibio y acogedor… Sintió vergüenza de si mismo, el solo pensar en él lo había excitado…

"Ah Pequeño, te necesito tanto y te extraño tanto; tu calor, tu olor, tu piel me vuelve loco, tanto que ya no siento frío, ahora siento tu calor, tu olor, tu piel junto a la mía, que extraño".

Luego una sombra que se le escurre hasta su lecho, en sus sabanas, se busca un lugar muy junto a él, se pega a su cuerpo, hasta su piel; luego un intenso olor a madera y romero que lo inundan todo, que se le impregna hasta los sentidos…

Creyó que él estaba allí...

"Sabia que me necesitabas por ello mismo estoy aquí… Siempre que me necesites aquí estaré"

No dijo nada solo se abrazo a él, se fundió en él, se introdujo en él. Se durmió en seguida, contento y feliz, por fin otra vez con él, tan acogedor, tan lleno de amor, de sexo, de paz…

_Te quiero Alex…

_También yo Oliver…

La claridad de la mañana se colaba por la rendija que dejaba la cortina, arañando las paredes, formando difusas figurillas; el olor de la tierra fresca y el de las flores se colaba hasta las fosas nasales, el vientecillo helado le anunciaba que ya era de día… Pero aun no quería levantarse, el calor del hombre se hacia mas evidente e irresistible; se pega mas y mas, sintiendo su dureza mañanera entre sus nalgas desnudas; la humedad viscosa y caliente le torturaba, le provocaba pegarse mas y mas, henchida, furiosa trataba de franquear su intimidad húmeda y tentadora, caliente; su ancho pecho contra sus omoplatos, sentía sus tetillas y sus vellos restregándose tras de si, la pelvis golpear sus caderas tratando de escurrirse, las manos en sus nalgas, empujar y escurrirse; sus labios en su cuello y la espalda, pegarse mucho, y decir como en un susurro:

_Que puedo hacer para que me perdones…

Suspiro del muchacho, sigue en su lugar, se mueve un poco, se acomoda aun mas, se le escurre…

_Que tendría que perdonarte. Si tú eres mi otra mitad. Lastimarte a ti seria como hacerlo conmigo y eso no conviene…

Le besa el cuello y la espalda le restriega el pecho y se le pega mucho, dice muy junto a su oído, casi como en un susurro:

_El que pienses que falte y aun que sabes que no hice nada de lo que pueda arrepentirme la duda la tienes y eso me hace muy infeliz…

_Lo se Oliver parte de ello es mi culpa por haberte instigado, pero si de algo puedes estar seguro, es que soy yo quien mas desgraciado se siente. Tanto que ni a la cara puedo verte. Te puse en peligro…

Vemos lo que la cámara ve:

La mirada brillante, los ojos perlados de lagrimas en unos ojos castaño brillantes, su gesto es de angustia; su jadeo casi inaudible y ahogado, lo hacían rígido del cuerpo y del animo. El poso una de sus manos en su hombro y sintió un estremecimiento; noto que lloraba muy quedo muy intimo, y sintió una oleada de amor que lo exalto a lo mas profundo de su ser, le araño lo mas intimo de sus pensamientos, sintiendo luego una extraña e inusitada sensación de abrazarlo, de juntarse a él, de posarse encima de él; besar su hombro, su cuello, su espalda, la curva de la cadera, besar sus pomposas nalgas, restregar su sexo en todo él, -adivino que también gozaba, eso lo alentó a seguir…

Son sus caricias como un rose sutil; son sus músculos los que se contraen y enseguida se relajan… Sonrisa de él, -la tensión pasa como un relámpago, de golpe y olvidarse de todo-, enseguida la caricia se vuelve mas placentera, la mano va hacia a bajo hasta allí y como tocado por la electricidad él se echa para atrás, por si solo, dando total acceso a que se rejodie con su intimidad, que su lengua se escape hasta lo mas profundo de su ser; que se relaje y se llene de placer -relajarse a tal grado que esta listo para recibirlo-, otra vez va hacia arriba, rosar con su erección sus muslos, restregársele en la espalda; su sexo posarse en su intimidad, sentir un calor abrazador, abrirse paso, -solo un poco-, ver que se llena de sudor, que se llena de exudación, que lo aprisiona que lo succiona, -besar su espalda, sentirlo relajado, ya dispuesto, un empujoncito mas y… Abrirse mas y echarse para atrás, ya dispuesto a recibirlo, de un empujón se mete todo dentro de él, sentir sus temblores, que se le desparraman por todo el cuerpo, chocarle en la ingle irle hasta el estomago, tensarlo y acogerle con dulzura, dejarle que se acostumbre a su invasión y luego es él, el que se echa para atrás por si mismo, arriba y a bajo, y en cada estocada que se da, él se entrega con delirio; buscar su cuello, pegarse a su boca como una sanguijuela, buscar el momento de agarrar el ritmo que él lleva…

Acoplarse, volverse uno mismo, correr su mano por su muslo, hasta la rodilla, levantarlo y echarlo para atrás para accesar mejor; ya acoplados se vuelven uno mismo, -como una danza son-, -afuera los pajarillos cantan-. El ya no se mueve, es él que lleva el ritmo, uno y muy vital, su sexo a punto de estallar, -él se queda muy quieto; se ensancha, sus venas se expanden, se le sale y él toma su sexo con sus manos, se lo acomoda y de un solo golpe se lo deja ir hasta el fondo, se queda muy quieto, siente como se derrama dentro de él y sus contracciones que lo hacen gemir; esta aun henchido, y luego volver a meterse esta vez con mas facilidad y con mas fuerza de la inusual, lo vuelve a sacar y se vuelve a meter, una vez mas… Esta al rojo vivo y muy abierto, lo asía de las caderas, y se lo pone encima, otra vez con mas vigor, en cada estocada él siente que esta apunto de derramarse -siente que ya no puede mas…

Vemos lo que la cámara ve:

El muchacho encima de él, se cabalga con vigor, es él ahora quien tiene el control; se desata, es sin miramientos, sin compasión, él esta henchido, casi a punto de estallar… El solo se lo hace; sus manos en sus hombros que lo sostienen y lo penetran desaforadamente, -el muchacho da un gutural grito de mas, y mas, y mas fuerte, que no pare, que se corre-. Como si fuera una orden implacable él da mas, y mas fuerte, y mas bravura a sus embestidas, hasta que su sexo choca con su abertura, -lo taladran, y lo hacen vibrar de placer, todavía esta rígido y chorreante, -sin darse tiempo lo levanta en vilo y lo pone a cuatro y se lo deja ir otra vez de un solo golpe-, él esta tan excitado que la violenta estocada ni la sintió, -así era Oliver, todo o nada, a él ya ni le extrañaba-, por el contrario lo disfrutaba tanto o mas, cuando supuestamente él, le dejaba tener el control, así era feliz, siendo un poco vejado, era una camaradería de ellos…

Sin compasión él se introducía una y otra vez dentro de él, él en ese momento se quedaba muy quieto resistiendo las ultimas estocadas del poderío del veinteañero joven, sabia bien que ya estaba por correrse; la bestial follada y la inevitable imposibilidad para controlar sus embestidas, le anunciaban que había resistido heroicamente las dos corridas a las que se habían acostumbrado; solo en ocasiones intentaban una mas, que mas que disfrutarla ya se volvía dolorosa, no por ello se evitaba, por que si de algo se caracterizaba era de tener una poderosa resistencia y que aun después de mucho tiempo a él le había dado por contra llevar su poderío al unísono…

El muchacho tendido, Oliver con la cabeza en su pecho, -escucha su corazón, tun tun, tun tun-, los largos y delgados dedos de él juguetean con sus rizos, la otra mano se desliza de arriba y a bajo por la ancha espalda, cierra los hermosos ojos castaños y los vuelve abrir rápido...

Dice muy serio:

_¿Me prometes que nunca más vas aceptar una invitación de Adolfo… Me lo prometes?

Miramos lo que él ve.

Dice:

_¿Hay alguna razón para hacerlo?

Fastidiado realmente y retorciéndose en su lugar, dice:

_Si, si la hay Oliver, él es muy peligroso y no dudara en hacerte daño… Y no me lo perdonaría jamás… Es eso suficiente…

_Piensas que no sabría defenderme…

_No, no como él lo haría. Además no tienes la fuerza suficiente él es uno de los mas poderosos de su especie. Ha sido entrenado para matar, tienes que prometerlo…

El joven no dice nada, se retorció, luego dice:

_Esta bien será como tu dices, pero no le tengo miedo!

_No es por que te crea cobarde ni mucho menos. Es por que no quiero que te hagan daño, eso es todo. Me moriría de pena si algo te pasara…

Se incorporo un poco, lo miro a los ojos y enseguida los bajo aludo que entendía, beso sus labios y se fundieron en uno solo, el pacto seguía, el amor seguía, la confianza seguía. Todo quedaba como siempre, igual… 

(La Tormenta)




Te extraño…

Como se extrañan las noches, sin estrellas…
Como se extrañan las mañanas, bellas…
No estar contigo por dios, que me hace daño…

Te extraño, cuando camino, cuando lloro, cuando río…
Cuando el sol brilla, cuando hace mucho frío…
Por que te siento, como algo muy mío…


Canción de: Armando Manzanero.
Canta: Tania Libertad.
Al piano: Armando Manzanero.



Era ya algo muy tarde; serian las tres de la tarde, sin siquiera decir nada se ensillo por si mismo el Prieto; su caballo: Ya listo se encamino jalando tras de si la montura, por el largo pasillo que daba a las afueras por el gran zaguán, viro un poco para ver si alguien estaba por allí que lo mirase; parecía que a ese punto de hora nadie estaría en el Caserón, a excepción de la gente del servicio "pero que importaba, si era el Amo, el que podía hacer lo que quisiese" siguió su camino rumbo a la salida, iba a entrar en el zaguán de la ala Oeste; lo separaba el largo corredor y la rampa empedrada poco inclinada, especial para subir y bajar a las caballerizas y la troje; a la derecha en la parte de arriba estaba la iglesia la cual siempre estaba abierta del otro lado estaba el comedor de la peonada: seis pisos abajo, las caballerizas estaban en el primer piso en las cuatro alas, dispuestos por edades, valorización y raza de los animales; la troje estaba en el segundo piso dispuestas también por categorías, las bodegas estaban por ultimo, en lo bajo del inmueble; solo había una entrada era tan alta y tan ancha como para que un troque de carga entrara y saliera con total libertad, diera una vuelta y saliera de frente… Así era.

Cimientos de piedra maciza sostenían los cinco pisos del pesado inmueble, tres pisos para abajo, eran los sótanos, cada uno era lo doble de alto, así que sin duda era lo doble de lo que aparentaba, mas grande que el Caserón en si mismo; de acero y hormigón; sobresalía el primer piso, sirviendo a su vez de desnivel; que lo hacia ver como si tuviera una gran terraza, una y muy gigante, provista de pasamanos, si se saliera a dar un paseo y ver los viñedos desde la misma, darle uno una vueltecita y tomar el fresco de la mañana, respirar el olor de las flores de la ya muy cercana temporada.

Paso la terraza y echo un ultimo vistazo para comprobar si alguien lo pudiese ver antes de cruzar el lindero del Caserón con los viñedos, era lo mas próximo a la casa: sus ojos castaños se encontraron efectivamente con los de la vieja Dolores; unos ojos negros enmarcados en un rostro recio y autóctono, el cabello lacio y endrino trenzado en un elaborado peinado; la vestimenta propia de una mujer mayor… Eso si muy propia; camisola y un faldón que le llegaba hasta los tobillos, ceñida de la cintura, botines de tacón ancho y un llamativo rebozo de punto fino; rematando con su inseparable cigarrillo sin fieltro -echaba humo como locomotora-, la vista es una fiel pintura de Rivera…

El sol ya se había perdido en unos nubarrones que se habían apeñuscado desde todas direcciones, cuajando el cielo azul en un negro aterrador, presagiando un torrencial aguacero; las florecillas dejaban escapar un último torrente de olores, para luego apeñuscarse en sus pétalos…

Olfateo la flor de la vid, la tierra húmeda que dejaban los cascos del caballo; cabalgo unos veinte minutos a buen paso, las nubes ya estaban mas abajo de lo inusual, ya no se miraba siquiera la copa del Caserón; se pensó que ya no había vuelta atrás, ahora estaba más para acá que para allá…

Luego un mar verde se extendió a lo largo y a lo ancho a una inmensidad interminable, que lo cubrió todo con sus olores y un rayo surco el cielo negro -el potro dio un cejón y tubo que hablarle para mantenerlo en calma, apretó la ingle para no caer de la montura, espoleo la cabalgadura y siguió su paso…

Habría sido mejor dar marcha atrás, pero ya era tarde para eso; el cielo se puso de un gris aterrador… La tormenta arrecio desde el Oeste, le mojaba todo el lado derecho del cuerpo, y hacia más lento el andar de la montura, los relámpagos surcaban el cielo, y los truenos asustaban el caballo, el viento hacia difícil la travesía, si no fuera por que conocía el terreno como la palma de la mano, diría que se perdería en la tormenta…

Nos aproximamos...

Silencio...

Estamos con él: Envueltos en un extraño halo...

Vemos lo que la cámara ve:

Es el rostro bronceado, el gesto crispado, centellantes los hermosos ojos castaños, las cejas a una altura que solo el pedía, la nariz afilada, un poco las fosas abiertas, los labios apretados, la mandíbula crispada, el resuello es como el de un toro furioso, la traquea tiraba con dificultad del aire, el tórax henchido de tanta compresión…

El coche negro entro como un tropel en el parqueadero de la entrada principal; Oliver con sombrero en mano, la chamarra en piel rojo vino, la camisa blanca de algodón abierta a la altura torácica, los tejanos que le entallan como una vaina, y se le apiñaban en la ingle viéndose la entrepierna echada para un lado, ostentosa e impúdica, cuan grande era; botas de armadillo negro; el pie aun en el coche -miramos lo que él ve- la mirada en dirección a la recamara del muchacho; miramos mas allá de lo que el ojo común no puede ver; sus ojos castaños dorados hicieron acopio de todo su poder y habilidades para ver mas allá de lo que otros de su especie no podían; sus ojos se acercaron poco a poco, el balcón, el ventanal; ya estaba adentro, lo busca, y no lo encuentra, lo mira todo inquisidor, lo recorre todo de arriba a bajo, de lado a lado, por todos los rincones sin encontrar una señal; el lecho, su olor, su presencia, un solo rastro de que hubiera estado allí, algo que sabría descifrar que paso por allí -la cámara se acerca poco a poco, casi le acaricia el rostro; la mirada penetrante los ojos castaños, la nariz afilada, la boca sensual, el mentón cuadrado y fuerte, las cejas pobladas rectas, la frente amplia, el cabello castaño rizado- aludió que el muchacho no estaba en el Caserón...

 "Adonde habrá ido después del descubrimiento".

Se encamino rumbo a la entrada iba ya por la segunda escalinata cuando de pronto entro en un sopor inusual; le cayeron miles de imágenes como una película, pero distorsionada y un sonido agudo le taladraba la cabeza, impidiéndole concebir un buen plano de lo que se le presentaba -lanzo un estruendoso grito que se debió escuchar por todo el recinto "Dolores, Dolores, Dolores" una y otra vez, su grito potente y ensordecedor, hicieron temblar hasta los cimientos mismos- y como en una aparición el jovenzuelo ya estaba en el gran salón de estar al pie de la escalera, el agua le escurría por el rostro y los rizos le habían caído apiñándose en el rostro, los ojos le centelleaban, la sensualidad que le emanaba de su contradictorio ser, lo hacia parecer mas atractivo… Sigue inquisidor tratando de ver mas allá de lo que su poder era capaz de descubrir…

La puerta del estudio se abrió por si sola:

Dolores apareció como un fantasma, podría decirse que hasta levitaba; se aposto junto al joven y aludo una reverencia, muy sutil casi sarcástica: a sabiendas de que era alguien muy especial para el muchacho y que implicaba un respeto, no pudo más que mofarse por su esa inusitada desesperación inquirió una cuestión que ya sabia.

_¡Oliver, de verdad que no entiendo tu esa desesperación!

El no la mira. Era verdad su desespero era tanto que lo cegaba por completo; le impedía ver con claridad, la inquietud que sentía en ese momento era como la tormenta que se había desatado ya; para ese entonces ya arreciaba incesante; sendos truenos y relámpagos surcaban el cielo cuajándolo de negros nubarrones, tanto o mas que su misma alma, ensordecido de dolor unas lagrimas cristalizaron sus ojos…

Sin mirarla a un.

Con la voz ahogada, raspeada, dice:

_¿En donde esta tú Amo? -tú Amo muy recalcado- ¿Acaso no me escuchas, Lola?

Socarrona sigue en su juego:

_Tú Señor salio hacia un rato…

_¿A donde?

_De cuando acá tú Señor, te dice de a donde va o con quien estará…

_No juegues con mi desespero Lola…

_No Oliver, no soy yo quien juega. Son las circunstancias; te has empeñado en adjudicarle la categoría de excelso, y eso te hace no ver con claridad la realidad. Tal vez no necesite que lo protejas ¿Que te preocupes tanto por él?

_No entiendes, el Pequeño esta allí solo, en medio de la tempestad, no sabría que hacer…

Burlona, algo cínica:

_No Oliver, no subestimes al Pequeño, tal vez no sea tan débil como crees. Quizá no te necesite realmente ¡Tú amor rebasa los limites de la imbecilidad, tanto que no puedes ver que es más fuerte, que tú y que muchos más!

_¡Tú no entiendes lo que es querer! Lo que es ver a través vez de él, respirar; sentir el infierno cuando no estas, cuando te alejas, pensar en solo volver a verle, todo el día y toda la noche sentir la opresión, la desesperación y cuando ya están juntos todo es fiesta, todo es felicidad. Es eso tan difícil de entender.

La mujer baja la mirada, más el rostro no, calibro su razonamiento, indulgente:

_¿Lo sabemos Oliver, eso es a grandes voces y ese sentimiento es mutuo, pero en ti se hace mas evidente, te pone en entre dicho, no es propio ni conveniente, que lo sientas?

Arrastra las palabras para finalizar.

"Dice que ya la montura esta en el pórtico, su hermano viene de las caballerizas"

Oscar entro en tropel.

Se detiene justo en la entrada que siempre estaba abierta, de par en par con dos altas puertas, magnifica la sala de estar que se veía desde el otro extremo, pero no venia de allí, si de la parte de abajo del patio, con escaleras a ambos lados, suponiendo de donde se venia…

Se miraron a los ojos buscando no se sabe que, quizá una cuestión que ya sabían ambos.

La mirada inquisitiva de la mujer los cohibió; el más joven bajo no solo la mirada, también el rostro, solo a tino a decir:

_El caballo ya esta listo, intuí que lo necesitarías… Por eso mismo lo aliste… Alejandro salio con rumbo al lago de Los Milagros…

El recio joven se encamino a encontrar al más joven; la mano de la mujer lo detuvo del hombro, no la ve, pero la presión de ella lo hizo apretar la mandíbula; a sumiendo dolor.

_Pensaras que no me importa, pero no es así… Cuídate y tráelo contigo -sentencio.

Siguió a encontrarse con su hermano a mitad de camino se detuvo para dirigirse a la mujer pero esta ya no estaba, desapareció como había llegado -sonrío-, esos actos le causaban escalofríos, le arañaban lo mas profundo del razonamiento "el Pequeño era diestro en tales menesteres de escapismo, de saberlo todo con pelos y señales".

Uno a la par del otro bajaron la escalera; al pie ya estaba el caballo bermejo, el chaquetón impermeable, el sombrero Stetson, la escopeta y una caja de cargadores; lo miro extrañado...

¿Y eso?

_Uno nunca sabe, ante noche se escucharon aullidos, allá por los linderos del llano y en la mañana el Guarda Teniente vino diciendo que uno de los caballos de la manada de los vecinos amaneció despedazado. Por eso Alejandro ha dicho a toda la peonada y sobre todo a la de los linderos que se armen y que le disparen a todo lo que se mueva ¡Ha predispuesto guardas a lo largo y a lo ancho!

La mirada de Oliver se perdió en el infinito, a un lugar no especifico, agudizo sus talentos pero fue en vano todo lo cubría una nube: Se prendió un Marlboro, aspiro el humo hasta que le quemo los pulmones, y se le subieron los colores al rostro, se aguanto la ansiedad del ahogamiento, miro a su hermano que ya casi acababa de terminar con la montura, se sintió avergonzado de tanta tontera.

Burlón.

Dice:

_Ni lo intentes. El no deja que lo encontremos. Lola ya lo había mandado buscar hacia unas horas, allá por los linderos y nada. Después del ataque del lobo no quieren sorpresas…

Burlón:

_¿Lobos, por favor Oscar aquí?

No lo ve, sigue con lo de él:

_Si, uno y muy grande. Tan antiguo y tan poderoso que cuando Alejandro lo menciono, sintió que se estremeció de puro terror. Y es raro que sienta miedo, lo sabemos, no es de los que se acobardan…

Le paso el chaquetón que se puso; el sombrero y por ultimo le dio la escopeta, la observo con cuidado; estaba cargada, con balas que eran muy raras, las cuales nunca había visto; pero no les tomo importancia, la enfundo en un compartimiento que el chaquetón tenia -el hermano tomo la rienda del caballo mientras se montaba- enseguida lo espoleo y salio en tropel rumbo al zaguán…

Lo ultimo que dijo Oscar lo había angustiado enormemente pero no quiso pasar por un tonto delante de su hermano ya seria el colmo del descaro: Pero atisbo que se cernía un gran peligro bajo sus cabezas; el Pequeño era muy temerario o muy entupido para tentar al diablo; por su mente pasaron miles de imágenes como una película, en especial una que hacia un tiempo Alejandro le había confiado.

El es uno de los más peligrosos de su especie ha sido entrenado para matar y no es de los que lo dudan -aun que cabía la exagerada obsesión del pequeño por rodearse del eterno enigmatismo que lo caracterizaba.

Pero los hechos no mentían, no era la primera vez que se encontraban animales destrozados con saña; allí mismo en la hacienda de los Torre Alba habían aparecido no solo caballos si no ganado, pero el no corrió la voz, para no cundir el pánico, pero si armo y predispuso a más de dos guardas, no solo en los linderos de la Casona si no a más allá de los del llano, ordeno que no se hablara del tema en frente de los más jóvenes y de la gente del servicio, que si había que hacer alguna diligencia a muy tardadas horas se fuera en compañía de varios de los Tiradores, y que los jóvenes no salieran a ninguna hora después de la noche, por eso Oscar no sabia del tema, hasta que el Guarda Teniente había ido a informarle de los hechos y como era uno de los que siempre andaban en el grupo de Alejandro…

Así debió ser".

Metido en sus pensamientos paso el zaguán y viro un poco para ver por ultimo el Caserón que se erguía majestuoso e infranqueable: Oscar bajo el pórtico y Lola en la terraza, con el rostro viendo al cielo, miro que tenia los ojos cerrados como en plegaria, las manos alzadas, el chal en la cabeza le ondeaba con el viento aterrador, le provoco un escalofrío de muerte; azuzo el caballo y a galope se perdió en la negra tarde lloviosa…


Te extraño, como los árboles extrañan el otoño…
En esas noches que no concilio el sueño…
No te imaginas amor, como te extraño…

Te extraño, en cada paso, que siento solitario…
Cada momento que estoy viviendo a diario…
Estoy sufriendo amor, por que te extraño…


Llovía a cantaros parecía que el cielo se iba a desprender en pura agua de lluvia -eran las primeras aguas de la temporada-. Ya había pasado los linderos de labranza, le seguían los pastizales, había pasado el Lago de los Milagros con su infinidad de compuertas de riego, de canales, de enclavados a desnivel, en un estratégico manantial cubierto con tupida vegetación, con árboles que llegaban hasta el cielo mismo y uno que otro de frutos de la temporada y que no necesitaban más que el agua de lluvia, el pasto que se extendía a lo largo y a lo ancho por doquier; iba por el caminillo de terrecería que bordeaba el canal principal que se unía con el lago tan ancho y tan caudaloso como un río, bordeado por árboles con el fin de proteger de las inclemencias a los cultivos, del otro lado estaba la hacienda de los vecinos, el lago delimitaba la hacienda de los Torre Alba con la de los Montero, con la cual tenia pleito casado desde hacia mucho tiempo atrás, el más viejo de los Montero se negaba a venderle las tierras, que eran unas diez mil hectáreas todas de cultivo y unas tres mil de pastizales donde tenían un criadero de caballos pura sangre, repartidas entre sus cinco hijos, incluyendo al de los ojos verdes, el menor que se dispensaba todas las atenciones de su Tía, incluso conspiraba con el viejo para no hacerse de las tierras…

Los ojos llorosos, el gesto adusto, el agua que le corría por el rostro, el aguacero que venia desde el Oeste, que le caía en la cara, empapándole el hermoso rostro y confundiéndosele con las lagrimas, más no dio ni un solo berrido; el rostro empapado de dolor, como también la ropa que se le apiñaba en el esbelto cuerpo, los Wrangler que se le vuelven uno solo, la camisa blanca de rayón de seda se le pega tanto a los pezones que se hacen ver impúdicos, las líneas de los músculos se hacen ver ostentosos…

La montura va a buen paso; erguida, con la elegancia que le da la rienda del jinete -atisbo que pronto llegaría a la primera casa de vigilancia que estaba a unos tres cuartos de hora; allá por la nopaleda, solo tenia que a apretar la montura y a poco más de una hora ya estaría en ese lugar que por a hora se le antojaba como el más calido de los lugares, quizá el Tirador tendría una sopa de pollo caliente, con un atole y tamales que desde temprano las mujeres de la casa grande les llevaban de una en una por todas las casas de vigilancia, sin olvidar el indispensable tequila para esos menesteres; todo en ese momento se le antojaba, acogedor, todo se le hacia calientito, por que allí en medio de la tormenta todo le daba miedo, los relámpagos que surcaban el cielo negro, los truenos que asustaban el caballo, y le hacían agudizar las penas al grado de amargarse y llorar quedamente confundírsele su lloriqueo con los truenos… Más no paro hasta que viro la tupida vegetación que escondía la casa de vigilancia; echo un ultimo vistazo que desde ese punto se podía ver todo el valle y alcanzo a divisar un jinete que venia en esa misma dirección por el camino de terrecería -agudizo sus talentos para ver mas allá de lo que el ojo común no podía ver -sonrío- la inconfundible figura de Oliver venía en esa montura, ni el rayo, ni el trueno, ni el miedo lo podían asustar, solo había algo que si lo podía llenar de zozobra, desesperación y un miedo irracional; su desprecio y su desamor, y por eso en esos momentos se tornaba en un heroico héroe, capas de cruzar mares, campos de batalla y una simple lluvia de comienzos de temporada…

La casita que no era más que una cabaña en piedra maciza, rustica, con pórtico, de una planta con ventanales hasta el techo a cada lado de la puerta, con cimientos a desnivel, con escalera; se le notaba acogedora y de la chimenea le salía una humadera y se le venía un olor a sopa de pollo, que le hizo azuzar la montura, bordear la casa por la parte de atrás, por donde no había escaleras, si una gran puerta que daba al sótano, la que se abrió por si sola, se fue de largo con todo y caballo; se apeo y luego ya allí lo desensillo, le echo un gabán de vivos colores y dio pastura con salvado, lo dejo suelto para que se moviera a voluntad; el sótano que servia de caballeriza y almacén era tan grande como un corral común; al fondo una escalera de hierro forjado en forma de caracol daba acceso a la parte de arriba de la casa echo un ultimo vistazo, todo estaba bien, calculo que en tres tercios de hora llegaría Oliver con su ya cansada letanía, no le quedo mas remedio que bostezar involuntariamente, le hastiaba y le excitaba someterlo a ese doble juego de poder, azuzarlo con mordaces desprecios, ponerlo por el piso, regodearse con sus humillaciones, para después elevarlo a la cima del crepúsculo y allí dejarlo indefinidamente…

Al llegar a la parte de arriba, se le vino inmediatamente un aire caliente que lo sintió acogedor, le entro un cansancio que le cerraba los ojos, los parpados le caían pesados, el olor a comida se le olvido, se quedo un momento paralizado y el dolor en el costado derecho se le clavo de momento, lo mismo que el pómulo, lo sintió arder y lo palpo algo hinchado, pasaran unas cuantas horas para que su sistema borre toda huella de la caída; el pantalón estaba sucio y la fina camisa estaba toda echa gironés, llena de barro, inservible, el sombrero de ala ancha se había quebrado y se miraba deforme, lo colgó en una sombrerera, puso la camisa en el respaldo de una silla -atisbo que estaba solo, el Tirador no estaba, su presencia hacia mucho rato que se había volatizado; si de algo le valía ser uno de los mas antiguos, era de tener muchos y agudos talentos, veía mas allá de lo que otros de su especie no podían… Se destrabo la correa, se desabotono muy despacito; el moretón se veía grande oscuro, enormemente feo, con dificultad se dejo caer en uno de los sofá que había junto a la fogata, el cabello le caía en bucles algo desechos, el corte de cabello de corto enfrente a largo atrás se le veía revuelto a leonado, le brillaba con el reflejo del fuego; aun con agua en el rostro, gotillas por allá y por acá resaltaban el dorado de la piel, la hacían ver brillante, y la película de vellos muy recortados casi al ras de la piel, desde el ombligo hasta mas allá de la correa se miraba impúdico y sugestivo, el olor de su sexo se hizo mas evidente, le palpito muy repentinamente, y con una de las manos y se lo palpo descaradamente, se lo echo para un lado, respiro hondo y se quedo pensando -los vellos dorados, como caminillo de hormiguillas, se perdían hasta su sexo…

Aun no podemos ver mas allá de lo que vemos:

El dolor en el costado se le clavaba una y otra vez -como una película se le vino a la mente el momento en que en un descuido y cuando un trueno hizo que el animal diera un violento entre cejón que lo tiro de lleno al suelo, cayendo de costado- en esos momentos no se percato del estado real del accidente, pero a hora haciendo un recuento, pudo haber sido más lamentable… Se halo el pantalón que se le estaba apiñando más abajo de la cadera, se encorvo un poco para jalar de las botas de montar; que eran de piel estilo ingles -chatas y planas- haciéndole mas estilizada la figura, reafirmando su aspecto andrógino, le iban muy bien con los Wrangler y lo hacían ver con mas clase; se halo más el pantalón y los vellos púbicos se vieron dorados, no traía interiores, el miembro salto como marioneta a presión pegándosele al vientre, unas gotillas resbalaron oscureciéndole el vello que se veía como un triangulo desde el ombligo hasta abajo; se saco el pantalón y lo aventó a la silla donde ya había dejado la camisa, se despatarro en el sofá, estiro todos los músculos, que se le habían tullido, se quedo a si un buen rato…

Miramos lo que la cámara ve:

El muchacho despatarrado impúdico sobre un costado, los ojos cerrados, el fuego lo abrazaba, allí tumbado como un don nadie, sin vergüenza ni pudor alguno, con su sexo a la vista caído, morcillon, la piel firme, no muy marcado; como los cuerpos de los muchachitos que van entrando a la adolescencia, y por aras del destino se quedara en ese estado de adolescente indefinido, de muchachito grande, con su gran altura, pero con su cuerpo de formas adolescentes, sus curvas sinuosas, casi imperceptibles, su rostro todavía de niño inocente; el que decía que tenia veintitrés años pero que nunca los aparentaba, solamente que uno viera a través de sus ojos castaños, hasta más allá de donde el humano común, nunca pudiera ver, allá donde dicen que el alma habita, donde el ser humano tiene su esencia, podía ver que era un eterno muchachito viejo, que ya había surcado todas las etapas… No por ande se había ganado el mote del Muchacho por muchos y el de el Pequeño por otros como su Tía… Aun así era como muchos muchachitos poseedores de una sexualidad altamente desarrollada, todo lo de un varón adulto se le acentuaba con singularidad; la voz profunda, cuerpo fuerte bien desarrollado, vello por todo el cuerpo, sexo ostentosamente grande, una exudación como el que más, varonilmente bello, poseedor de una belleza inquietante, no de este mundo, como un ángel caído del cielo, o una criatura aterradora de los infiernos…

Tumbado allí, en el sofá:

Muy quieto, los latidos del corazón se le escuchaban; las pulsaciones ir cada vez más y más rápido, y como por arte de magia poco a poco su cuerpo iba tomando la forma de siempre; el moretón se hace menos visible el pómulo ya tenía su forma anterior -los latidos se escuchaban más de prisa, a hora tenía los ojos abiertos, dorados, su gesto glacial daba cuenta de que no estaba muy presente, que estaba en otro plano, estaba como en un trance… Como cada noche entraba en un trance; las horas que le podían caer y que le marcaban el tiempo en el rostro, como alguna línea, como alguna mancha, algún defecto, el vello que podía crecer de más; en la cara, en la zona torácica, en la aureola de las tetillas, en el ombligo, en el pubis, en todo su sexo, como cada noche se regeneraba como por arte de magia, y a la mañana siguiente volvía a ser el eterno muchacho de adolescencia indefinida y sus formas todavía de niño… Volvía a ser el muchacho, a penas espigando, con apenas un poco de vello en el pubis, un poco de pelusilla en las piernas muy dorado, pero con ese enorme miembro echado para un lado, enhiesto, duro, palpitadote con vida propia -su respiración es a hora ya normal, sus ojos estaban ya castaños, el cabello vuelve a estar como siempre, en su estilo, abundante y lustroso, su piel vuelve a tener el mismo color sin defecto alguno, el moretón ya fue, vuelve a ser como antes-, -una parábola; todo revive, todo tiene vida, su sexo tiene vida… A hora necesita alimentarse, siente una sed inusitada, tiene sed, mucha sed, las entrañas le exigen alimentarse, a hora son ellas las que piden atención, su alimento se aproxima por la lomita siente sus pisadas, siente su sangre que se le agolpa, lo mira excelso, como poseído por un extraño encantamiento, va como un autómata, ya no sabe por donde va, ya no sabe que no es dueño de si, lo ha poseído…

_¿Será que te vas a quedar allí… Como una estatua?

La voz como un trueno surca su cabeza y crea un caos en su mente; lo ultimo que recordaba es haber entrado en los linderos de la casita de vigilancia, después de allí todo son nubarrones, su mente estaba en blanco; allí tirado en la cama, con el cabello cubriéndole el rostro, el cuello largo, la espalda a penas masculina, la cintura pequeña, la cadera sinuosa, como la de una muchacha, podía ver la raja que dividía las nalgas, apenas si cubierto por una cobija; mirándolo a si de espaldas se lo imaginaba como una muchacha; allí parado escurriendo agua, con el sombrero en la mano, como paralizado, embelesado con sus formas…

La voz se le escurre hasta lo más profundo:

_Anda ya, quítate esa ropa toda mojada, que si sigues a si vas a coger una pulmonía -burlón, como no creyendo lo que dice- que seria poco probable dado lo que eres… ¡Pero es solo por decir lo que se diría!

El muchacho se incorpora sobre sus codos; la cobija se desliza un poco -el joven ve de soslayo su desnudez; el cuerpo perfecto, la piel sin defecto, se cohíbe, y lo deja de mirar.

El muchacho sonríe con perfidia.

 Dice:

_Vaya, de cuando acá te avergüenzas de mi desnudes… A penas si entraste me comías el culo -la mirada del muchacho escaneo muy rápido el bulto que se denotaba echado para un lado, descarado y contradictoriamente con pulsaciones que le llegan hasta el mismo sexo.

_Tu sexo allí dentro, te palpita, te duele, estas babeante, esta henchido, los cojones te revientan… Estas a punto de tomarme como siempre lo haces, con violencia; a si es como dices, como te dices a ti mismo que no es más que sexo, para que tu hombría no se sienta sobajada… Pobres ilusos, no son más que unos pobres hombrecitos jugando hacer hombres…

El joven se dejo caer desmoralizado en un sillón que estaba muy junto a la cama, se llevo las manos a la cara, se encorvo, con los codos en las rodillas, dice:

_Me estas cansando… Estoy cansado de tus berrinches, de ser siempre el hazme reír, de soportarte, hay momentos en que la cobardía hace presa del heroísmo y de ser a si, jamás me arrepentiría…

El muchacho se aposto como un lobo, se despatarra en las almohadas.

Lo mira con intensidad que casi lo engulliría...

Dice:

_Para ser como yo Oliver, necesitas de una maldad y de la más pura… Tu solo eres un aprendiz de un don nadie, lo que eres me lo debes a mi, y para superarme, necesitas de suprimir… Tu amor… Y no te creo con los cojones…

_Me tienes harto Alejandro. Te has vuelto canson e imposible…

_Será que no te festejo tus constantes infidelidades. El que no allá un pacto, no quiere decir que puedas irte con cualquier vagabunda. Es eso lo que te cansa…

El joven no ve:

_Fíjate como hablas. Nuestro a cuerdo era de nunca intervenir. No haces tú lo mismo…

_A la mierda, no me vengas a hora con tratos que nunca has cumplido. Yo jamás tomo por amante a ningún imbécil…

Su ira era contenida por solo una delgada hebra que si seguían con el juego de azuzarse mutuamente, se rompería por lo más delgado, y esa no seria su amante.

_El caso es que lo haces y yo tengo que sobajarme…

_Ellos para mi no son nada mas que diversión…

_Pero allí están…

_¿Y, que?

_Y que…

_Y aquí estas, como un perro…

_Mi lealtad contigo rebasa mis afectos, el que este aquí no quiere decir lo contrario…

Socarrón, chancero.

_¡Ah si claro, yo me chupo el dedo!

_¡… !


Te extraño, como los árboles extrañan el otoño…
En esas noches que no concilio el sueño…
No te imaginas amor, como te extraño…

Te extraño, en cada paso, que siento solitario…
Cada momento que estoy viviendo a diario…
Estoy sufriendo amor, por que te extraño…


De un manotazo mando lejos la manta que lo cubría quedando en total desnudez, su tibio cuerpo se lleno de un calor abrazador que le llego hasta las membranas mismas, su olor se hizo mas intenso, la estancia se lleno de sexo, el deseo le llegaba hasta el cerebro mismo, el calor que sintió en el bajo vientre le hizo henchir un enorme bulto; la erección de su sexo echado para un lado…

Conociéndolo no podría rechazar tal ofrecimiento; nefasto como nunca hubo conocido, se jugaría la ultima carta, no había marcha atrás; podía oler el olor de su sexo aprisionado en los tejanos, podía sentir su sangre agolparse y bullir sin control por todo su cuerpo, el solo sugerirlo podía desarmarlo, podía desatar a la fiera sexual que llevaba por dentro… Solo un poco más y lo tendría comiendo de su mano -bueno de su sexo.

_Déjate de juegos Oliver tenemos toda la noche para nosotros. La tormenta durara hasta mañana. Lo que no me cabe en la cabeza es que sabiendo la gravedad del asunto hayas permitido que el Tirador se allá movido de su sitio. Claro, se me olvidaba que tienes otros intereses…

Iba a continuar con la perorara pero sonrío burlón y suavizo su actitud no era de los que se quedaban con el buche lleno de piedritas y de alguna forma se tendría que desquitar por ello estaba allí, el lugar era preciso para un combate, donde nadie los escuchara y se dieran cuenta.

Las miradas de soslayo a su entrepierna cargadas de lujuria le hicieron poco a poco bajar la guardia del muro infranqueable que había levantado; lo conocía y sabia bien; que ejercía un poder sobre de él, que no duraría mucho con su enojo, pero eso no era cierto lo único que tenia era el conocimiento de que siendo un animal sexuado, dado a satisfacerse, no podía despreciar algo del cual era un maestro, una sola sugerencia al sexo lo hacia prenderse, una mirada pecaminosa lo hacían temblar, y un rose sutil por allí o por allá lo hacían que el sexo se le hinchara… Babeara como un perro en celo dispuesto a ser su esclavo sexual…

_Por si no lo sabes es la hora en que hace su ronda por los alrededores quizá se alejo lo bastante como para poder volver…

_Tanto a si y la montura…

_¡La ronda se hace a pie desde este punto. Lo sabes muy bien!

_Ah si…

El muchacho se retuerce como una culebra; insinuante, ya esta más calmado, más entregado a el propósito de estar allí, en su idilio, lo llama con sensuales sugerencias, esta listo para recibirlo.

El joven aun esta renuente, lo mira de soslayo, y sonrío con indulgencia, intuyo su juego; se incorpora, se desbotona la camisa botón tras botón, se destraba la correa y de un solo jalon se hala el pantalón que se le apiña en las rodillas, se palpa el falo inhiesto, pegado al vientre, la baba que sale le moja el vello, el pubis y se le transluce una mancha, su olor se expande por toda la habitación; se encorva excitado en demasía, la mano se abraza al falo ardiente; se deleita emulando masturbase, la cadera echada para delante, las nalgas metidas, el vientre contenido, la espalda alta encorvada, las piernas tensas semi abiertas, los músculos se ensanchan haciéndose prominentes, su calor abrazador se hace sugestivo, los labios entre abiertos musitan una palabra "ven y tómalo, que es tuyo" como tocado por un rayo el muchacho salta como un resorte, en un abrir y cerrar de ojos ya lo tenia olfateándole el bulto, pretendiendo engullírselo, pegar mucho los labios, los dedos delgados y finos hurgan ansiosos por la parte de abajo del calzoncillo, se escurren hasta los cojones, que al sentir la tibia caricia se estremece de puro gusto, abrazado a los muslos, sentir su ardor en toda la pierna izquierda, la mano en su sexo, su rostro pegado al vientre, la mano juguetea, pajea y de un solo lo saco por la pernera y se lo metió en la boca; todo de un solo golpe, lo dejo allí, mover su lengua ávida, y con solo el movimiento de la faringe le hizo vivir la más placentera de las corridas en un tumulto de temblores, que los sintió hasta el culo mismo, le corrió por toda la columna, se le desparramo por todo el cerebro, que se le nublo de infinito placer. La fenomenal mamada que le prodigo le hizo que se corriera como un toro; solo atino a exclamar…

¡Ausss!

Tumbados en el lecho, abrazados, la noche apenas comenzaba; la mano en su sexo enhiesto, otras ves henchido, otra vez listo para dar… Sus bocas muy pegadas sus cuerpos sudorosos, sus olores se hicieron uno mismo, se comían con la mirada, la guerra se había dado un chance, la paz reinaba en esos momentos…


Te extraño:
Como se extrañan las noches, sin estrellas…
Como se extrañan las mañanas, bellas…
No estar contigo por dios, que me hace daño…

Te extraño, cuando camino, cuando lloro, cuando río…
Cuando el sol brilla, cuando hace mucho frío…
Por que te siento, como algo muy mío…

Te extraño, como los árboles extrañan el otoño…
En esas noches que no concilio el sueño…
No te imaginas amor, como te extraño…

Te extraño, en cada paso, que siento solitario…
Cada momento que estoy viviendo a diario…
Estoy sufriendo amor, por que te extraño…

Te extraño, cuando la aurora comienza a dar colores…
Por tus virtudes, por todos tus errores, por lo que quieras…
No se, pero te extraño…

Te extraño, cuando la aurora comienza hadar colores…
Por tus virtudes, por todos tus errores, por lo que quieras…
No se, pero te extraño…


Canción de: Armando Manzanero.
Canta: Tania Libertad.
Al piano: Armando manzanero.
Bolero.

(Una Noche de Amor)



 
En estas horas de tristeza infinita…
Cuando tu ausencia pesa más en mi vida…
Cuántos recuerdos guarda mi alma dormida…

Aquellos besos que quemaban mis labios…
Aquellas cosas que temblando decías…
Dónde han quedado, dímelo vida mía…

Estoy cansada de esperar y de llorar…

En mi soledad:
Canción de: ____________.
Canta: Tania Libertad.




_Dolores, Dolores, Dolores?

La voz como un trueno retumbaba por todo el recinto; la escuchaban hasta las criaturas más pequeñas de la creación, todo el recinto temblaba: se apeó del caballo y lo dejó a su suerte en la entrada; subió las escalinatas de dos zancadas, era como si hubiera impulsado su cuerpo para delante y en cada impulso levitara… Cruzó la puerta del ala Oeste; a su paso las puertas del comedor de la peonada se abrieron por sí solas, -dijo al peón que estaba más próximo que se encargara de la montura… Se siguió de largo; pasó el corredor y su presencia alborotó a los caballos que estaban en los establos; un viento helado se venía, no se sabe de donde, se hacía denso en su entorno, el cielo afuera se tiñó de un gris pálido; su gesto crispado, causaba escalofríos…

Como una aparición, se apareció Dolores; justo en el marco del recibidor.

_Cuál es el afán de crear tanto escándalo, Alejandro…

_¡Mi baño, quiero mi baño y lo quiero ahora!

Burlona.

_Tu baño, hace mucho que esta listo…

_Me gusta que adivines cuales son mis necesidades Lola.  Pero lo quiero en su punto…

_En su punto esta, si de algo me vale, es de leer tus más encontrados pensamientos, hasta el mas mínimo…

Ya cuando venías en el camino, pude ver que lo necesitabas…

_No te mofes de mí Lola. Mi estrategia fue un fracaso…

_Oliver se miraba realmente interesado…

_Sí, pero el muy necio se empeña en querer más de lo que puede dar…

_Vamos cálmate Alejandro sigamos hasta tu habitación el baño espera, Oliver ya cederá te aprecia demasiado…

_Hay Lolita, que poco conocimiento tienes de los hombres…

_¡Ah! a poco tú sí... Mira, de cuando acá los patos le tiran a las escopetas!

_Mmm...

Se siguieron por el corredor, donde las aves se juntaban a cuchichear; en un lenguaje que sólo los de su especie eran capaces de descifrar; le avisaron que un jinete se acercaba por los linderos del parral, -le echó un brazo por los hombros, y la apretó dándole crédito-, pasaron la puerta; se vio enseguida el recibidor, que desde cualquier punto, se miraba suntuoso, mientras esperaban el elevador; se adentró en las ultimas horas que había pasado con él, sintió un cosquilleo que le pareció inusual; sonrió con perfidia, muy típica de cuando le divertía lo que había sido capaz de hacer.

_Vamos Lola, creo que te estás convirtiendo en toda una bruja. El peladito ya viene allá por los linderos…

Y viene hecho la mocha…

_Hay Alejandro, quien no te conozca que te compre, por que lo que soy yo… No me la trago…

_Deja de murmurar, Lola…

_¡A poco crees que no sé que se aproxima!

_Lola, lo que se ve, no se pregunta.

_Dime Pequeño, qué fue lo que pasó para que te pusieras así de furioso?

La miró burlón; le divertía la curiosidad de la enérgica mujer; que de vez en vez se dejaba llevar por las cosas mundanas de la humanidad: El pequeño salón, con sofás y una vista del balcón de atrás, al otro lado que daba hacia el frente; el balcón central; en el centro, dos corredores a ambos lados que daban a las recámaras principales, con puertas de madera remachadas de acero, eran más bien de un material especial, hechas como cajas fuertes, como unas fortalezas, donde ni el viento ni el ruido eran capaces de entrar, menos un humano…

¡A si era!

La puerta se abrió por sí sola; como si su sola presencia bastara para que se abrieran… Cruzaron la gran puerta; primero una sala de estar, a su mano izquierda una gran ventana desde el piso hasta el techo que daba a un balcón; enseguida, al frente, una puerta en clásico estilo francés, con vidrios ahumados que envolvía el cuarto de dormir en una secreta privacidad; el lecho era suntuoso, como jamás hubieran visto ojos humanos, desde las maderas, desde las telas, desde los decorados; los cuadros, los objetos de decoración, los cristales, las porcelanas, los metales, el alfombrado, todo con una exquisitez, que causaba una timidez inusual.

_¡Ay Lolita, cuando aprenderás que la curiosidad, no es buena consejera. Sabes que odio que se metan en mis cosas!

_Vamos Pequeño, conmigo no te andes con remilgos tú sabes que yo sé y si yo lo sé que quiere decir que es bastante. Por qué no me dices la razón por la que Oliver venia de allá de la Ciudad y venia como un perro con la cola entre las patas…

El muchacho siguió hasta el baño que era de unas dimensiones inmensas: con grandes ventanas desde el piso hasta el techo, y desde donde se podían ver parte de los jardines, mas allá la arbolada y el camino empedrado, bordeándole los árboles gigantes que se erguían hasta el cielo, resguardando de ojos curiosos su privacidad, y hasta donde la mirada de él le llegaba con total nitidez; la avenida y las residencias comunes… También el Castillo de los Torre Alba, desde donde quizá ella, estaba allí tumbada con él, enroscada en sus brazos, oliendo su olor; mirando con sus ojos gatunos a un lugar sin fin, en un arrobo fingido…

_El peladito está siendo enredado por el perro ese de Adolfo, de algún modo se ha ganado su confianza y tiende a mentirme de manera descarada…

_Y eso te conviene a ti ¿No es verdad? Tú que nunca das paso sin huarache, me equivoco? Tú, que lo has puesto a propósito, para que él se introduzca en tu mundo de mentiras…

_No hagas conjeturas donde no las hay. Todo tiene un propósito. Las piezas se han puesto de manera que engranen en sí mismas…

La mujer sonríe incrédula, dice:

_Claro está que él, juega un punto importante…

Sonríe como solo él puede hacerlo, con un aire de misterio, que solo él lograba… La mujer se arrodilla y palpa el agua que burbujea incesante, el olor de la madera y el romero se hace más intenso, el humillo se alza hasta la galería…

_Decididamente, eres incomprensible Alejandro, sabes mover tus piezas con inteligencia…

_Vamos Lolita, anteceder a la estrategia del enemigo es la supervivencia de los inteligentes. Y desde luego eso conlleva saber quién te sirve y a quién hay que eliminar…

La mujer se estremeció, pero inmediatamente se repuso al escrutinio incisivo: sonrió con una seguridad que la llenó de aplomo. El sonríe cautivador; como solo él sabia hacerlo, justo en el momento adecuado en que algo no le parecía muy claro; demasiado desconfiado, demasiadamente inteligente o es que ya miraba moros con tranchete… Arqueó el ceño a una altura que solo él podía; su gesto era de desdeño total. Aún así, la mujer no se movió ni un ápice…. El muchacho, cual serpiente venenosa a punto de atacar, irguió la cabeza amenazante, aventó el cuerpo para ganar altura y dando un rodeo, se apostó a sus espaldas. Ella entró como en un trance…

_Intuyo que no estás siendo sincera, Dolores -ese Dolores depreciables-. No podía creerlo; si de alguien se jactaba de sentir un cariño, ese era de ella, muy aparte del respeto, la confianza y la complicidad -ella era como una madre y una consejera; él la idolatraba- se sintió despreciada; se arrobó a un grado, que ni él podía adivinar lo que ella estaba viviendo…

Él sonrió; astuto como era no se tragó el cuento y arremetió con saña, -pensó que era como todas las gentes, fingidas, mentirosas cuando se les cacha en la mentira y en el engaño, son tan capaces de tejer historias increíbles…

_Te aseguro, que si me mientes… Te vas arrepentir… Estás advertida…

Ella se estremeció, pudo sentir sus ojos dorados atravesar sus más profundos pensamientos, los afilados colmillos a punto de rasgar la yugular, tragar su sangre y así, saber de una vez por todas sus secretos; un poco mas y la descubriría; ni todo su poder serian capaz de detenerlo. Sin duda era él, el elegido…

Respiró profundamente contrayendo todos sus órganos y se contrajo en su totalidad logrando una concentración total y absoluta a un grado que parecía más muerta que viva, lo cual estaba lejos de ser verdad, porque todos sus sentidos estaban bien alertas -su talento consistía precisamente en retraerse a tal grado que por más que se sometiera a un escrutinio incisivo jamás podría saberse que ella era la encargada de guardar todos los secretos-, y uno de ellos era su linaje.

Sin duda encargado por el Padre y la Madre, si de algo se podía jactar Dolores, era de su entera fidelidad a la Madre más que al Padre.

El sonrió malévolo, y sus ojos brillaron de malignidad. Respiró profundamente y se despojó de su aura todo poderosa y se movió hasta ponerse al frente de ella.

_¡Si no te conociera Lolita, pensaría que eres una traidora, pero tu actitud me confirma que me sigues siendo fiel; aunque no sé con certeza a quien le prodigas tanta fidelidad, si a mí o alguien más, no me cabe la duda que llegado el momento no seré yo a quien traiciones!

¡La mujer respiró profundamente y se relajó, volviendo a ser ella misma, -sonrió- había pasado la prueba, una de tantas a las que le gustaba someter a sus aliados -no había duda, él la seguía teniendo en buen concepto!

Sentado en un taburete, se destraba la correa, se descalza las zapatillas, la blusa, -la mujer está a sus espaldas, con un bata de baño en sus manos, sonríe con sutileza pareciera que ocultara algo-, se quita la camisa, se pone de pie, el pantalón se le corre un poco, dejando entrever un magnífico abdomen y una mata de vellos cortados casi al ras, la entrepierna bien marcada, -vemos lo que la cámara ve-. el torso perfecto, un abdomen plano, el sexo caído con una matilla de vellos, los muslos torneados pero fuertes, las piernas como dos columnas, -un bello ejemplar, con una rara mezcla de europeo y medio oriental, casi tan bello como un Apolo…

La espalda perfectamente definida, separada del culo pomposo, los glúteos redondos y apretados, -esa escena la hizo recordar al Marqués de Torre Alba; que solía bañarse desnudo rodeado de la muchedumbre sin vergüenza ni pudor alguno-. Alejandro era muy parecido a él, en físico y carácter; decían que el Marques había venido de la antigua Persia, que su padre había sido un general macedonio y que su madre era una concubina de alto rango del ultimo reinado; había sido educado en los palacios del rey, rodeado de oro y sedas; su paso por la antigua Mesopotamia así como también por la Constantinopla medieval, le habían dado una educación privilegiada-, era un personaje muy culto y educado que había vivido en Egipto, Marruecos, la Italia medieval y por supuesto inmensamente rico. Su llegada a España causó especulación entre la gente de sociedad, mujeres y hombres se disputaban su atención, sus fiestas eran todo un acontecimiento.

La voz como un trueno la saco de sus recuerdos; él la mira con desdén, pero no hacia ella, si a lo que ella estaba recordando, y dice:

_¡Deberías de cuidar el presente y dejar el pasado donde está, que al fin de cuentas pasado es!

Ella, dobló el cuello como gallina despescuezada; más como un ardid para que él no viera sus verdaderas intenciones, -sonrío con perfidia…

_Las acciones del presente son consecuencias del pasado y no me vengas a…

_¿Ya, va?

La mujer le echó la toalla, los brazos abiertos; los ojos destellaban chispas, la mandíbula crispada, los músculos tensos…

El agua comienza a burbujear ruidosamente, desde arriba, al fondo, un chorro gigante de agua cae como una cascada que choca violentamente; y desde un lugar indefinido, miles de pétalos de rosa caen como lluvia en el estanque y al contacto con el agua, producen una oleada aromática que inunda toda la estancia, -el muchacho caminó hacia el borde del estanque, que estaba al ras del suelo, se detuvo justo al borde… Y su mirada se perdió en el mar de su inconsciencia, voló hasta un lugar indefinido: Hacia la cabaña; con su olor en toda la estancia inundándolo todo, colándosele hasta las membranas mismas, ese olor a sándalo y brisa de mar, tan de él…


En estas horas de tristeza infinita…
Cuando tu ausencia pesa más en mi vida…
Cuantos recuerdos guarda mi alma dormida…

Estoy cansada de esperar y de llorar…
Y ya no puedo soportar mi soledad…


_Cual es tu preocupación, Lola?

_Por qué la pregunta Alejandro?

_Es tu resuello exasperante…

_¡Lo lamento Alejandro, pero no soy yo!

_Entonces hay alguien mas en la habitación…

_Eso debe de ser…

Hay una pausa:

Se desprende de las manos de la mujer que están en sus hombros; las aguas cubiertas de pétalos de rosa, la esencia se esparce por toda la cámara hasta la galería, el olor de la madera y el romero se hace más intenso. Las pupilas se le dilatan a un grado que se le hacen uno solo; brillantes los ojos castaños dorados, la sonrisa congelada en el rostro, con un lejano brillo malévolo, la mente le divaga y un estremecimiento lo sacude repentinamente…

Se vio a sí mismo tendido en la cama; encima Oliver, le araña la espalda, lo está embistiendo, lo está aplastando, lo está sodomizando; se le introduce de un solo golpe, otro estremecimiento… Un estremecimiento más largo e intenso se apodera de él; se arroba, se amodorra hasta la inconsciencia, con la mente en la escena de la cabaña, con él encima aún, con su orgasmo palpitando dentro de él, con los líquidos escurriendo por la cavidad, por las piernas; sus besos en el cuello y los hombros…

Se gira recostándose en los codos.

Dice:

_¿Lolita, será que nos puedes dejar?

_Mmm...

La mujer se incorpora. Se le dibuja una sonrisa pérfida en el rostro, se dirigió luego hacia la puerta y allí estaba Oliver, con sus ojos castaños, la mirada perdida, con la sonrisa estúpida como sacada de una película; traía la ropa de ayer, tal vez un poco arrugada, tal vez un poco sucia; también la misma actitud, la de víctima…

¿Qué sería lo que le veía? Aparentemente era guapo sí, pero no tanto como para que él se desviviera; tal vez seria su actitud de sometimiento, eso a él le divertía enormemente, sí, que se sintieran desvalidos y él llegara como todo un todo poderoso y los llevara hasta su regazo, -curiosa forma de complementarse…

Le echó una rápida mirada de soslayo que lo turbó. Presintió que la batalla aún no había finalizado, le fascinaba martirizarlos, -su carácter no era el mejor del mundo.

Sin decir palabra alguna dice él, con el pensamiento:

“Anda, ven ya, ven aquí junto a mí”

Él lo mira allí tendido, arrobado hasta la inconsciencia, allí en las baldosas; con la piel escurriendo agua, el cabello revuelto, -si que se miraba bello-, no pudo más que estremecerse, mirándolo con sus ojos entreabiertos, más con su mirada de amor, que con otra cosa.

El todavía está renuente, como si se pensase en la muy bien enredada telaraña en la cual le había hecho caer; pero al verlo allí tendido, no pudo dejar de pensar que no le importaba que de vez en vez él acudiera en esos juegos que se le hacían un absurdo, ya que el siempre terminaría por ceder... Sentado en el mismo taburete en que él lo hiciera antes, se sacó la botas y también se destrabó la correa; se desabotonó botón tras botón, todos los botones y así mismo se siguió con la camisola -sin perder un segundo la vista en Alejandro, que se había tirado en un nivel más abajo. El agua, que le cubría casi todo el cuerpo; el chorro que caía desde arriba, creando unas olas que arrastraban los pétalos que se le apiñaban en el cuerpo creando un camuflaje en sus partes pudendas; las burbujas movían sus cabellos y su sexo parecía tener vida propia- se estremeció con la imagen de él allí tendido; su sexo se hinchó y una corrientes eléctrica, le corrió por la espina dorsal, se le desparramó por el cerebro. Los pezones se le levantaron, la piel se le puso como de gallina y su bajo vientre estaba hinchado, babeaba profusamente, su hermosa piel brillante, sus músculos marcados; de pie con la mirada de él en su sexo erguido, con su sonrisa escalofriante y triunfante se diría…

_¡Ven ya!

Se quedó allí parado, embelesado, comiéndoselo todo, adorándole con la mirada ese hermoso culo, cuyo dueño era él; el arco perfecto que le separaba la espalda de la cadera, para irse a ese culo pomposo, de una redondez inimaginable, podía escurrir su mirada hasta mas allá y palpar su intimidad seguirse hasta mas allá y lo que vio le hizo estremecer: su sexo se hincho al ver en todo su esplendor entre la baldosa y una de las piernas, pudo verlo con total nitidez… Cerró sus ojos castaños y un estremecimiento le envolvió todo el cuerpo; su miembro se hincho -el primer aullido que lanzo hizo que el agua burbujeara, los muros rechinaran, la luces parpadearan como si fuera un corto circuito, la cámara se llenó de su olor, su cuerpo despedía ese humillo aromático a sándalo y brisa de mar tan característico en él, el olor de su sexo salió despedido por toda la cámara- aúllo; un chorro más y otros más, fueron saliendo disparados yendo a estrellarse en la cara del muchacho; escurriéndole por las mejillas hasta sus labios, que los abrió de poco a poco y su lengua, salió a palpar la esencia de él...

Entre abrió sus ojos de poco a poco

Miramos lo que el ve:

La estancia se volvió de color rojo, desde no se sabe donde comenzaron a caer pétalos de un rojo sangre; el piso se volvió de pétalos rojos, el agua burbujeo y se tiñó de rojo, se cubrió de pétalos; como una lluvia de pétalos rojo sangre… ¡Así era!

Como si no hubiera pasado nada él seguía al palo, allí de pie escurriéndose como un animal, con los ojos cerrados, con su estremecimiento embruteciendo todos sus sentidos, el sudor se apodero de todo su cuerpo que brillaba como el ámbar, los rizos del cabello le caían con singularidad haciéndole ver sensual; los ojos castaños ahora levemente abiertos, le brillaban con especial encanto, sus pestañas tan largas como algo imposible, como algo no de este mundo, sus labios rojo carmesí levemente abiertos y los caninos destellando amenazantes…

Él se gira se pone sobre sus codos, echa la cabeza hacia atrás y lo ve que ya está de rodillas muy junto a él, casi acunándole, sintiendo su sexo muy cerca de su cuello, podía sentir su ardor en toda su magnificencia, sus manos palpando sus hombros, su sexo restregándose en sus omoplatos, podía sentir algo viscoso y caliente que se le escurría; se estremece al sentir su beso en el cuello, sus manos en su pecho, sus dedos en sus pezones; su boca en su boca, su lengua en su lengua; sus manos en su sexo; su falo que tiembla con la caricia masculina; se estremece, se agita y un espasmo seguido de un aullido termina con el abdomen y el pecho escurriendo de liquido; otra vez su boca en su boca y un hilillo rojo se le escapa por la comisura: el amante pegarse más y más a esa boca que le prodiga como una fuente el vital líquido, el cual se desparrama por todo su ser hinchándolo, llenándolo de vida, de deseo, de sexo…

Es el muchacho quien se gira y se pone encima de él, sin dejar de amarle, sin dejarle de besar, sin dejar de darle su sangre, sin dejar de restregarse, sin dejar que su falo se baje; se sienta luego, se lo introduce, se lo cabalga -el ambiente se rodea de una fantasía imposible, siguen los colores rojos, sigue la lluvia de pétalos, sigue la musiquilla arrulladora…

Lo toma de la barbilla y se le acerca tanto que parece que lo va a engullir; el líquido rojo se ve en las dos bocas, se les escapa por las comisuras, los ojos dorados brillantes...

Dice:

_¡Tómame a hora, métete dentro de mí. Y cuando yo te diga, toma mi sangre! -se acurruca muy junto a él, se arroba, se adormece, se besan otra vez...

Él lo toma en vilo, lo acomoda en las baldosas, le recuesta la cabeza en un colchoncillo, mueve su cadera, se posa encima de él; el muchacho se le escurre con las piernas abiertas, le avienta las nalgas a su ingle, se acomoda un poco, ya casi... Se monta, se lo introduce y de un solo golpe y ya estaba dentro de él, su vaivén se hace continuo, muy lento, muy suave, al tiempo que se comen con sus bocas... Las sangres que se vuelven una sola. Él se yergue con sus manos en sus caderas, con sus dedos clavados en sus nalgas, con sus manos en sus muslos se avienta una y otra vez, se desliza por su falo creándole una sensación indescriptible y en un momento le hace una señal; él se acerca se le pega al cuerpo, se introduce todo; siente como sus entrañas le aprisionan su sexo, como su cuerpo se tensa, como vibra dentro de él, siente que esta a punto de tener su orgasmo va por uno y muy violento; lo es tanto, que todo su ser se estremece al grado de que todo a su alrededor vibra; las aguas se levantan, la lluvia roja se desata, los murmullos se vienen desde lo lejos, la música se escucha más arrulladora, el olor se hace uno solo, la madera y el romero se unen con el sándalo y la brisa de mar y se levanta hasta la galería, se vuelve denso, cae hasta ellos, los envuelve; él se come su boca otra vez, se miran con sus ojos dorados, sus colmillos, están a más no poder, y el dice como si en verdad no quisiera decirlo…

_¡Hazlo ahora!

Y en un empujón se hunde todo en él -se mira en sus ojos castaños dorados que están entre abiertos al mismo tiempo que se estremece y todo su interior vibro con violencia interminable muy interminable; su falo avienta trallazos de liquido blancuzco, que se desparrama por su abdomen hasta su pecho; sus ojos dorados en un intenso éxtasis; pero él no ve, él no siente, él está en un trance con sus ojos dorados echados para atrás… Y en el ultimo de sus estremecimientos, se pega más, siente su miembro aún vibrar, palpitando, todavía goteando, todavía caliente, todavía henchido, todavía con vida propia, y es allí donde se yergue y prepara sus afilados colmillos, sus ojos se tornan dorados -las venas se hinchan, se inflaman de sangre; abre sus ojos castaño dorados…

_¿Ahora?

Abre su boca y enfila sus colmillos exactamente en donde él le indica; gira su cuello un poco, todavía sus ojos están dorados y allí en un instante, sus colmillos se clavan en el cuello endeble del muchacho, que al sentir su mordida se estremece. Su sangre brota a borbotones como un torrente; él abre sus ojos que están dorados, chupa, succiona y ve algo que no le gusta... Mientras succiona su sangre miles de imágenes pasan desde el Pequeño hasta su cerebro, se despatarran inquietándolo hasta la perdición… Hay escenas de cosas que nunca había visto que son escalofriantes, que le erizan la piel, que le causan un temor indescriptible, que si no fuera porque estaba junto a él lo hubieran llevado hasta la locura. En ese momento, supo que se cernía una gran nube oscura sobre sus cabezas, un gran peligro está latente…

Dice:

_¡Has estado como nunca, Alex!

Se tiende a su lado; no se miran.

_¡Sí, seguro!

_¿Hay algo que quieras decirme después de todo esto?

_¡Creo que en parte lo has visto, no hay nada que no se pueda ver cuando hay intercambio de sangre, es así de fácil!

Se quedan mirando a no sé sabe a donde, el ambiente que vuelve a ser como siempre; el agua que vuelve a estar en calma con el oleaje que los cubre suavemente; y afuera la noche ya estaba en calma; la luna brillaba en lo alto hermosa, como si con la entrega se hubiera consagrado un pacto...

La galería que se había alejado poco a poco, moviéndose como con vida propia, el cielo apareció raso, ellos allí tumbados en el estanque desnudos, mirando a no sé sabe donde, tal vez a lo que se vendría…

"Te amo Alex, te amo mi Pequeño"

"Yo también te amo, más de lo que te imaginas"

La música se escucha como un murmullo, casi tan queda que es imposible que los mortales la escucharan, pero ellos sí... Allí tumbados abrazados tan cerca el uno del otro, como uno mismo… Como lo que eran dos amantes…


En estas horas de tristeza infinita…
Cuando tu ausencia pesa más en mi vida…
Cuántos recuerdos guarda mi alma dormida…

Aquellos besos que quemaban mis labios…
Aquellas cosas que temblando decías…
Donde han quedado, dímelo vida mía…

Estoy cansada de esperar y de llorar…

En mi soledad:
Canción de: ____________.
Canta: Tania Libertad.




(El Amante Oscuro)





Él abrió mucho las piernas.

Tanto que su sexo cayo descarado reposando en sus huevas:

Miro como el muchacho se estremecía ante esta escena: como si una oleada de deseo le invadiera todo el cuerpo; y se llenara de un escalofrío, vio que temblaba y su voz se le quebraba -sonrío con perfidia; sus ojos azules brillaron sensuales, dice:

_Te gusta lo que vez -pero él no dice nada, se arroba-, lo sé Pequeño, se que te gusta, sé que te gusta mirarme desnudo, sé como me comes el sexo... Me atrevería a segurar que todavía tiemblas al pensar en mi falo, en mi olor, en como vibrabas cuando te poseía, como tu cueva me succionaba, como te aferrabas a ella, que parecías la trompa de un calamar -él sabe, cuando alguien vibra, cuando su cuerpo tiembla, como arde, como su sexo se levanta y se pone duro, como su piel reacciona, como una oleada de deseo le recorre haciéndolo estremecer de puro gusto al sentir cuando lo cabalgan… Todo eso lo sabe -se mofa de su experiencia de gran chulo, vulgar obsceno- si, su calor, si, su olor, se toca con descaro, se palpa, se sacude; con su mirada triunfante, su sonrisa alevosa su cuerpo cubierto de sudor, con su olor en el ambiente, que se le impregnaba hasta las membranas mismas...

Él allí endeble sin poder moverse presa de sus deseos...

Presa de sus debilidades, de sus recuerdos, de sus noches de sexo en Nueva York, de sus paseos en el Central Park, de las cenas en los restaurantes mas caros, los vinos mas chic, las ropas de diseñador, las salidas de noche a las discotecas, de bailar muy pegados, de escurrirse en la oscuridad, de abrasarse, de besarse con violencia hasta hacerse daño, de sus manos como garras arañándole la piel, sentir como se escurría toda vez que le pegaba su enorme polla, como se la restregaba en el vientre, como lo ceñía, como lo levantaba de puntitas con sus garras clavadas en su culo, como pegaba de gritos cuando atrapaba su lengua con la suya, como aullaba toda vez que lo ponía a horcajadas y lo jineteaba hasta hacerlo terminar sin que lo penetrara, sin siquiera haberlo tocado, tan solo con el movimiento de su cadera y la sola fricción lo hacían que terminara y terminaba con una gran mancha en el pantalón, era entonces cuando volvían a la habitación del hotel en la 1ra del Central Park West y la calle 59th, muy cerca de Broadway y Columbus Circle donde hacia tiempo que tenían una suite por tiempo indefinido, en el Trump International Hotel and Tower...

Si de algo se podía jactar Adolfo Márquez era de su gran experiencia en las sagradas artes del amor… Era un conocido chulo de los niveles mas altos, se desenvolvía como pez en el agua, su fama iba desde Barcelona, Montecarlo, Milán, Paris, Berlín, Londres, y Nueva York: Como se lo había encontrado en un vuelo desde Londres a Nueva York y como sin reparo lo había abordado en pleno vuelo, con su cabello como el azabache, lacio hasta el hombro, con sus ojos de un azul intenso brillante, la nariz afilada demasiado diría, los labios sensuales, con su sonrisa de gran chulo, obscena, pero imposible de decir que no, tan blanco como la nieve, casi era transparente, con ese enorme miembro que siempre estaba listo, que siempre estaba dispuesto a dar placer; era como un animal, mitad bestia y mitad humano, era en las noches de luna llena cuando más se llenaba de unos brios inhumanos; quería sexo, le gustaba el sexo y todas horas, durante la luna nueva quería a todo momento, podía tener orgasmo tras orgasmo, uno detrás de otro y cuando parecía estar satisfecho volvía a estar levantado, se le restregaba otra vez en la espalda, besaba su hombro y otra vez se le encaramaba; lo hacia vibrar, gritar, aullar con intensos orgasmos como ni con todas las estrellas porno pudieran lograr juntas…

_Vamos Pequeño, conmigo no tienes que fingir, sabes que te conozco, sé como eres, sé que tu lo mandas todo al diablo… En realidad la fidelidad y la moral te importan un pito, si, cuando algo te gusta, lo tomas y ya, el amor y los sentimiento son menos que nada, tu no sabes que es eso… Y por que tendrías que saberlo si no tuviste tiempo de conocerlo, de sentirlo, de vivirlo y la diabla de tu Tía jamás se le ocurrió enseñártelos... Y como lo ibas a aprender si ya naciste muerto... Lo poco que sabes es de los pobres muchachitos a los que te gusta chuparte, que también son menos que nada, su inocencia raya en la imbecilidad... Tu afán por rodearte de ellos no te ayuda en nada... Eres perverso como un niño malcriado, curioso, despiadado, amoral, inteligente cuando tienes que serlo; pero por naturaleza no tienes distinción de entre el bien y del mal y por ello mismo te importa menos que nada que los mortales se enamoren de ti y que después los botes sin siquiera ponerte a pensar en lo que ellos van a sufrir; por que déjame decirte que lo primordial para ellos es el amor, el amor es la razón de vivir, es el primer plano, cosa que tu jamás conocerás, tu solo eres tú; carne y hueso, pero nada más…

_¡Estas vacío, hueco, yermo!

El sigue inmutable, como trasportado a otro plano, en una escena de una estancia, a medio iluminar, con la figura de un cuerpo a contra luz, tan alto como era, tan delgado; que podía definir su cabello al hombro cubriéndole la nuca, luego los hombros, la ancha espalda, la cintura pequeña, la cadera afilada, los cachetes redondos, los muslos fuertes, las piernas como dos columnas -sintió una oleada de deseo que le corrió como electricidad cuando movió la cadera y echo el peso de su cuerpo en la otra de sus piernas, ahora tenía la vista de sus huevas en primer plano y luego su enorme sexo caído, pudo atisbar que sonreía en la sombras; sabía que lo estaba viendo, que estaba disfrutando, sabía que estaba tan apasionado de su cuerpo, de su sexo, de su olor… Eran en las noches que lo buscaba, que se acorrucaba en sus brazos, que le pegaba su cadera en la entrepierna y así se dormía; con su calor, con su olor de hombre, de amante, de protector, se sentía querido, se sentía amado…

El Pequeño allí, de pie:

Mirándolo todo, analizando todos y cada uno de los razonamientos de su amante; inmóvil, como una estatua de mármol: Volvían las noches intensas en Nueva York -miramos lo que él ve- es un coche negro largo elegante, ostentoso; luego aparecía esa figura, tan adorada por él, con ese sastre de diseñador; por que si de algo se caracterizaba era de su necesidad de tenerlo todo y de querer siempre lo mejor; su colección de trajes de alta costura era inmensa, así mismo de todos los perfumes existentes y desde luego los mas caros, y de todo para embellecerse, por que no conforme con ser un hombre atractivo en toda la extensión de la palabra y de saberse poseedor de un encanto especial, también era vanidoso y muy en el fondo era un depravado, y un canalla; pero ojos que no ven corazón que no siente y desde un tiempo para acá todas sus excentricidades eran solventadas por la cartera de él que sin reparo y con una gran astucia se había echo de su necesidad y tal vez de su soledad…

En un tiempo donde todo era una nube de tinieblas, de mentiras, donde no todo era lo que aparentaba; indudablemente todo tenía un propósito, una inversión a largo plazo, calculador por naturaleza, se hacia y le hacia creer que se sentía necesitado, era ahí donde el otro ponía en practica todos sus encantos… ¿Y así todo estaba bien, así era mejor?

Todavía allí, pensativo analizando cada palabra de él: dándoles unas pinceladas de credibilidad, si, tal vez tenía razón, tal vez era un poco como decía o tal vez era como él quería hacerle creer, quizá ella había tenido algo que ver... Adolfo era como todos los de su especie; distintivos, manipulables, carentes de sagacidad de inteligencia, era como un humano cualquiera; por que no decirlo, que era como una bestia cualquiera -sonríe enigmático- como no queriendo, lo seguía teniendo bajo su poder, comiendo de su mano, tan dispuesto a sus caprichos…

_Deja de pensar en lo que fue por que no revivirlo, solo tienes que decirlo, y todo esto volverá hacer tuyo -se palpa el bulto bajo la toalla de baño; sonriente, sabe que el muchacho esta bajo su poder de seducción, si de algo le servia su experiencia y su instinto era de saber, que nadie incluso un inmortal tan poderoso como Alejandro de Torre Alba eran capaz de escapar a los hechizos de sus encantos: Ana Lucrecia sabía de eso y por ello siempre contaba con su colaboración, incluso ella también se sentía seducida, siempre veía comos sus ojos castaños brillaban de deseo; luego sonreía y aleteaba con un movimiento de sus ojos y volvía a su pedestal con toda la grandiosidad de gran reina… El Pequeño también tenía de cierta manera los mismos ademanes que la mujerona, uno al otro se imitaban o sería que había algo más allá del simple parentesco; era como si actuaran un personaje, como si estuvieran en el set de una película, eran casi teatrales, quizá era debido a su condición de inmortales, tal vez era un anclaje al mundo de los vivos; eran casi risibles…

Luego se le ponía a sus espaldas, le siseaba:

_¡A poco no te mueres por tenerla nuevamente!

_No Adolfo, si nunca dejas de sorprenderme -sonríe como solo él sabe hacerlo- no, si nunca lo he dudado; de que los hay los hay… No dudo de que seas un hombre tremendamente atractivo, pero de allí a esto, dista mucho a que seas indispensable…

Sus azules ojos brillaron diabólicos.

Si algo odiaba era que subestimaran sus capacidades y peor aún si ese era Alejandro; lo odiaba realmente…

_¿Quieres la verdad, la verdad te la voy a decir? Si, eres un buen amante, pero en este mundo hay muchos como tú. Tu egoísmo y tu vanidad no te dejan ver mas allá de tus narices, la esencia real de las cosas, tu solo vez lo que te conviene¿Y no ves que solo eres un instrumento?

El bello rostro del hombre se torció de odio; sus azules ojos se tornaron en un dorado brillante, sus pupilas se hicieron primero muy negras y después como un rombo, como la de las bestias; era obvio que estaba a punto de trasformarse -el odio del que se había apoderado sus sentidos, era mas fuerte que su razón.

Otros en su lugar habrían salido corriendo ante tal suceso pero Alejandro lejos de temerle se mofaba: Se tornaba burlón y desafiante cuando Adolfo hacia uso de sus poderes a voluntad: Ahora sabiendo la verdad de sus orígenes; venido desde la antigua estepa sureña española: Se decía que era un poderoso macho alfa, que luego de una cruenta guerra con otro de los clanes adversarios, se había echo del poder y que su reinado después de cientos de años, cayo bajo el yugo de otro clan de inmortales, esclavizándolos por generaciones relegándolos solo al servilismo…

Estas creaturas de la noche, de piel blanca y ojos brillantes, con fuerza como de diez de uno de ellos, pero con inteligencias mas sobresalientes y con la ventaja de que no perdían la razón al transformarse; deambulaban por la noche, con su ejercito infinitamente superior dedicándose a convertir a otros como ellos… Así que con su ejército de inmortales se hicieron a la guerra, derrotando a los del sur, así al poco tiempo de clan pasaron a ser solo esclavos…

Pero el macho alfa quedo por siempre; sabedor y poseedor de un encanto especial se granjeó a los nuevos señores, sobre todos a dos de los mas grandes del concejo: Con esa mujer tan alta como algo imposible, con el cabello castaño, también los ojos castaños, con esa su sonrisa que causaba escalofríos, con su porte de gran reina -las historias sobre la concuña del Señor de los territorios del norte eran legendarias; se decía que esta era aun mas influyente que la misma Señora y que después del Señor, ella era la mas poderosa de su especie, todos la llamaban la Marquesa de Torre Alba, no se sabia si lo era, pero ella lo representaba con dignidad- y como un animal carroñero se le fue haciendo indispensable para todo, sobre todo para los asuntos mas siniestros; Adolfo Márquez se volvió uno con ella y juntos llevaban acabo las mas horrendas crueldades; y si ya se hablaba de ella como la mas cruel de la guerreras, y con ese otro inmortal de su lado, que no podrían hacer juntos…

_¡Veo que no quieres entrar en razón por las buenas, Pequeño! Lo haremos a las malas…

El muchacho sonríe:

_De que hablas Adolfo…

_¿A llegado el momento de saldar cuentas. Quiero mi parte?

_¡Ah! ¿Tu parte?

_Si, mi parte Alejandro. Quiero mi paga por lo convenido…

El muchacho vuelve a sonreír pero esta vez mecánicamente; su mano se mueve como una pronunciación de sus pensamientos...

Sus ojos castaños brillaron malignos.

_¿Y que si me niego?

_Bueno, si te niegas tendré que tomar medidas drásticas y si me llegaras a arrastrar a tales decisiones Ana Lucrecia tendría que saber de tus planes ¡Y habrá que explicar muchas cosas a ella le gustaría saberlas!

El muchacho sonríe con perfidia:

_Buena elección Adolfo, me alegra que hayas puesto las cartas sobre la mesa... pero dime que te hace pensar que Ana Lucrecia estaría interesada. No te has puesto a pensar que todo esto puede ser una maniobra de ella misma…

El hombre de cabello negro y ojos como el cielo brillaron diabólicos.

Bufo:
_¡A que te refieres como a una maniobra de ella misma!

_Sentémonos Adolfo, que esto va para largo…

El muchacho se acomodo en el sofá para dos -echo una rápida mirada al decorado del lugar, era simple pero fastuoso; las exigencias de ese prostituto caro se extendían no nada mas al simple pago de los trajes de alta costura, los perfumes mas caros, los restaurantes de comida internacional -indudablemente financiados ahora por ella-, -siempre pensó que Ana Lucrecia era un ser siniestro, capaz de urdir historias increíbles, y que esa hermosa bestia allí sentada en el sofá de enfrente con su cara de animal moribundo eran solo su instrumento, era su titere…

Alejandro se sentó en el sillón…

Aún así no dejo un solo momento de ver como se retorcía de angustia -sus ojos brillaron de malignidad, Ana Lucrecia era un ser como nunca había conocido; juntos eran la mancuerna perfecta… Si algo tenía razón era que Adolfo era demasiado predecible…

_Veo que te han impresionado muchos mis palabras Adolfo. No me sorprende yo también me impresione, pero Ana Lucrecia es así, tiene un no sé sabe que para enredar las cosas, siempre termina ella siendo la más beneficiada…

_¡No te creo!

_Vamos Adolfo pecas de ingenuo acaso no conoces a Ana Lucrecia ¿La conoces desde antaño para no saber lo que esa arpía es capaz de hacer?

_Ella no seria capaz de traicionarme…

_Tal vez Adolfo -el muchacho giro sus ojos de arriba y hacia abajo-, tal vez este cansada de tí quizá te has vuelto una piedra en su zapato -sonríe con malignidad-. a Ana Lucrecia no le gusta compartir con nadie -se suaviza-. Tal vez te has vuelto canson…

Sonríe muy sutil, sus ojos brillaron malévolos.

Su mirada iba desde sus manos hacia el hombre que se retorcía de angustia y desesperación sus movimientos eran como una pronunciación de sus pensamientos. Parecía como si estuviera tejiendo una telaraña. Lo miro burlón, sus movimientos eran mecánicos como si estuviera en el set de una película y todo estuviera previamente escrito en un guión…

Sonríe mecánicamente, dice:

_Te sorprendes no lo dudo ni tantito, te corroe la duda. No quieres darte cuenta de que has sido el instrumentó de una muy bien ejecutada intriga…

Él lo miro incrédulo; todavía como no creyendo, dice:

_Me niego a creerte…

Él sonrío maligno como quien apunto de dar el brochazo final. Pero no, todavía espera…

Su sonrisa era escalofriante, dice:

_Acaso eres ciego, estúpido o eres las dos cosas. En que cabeza cabe que ella te va a dejar ir así como así -se torna afable, la voz contenida, apunto del siseo-.Vamos querido no te has dado cuenta de la realidad de las intenciones de Ana Lucrecia. El haberte traído hasta aquí solo tenían un propósito, aniquilarte…

Dice:

Que entre otras cosas él mismo se presto para tal objetivo o como cree que lo contacto en Berlín -ella siempre sabe donde y en que lugar se le puede encontrar, sabe de la manera más insidiosa los lugares donde él se desenvuelve como pez en el agua-, ve como sus palabras van sembrando la duda en su alma; Ana Lucrecia tenía razón y era verdad, ella lo sabía y lo conocía todo, dijo; te vas a ir por toda Europa estos son los lugares donde lo encontraras… Por ello mismo su aparición en esa su primera vez en ese lugar asqueroso del Centro de Berlín lo recuerda: Sentado allí en la barra de ese bar con esa bailarina en la pista bailando, con sus senos al aire con el cabello rubio platino y la piel blanca casi trasparente, contoneándose frente a él, pero no era a ella a quien miraba; no era a alguien más, él miraba a esos ojos castaños que también lo miraban y en un momento que fue como mágico el muchacho levanto la copa de licor se la llevo a los labios y con sutileza le paso la lengua por el borde antes de sorber el liquido; así fue como se sello el encuentro…

Más tarde estaban en la suite del Hotel Ritz Carlton Berlín que él tenía desde hacia unos días; sentado en el sofá para dos con sus piernas muy abiertas con su mirada en su cuerpecito parecido al de una muchacha; podía palpar su olor, su calor a la distancia con sus ojos comiéndoselo, poseyéndolo con su mirada -su Tía nunca se equivocaba; ten cuidado tratará de seducirte, es un hombre en toda la extensión de la palabra, conocedor por naturaleza de un enigmatismo animal, se sabe atractivo y lo usara para manipular a su beneficio-, si la bruja tenía razón, cada gesto del chulo eran previamente estudiados y ejecutados a la perfección; después todo había sido más sencillo -la noche y el día se volvieron uno solo, al igual que ellos; la habitación se lleno del olor del sexo; la comida, el vino iban y venían a cada rato, tenía hambre, tenía deseo de sexo a cada rato, tenía sed mucha sed-, intuyo que hacia mucho tiempo que no vivía bien -sonrío malévolo; esto iba hacer más fácil, muy fácil…

Días después como si nada hubiera sucedido una tarde gris en que había llegado a la habitación, sus maletas estaban listas en el recibidor de la suite; había dicho que se tenía que ir a Nueva York en un viaje de emergencia; él había puesto cara de espanto, intuyo que no le había parecido, pero se lleno de alegría cuando un sobre abultado estaba sobre una de las mesitas; había salido tras del maletero sin decir nada, -había dicho que su vuelo salía en dos horas que transbordaría en Londres por que no había encontrado vuelo directo a Nueva York…

Horas después estaba ya en el avión de transbordo que lo llevaría a su destino final en unos minutos más despegarían; se acomodaba cuando la voz de alguien había llamado su atención desde unos asientos atrás; se le hacia conocida -quiso no creerlo pero fue más su curiosidad, así que se levanto y se fue caminando viendo uno por uno todos los asientos; a pesar de la llamada de atención de las sobrecargos se siguió hasta estar ante lo que había llamado su atención, si, allí estaba él conversando con una mujer; lo miro y le sonrío; él también había sonreído y por insistencia de los sobrecargos había vuelto a su lugar, -había sonreído divertido, todo salio como lo había planeado; la salida, el dinero, todo justamente… Ahora iban rumbo a Nueva York más tarde a México y de allí a Montenegro…


Se nos rompió el amor, de tanto usarlo, de tanto loco abrazo sin medida…
De darnos por completo a cada paso, se nos quedo en las manos un buen día…
Se nos rompió el amor de tan grandioso, jamás pudo existir tanta belleza…

Las cosas tan hermosas duran poco, jamás duro una flor dos primaveras…
Me alimente de ti por mucho tiempo, nos devoramos vivos como fieras…

Jamás pensamos en el invierno pero el invierno llega aún que no quieras…
Y una mañana gris al abrazarnos sentimos un crujido frío y seco…
Cerramos nuestros ojos y pensamos se nos rompió el amor de tanto usarlo…

De tanto usarlo… De tanto usarlo…

Canción: Se Nos Rompió el Amor.
Autor: ________.
Canta: Rocío Jurado y Malú.


No hay comentarios:

Publicar un comentario