martes, 19 de abril de 2011

El Ángel Malvado…


Autor: Alexis Remington.






El Ángel Malvado…



Ángel:


Rodrigo:


Michel Angelo:


Gennaro:


Sebastian:


Damian:


Camilo:


Ugo:




Gennaro: 



Vemos lo que él ve:

La tormenta arreciaba al pasar de las horas y el viento traía consigo un fuerte olor salado, que se colaba hasta las membranas mismas: Unos ojos muy negros miraban de vez en vez a través de la ventana desde el desván que era su habitación en el ultimo piso de ese edificio construido como una fortaleza, miraba y miraba como la tormenta avanzaba y se cuajaba de negros nubarrones; como si algo en su interior lo obligara a ser testigo de algun suceso ―de vez en vez el negro cielo se iluminaba con relámpagos y truenos, parecía como si se hubiera desatado una guerra entre el cielo y el infierno, como si ese fuera el punto donde se llevaria acabo dicho evento―, sintió luego un escalofrío que le corrió por la espina dorsal; creyendo ver en esa inmensa y aterradora oscuridad la sonrisa de un ante diabólico o eso creyeron ver sus candidos ojos negros, quizá haya sido su subconsciente que le estaba haciendo una mala jugada. Aterrado por un segundo aparto la vista y cuando su curiosidad lo hizo volverla al mismo sitio, el cielo volvía a estar como siempre,  alcanzando a ver desde allí no solo los árboles tan altos que llegaban al cielo mismo sino también la explanada y muy a lo lejos la reja en hierro forjado que separaban el edificio de la Avenida principal y las casas comunes…

El rechinar del hierro a lo lejos llamo poderosamente su atención, la curiosidad era más fuerte que todo lo demás, incluso la prudencia ―siempre le decían que un día se llevaría un chasco― volvió la vista hacia donde sus sensitivos oídos habían escuchado el ruido ―era la puerta de la entrada del complejo estudiantil que se había abierto y entrado el único coche que había en el lugar, después pudo ver cuando bajaba alguien del interior, pudo reconocer a uno de ellos; era el Señor Martinecio, el rector, el otro no pudo distinguirlo con claridad pero si alcanzo a ver un brillo extraño en sus ojos de un verde intenso y sobre todo esa extraña sensación que le rodeaba y causaba escalofrios. Pudo adivinar que era un muchacho, lo supo por el tamaño que le diferenciaba del esbelto y espigado cuerpo del rector; el estremecimiento que le recorrió por todo el cuerpo era tan grande como la tormenta que se había desatado con intensidad casi profética. Truenos y relámpagos cubrieron el cielo, y una pesada oscuridad lo cubrió todo, un frío inusitado se soltó no sé sabía de donde, cómo cosa del otro mundo, todo en ese momento se volvió escalofriante y aterrador, cómo si algo extraño se hubiera apoderado del ambiente y lo tiñera con colores oscuros, algo antinatural lo invadía todo con su aterradora presencia…

Los siguió con la mirada hasta que se perdieron en el pórtico de la puerta de la entrada principal donde estaba la rectoría; el muchacho pareció adivinar que era observado y en el momento de perderse giro su rostro y lo pudo ver con claridad; era muy blanco con una blancura que le cuajaba en el rostro, se podría decir que era casi transparente, los ojos de un color verde intenso casi cómo esmeraldas, pero con un extraño y aterrador brillo, el cabello era castaño dorado algo medio largo pero a la vez moderno ―era muy parecido a uno de esos querubines que tanto les gustaba pintar a los pintores y que solían ir a parar a las iglesias y que extrañamente había muchos en todo el complejo― cómo cosa de otro mundo un nuevo escalofrío lo invadió y le hicieron pensar en una de dos; estaba aterrado o que realmente algo muy malo estaba por suceder…

Solían decir que miraba cosas que otros no podían, cosas no de este mundo, que aterraban, que intranquilizaban, que hacían pensar en si todo era realmente como se decía...

Vemos lo que él ve.

Vemos a través de sus ojos:

Es en un lugar donde el ambiente parecía cuajado por el sol, como si todo lo verde solo estuviera salpicado por aquí y por allá, y a lo lejos es el mar ―pero volvamos a ver más de cerca, seguimos con en muchacho; es en un lugar que parece reconfortarlo, que parece tranquilizarlo y a la misma vez llenarlo de nostalgia. Es una casona algo vieja, pintada en blanco y con el techo en tejas de color naranja, puertas altas y ventanas pequeñas como en un arco, pintadas de verde, se ven árboles en todo el jardín, estos son de higos y dátiles, miramos más allá, es en la Ciudad...

Es en Tánger…

Es en Maruecos...

Ahora lo vemos a él:

Lo vemos con una prenda tradicional ―es una "chilaba" que es una tunica cerrada con una capucha, en los pies llevaba unas "babuchas" que son unas zapatillas en piel muy blanda sin suelas― es su rostro como el color de la arena, con el cabello oscuro y algo ensortijado, lo lleva muy cortito, la frente amplia, las cejas rectas y tupidas, los ojos negros, la nariz afilada, los labios grandes y sensuales, el mentón cuadrado y fuerte, alto y esbelto ―tenía la particularidad de sonreír como no queriendo y esto le daba un aire inquietante― sentado en una silla muy junto a la entrada de la casa; lo vemos rodeado de varias personas que visten igual, esta con la cabeza baja ―es el más viejo que de vez en vez miraba a una mujer que no lo ve y que también esta con la cabeza baja...

 Si, mientras el padre habla todos callan, todos escuchan.

Es quien habla…

Dice:

―¿Hoy cuando el sol se ponga en el horizonte vendrá un hombre, te iras con él al otro lado del mar, así será, por tu bien y por el de la familia espero que entiendas?

El no dijo nada ―Cuando el padre designaba y decidía algo, todos obedecían.

Así fue:

Cuando el sol se puso un coche negro y elegante se detuvo frente a su casa, el chofer esperaba con la portezuela abierta ―él esperaba afuera, solo, nadie lo despediría, desde hacía tiempo que su familia lo miraba con recelo, sobre todo cuando decía que vendrían tiempos difíciles para todos, donde se pondrían a prueba la fe de la humanidad. Estas cosas causaban pánico en sus familiares que a pesar de todo ya estaban acostumbrados a sus arranques proféticos, pero no todo el tiempo podían detenerlo y hacerle entender que a la gente no le gustaba saber de ciertas cosas y que lo mejor era guardar silencio ―al entrar en la adolescencia era más que imposible controlarlo, la gente hablaba, se reunía y decían que tenía el mal en el cuerpo―, que de no ser por la influencia de la familia ya lo hubieran ahorcado o quien sabe qué...

Lo mejor era mandarlo lejos ―así fue como contactaron con el Señor Martínecio y éste les ofreció no solo estudios si no también ayuda mental para el muchacho; se iría con él a Marsella, Francia al otro lado de la costa…

Desde su llegada al complejo fue alojado en esa parte donde antes había sido el desván, por que el resto estaba ocupado; era una estancia enorme con baños y regaderas, un pequeño gimnasio, una habitación de estudios y una sala de entretenimiento propios; antes de que le asignaran todo tendría una pequeña entrevista con el rector...

Había dicho:

―¿Mi nombre es Khinaru Mohamed al Karim?

El hombre de cabello negro lo había mirado con sus ojos azules que parecían atravesarle el alma; había sonreído con esa su sonrisa que causaba escalofríos:

―¿Dejémosle solo en Gennaro, si te parece?

Había aventado el cuerpo en la silla del escritorio.

El no había dicho nada, ni siquiera movido un solo músculo, ni un solo pestañeo ―el hombre había sonreído satisfecho― pensó que debido a esas costumbres que tenían los árabes, el muchacho nunca repelaría de nada, y así estaba bien.

Dice:

―¿Cuantos años tienes Gennaro?

―¿Casi catorce, Señor?

―¿Bien, supongo que en tu cultura eres casi un hombre?

―¿Casi Señor?

―¿Bien, el complejo de momento esta lleno, creo que no habrá inconveniente en que estés por ahora solo ―sonrío― sabes Gennaro…?

Pero él sigue sin decir nada…

Dice:

Que muy pronto vendrá hacerle compañía un personaje muy importante ―sonriendo saco una carpeta y la leyó un poco― es un personaje de la realeza jordana, es hijo de un príncipe ―cerro la carpeta y la metió en uno de los muchos cajones que tenía el escritorio de madera―, se va a codear con alguien muy importante…

Habían salido juntos de la rectoría en el edificio principal, él le había echado los brazos en los hombros, los que le habían provocado un estremecimiento extraño pero no le dio importancia, había mirado para todos lados como si buscara algo o alguien, sus aguileños ojos habían buscado con insistencia y de la nada se había aparecido un muchacho un poco más alto que él con el cabello muy rubio y los ojos grises…

Había dicho:

―¿Me buscaba Señor rector?

El muchacho estaba algo oculto en una cornisa. Los miraba y les sonreía con malignidad:

El Señor rector miro como el nuevo muchacho estaba realmente desconcertado.

―¿Vamos Gennaro, no le hagas caso Sebastian tiene la particularidad de adentrarse en la mente de sus interlocutores, ten cuidado si piensas algo malo de él ―sonrío con malicia.

―¿Vamos Damian, no se ponga en ese plan canson?

El hombre palideció pero supo fingir. Acerco su rostro el del rubio que no se movió ni un ápice.

―¿Sépase jovencito que yo soy la autoridad aquí y usted es solo un rebelde estudiante?

―¿Ya va pues, Señor rector?

―¿Aunque se burle Señor Von Becker? ¿Pero ya que esta aquí podría ser tan amable de llevar al Señor Mohamed hasta su nuevo dormitorio?

El chico sonrío e hizo una pequeña reverencia. Su actitud era burlesca.

El muchacho rubio le indico el camino y con una de sus manos lo dirigió hacia uno de los complejos anexos del edificio, era uno de cuatro pisos, desde donde entraban y salían jóvenes bastante apresurados: Eran todavía horas de estudio…

El rubito iba sonriendo:

El nuevo no creyó el cuento que el rector le había dicho ―de eso de leer la mente de los demás― ese que se hacia llamar Khinaru, el que venía de allá del otro lado del mar ―de "Morocco" decía él―, iba viéndolo contonear sensualmente el cuerpo, ponía especial atención en la espalda y los anchos hombros que a pesar de no ser lo bastante adulto como para tener un cuerpo bien desarrollado podía presumir de un físico bastante envidiable y esas nalgas con el interior a la vista muy paradas, obsceno y escandaloso, con ese su pantaloncito tan entallado como una vaina…

El rubio se detuvo.

Y también él.

Sin mirarlo se detuvo a unos pasos del complejo:

El moreno a su lado. Sus ojos parecieron preguntar intrigados?

Dice:

―¿En tu pueblo siempre son así… Digo tu ropa?

―¿Cómo?… ¿Tiene algo de malo mi ropa?

―¿Bueno Gennaro, no es que este mal, esta algo pasada de moda, ahora estas en el Occidente, estamos en Francia, comprendes?

El moreno bajo la cabeza apenado:

Dice:

―No tengo otra…

―Pero hombre, no te pongas así, no es el fin del mundo, eso tiene solución. Aunque a Damian no le gusta que nos vistamos así, siempre hay maneras de darse sus mañas, comprendes…

El chico sonrío un poco más tranquilo ―el rubito le caía bien, era como siempre habría querido ser el; sonrío con amargura―, pero en sus tradiciones era imposible que se comportara con tanta libertad…

El rubito lo había dejado en esa habitación tan grande y tan vacía como su corazón, aunque muy bonita no tenía la calidez de un hogar ―le había dicho que se llamaba Sebastian Von Becker que era alemán y que sin duda estarían en la mayoría de las clases; que más tarde vendría para darle un tours por todo el complejo estudiantil. Por lo menos ahora se sentía más libre sin las miradas acusadoras y temerosas de su familia; extrañaba a su hermano Farid que era el único que lo entendía en esas sus "cosas" como se iban por la tarde después de las jornadas caminando por la vereda pasando la empinada hasta la "grotte d’hercule" que estaba muy cerca de su casa y que en las tardes estaba más que desértica para terminar tirados en la piscina artificial muy juntos, con sus pieles casi tocándose. Allí tendidos en la roca tallada por el tiempo y por el uso constante, semidesnudos tan solo con esas diminutas telas cubriendo sus partes, que si se inclinaba uno un poco podría escurrir la mirada hasta más allá y ver cosas prohibidas. El mayor se encaramaba y se enroscaba en el cuerpo del pequeño en una lucha ritual, fingida, lo tomaba por la espalda, lo ponía boca arriba y encima de él, el pequeño se dejaba hacer como si en su interior supiera que solo era un juego, uno que parecía inocente pero que conllevaba malicia, el juego terminaba con los cuerpos sudorosos y con algo tremendamente levantado, el mayor enroscado y restregandose en el cuerpo del pequeño que se dejaba hacer sin más…

Este juego inocente se hacía desde hacia mucho tiempo ―apenado Khinaru bajaba la mirada pero no por ello dejaba de ser placentero― desde que Farid habíera cumplido los trece años y de un momento a otro su cuerpo hubo ganado altura se ensanchara y se viera más de hombre, y su antes infantil rostro comenzara primero con una pelusilla en el labio superior y luego su voz se escuchara más grave y sensual que pareciera arrullar y su piel como la arena, con la espalda más ancha, los hombros más fuertes, el pecho más marcado, el abdomen plano, esos muslos como dos columnas y esos vello que se veían por todos lados, ese su olor a hombre, su calor embriagador. Se adormecían en la roca abrasados y muy pegados como si fueran uno solo, contemplando el atardecer, allí en medio de la soledad, mirando el sol que les pegaba en el rostro que se les escurría en la mirada, con su oído en su vientre y su mirada comiéndose eso que palpitaba en las manos de su hermano mayor, en su cabeza y cabello, como si lo dirigiera hacia allí a ese lugar, abriera sus labios y con su lengua palpara esa cosa caliente, cerraba sus ojos y se sentía tan bien con el recuerdo de su amado Farid…

―¡Hola, hola, estas aquí! ―decía la voz desde no sé sabe donde.

El estaba todavía dentro de sus ensueños; se retorcía y se restregaba en la almohada y esa voz tan angelical lo arrullaba aún más, era parecida al coro de la iglesia, era como música de ángeles, le venía no sé sabía de donde y era como un arrullo que lo emergía todavía más y más en sus ensueños que le causaban un calor y una sensación extraña en el bajo vientre, le iba por toda la espina dorsal se le desparramaba en el cerebro y le creaba un caos…

Allí tendido en la cama cubierto solo por una delgada tela…

―Hola, estas allí? ―dice una y otra vez la voz que era como música de ángeles, sus ojos se movían de arriba hacia abajo, que eran de un verde sobrenatural y su sonrisa se volvió malévola y perversa…

El muchacho allí tendido en la cama adormilado, apenas si cubierto por la delgada tela que le cubría su cincelado y esbelto cuerpo ―podía atisbar a simple vista que el muchacho le dedicaba un buen tiempo al deporte, sin pasar ―claro― por alto la naturaleza de su juventud, sus rasgos árabes muy marcados saltaban a la vista, su piel del color de la arena, su nariz muy afilada, sus labios gruesos y sensuales, sus músculos marcados y su tremendo sexo muy levantado y asomándole entre la tela que si apenas le cubría, dejando entre ver los pomposos cachetes de su culo. Suspiro hondo, su primer día en el complejo estaba lleno de sorpresas y ese espectáculo del muchachito árabe le estaba causando una exaltación casi perversa, su mirada de malignidad le daban un aire casi diabólico ―como si algo perverso lo tentara acerco su rostro al del chico, casi podía tocar sus labios con los de él, casi como besándolo―, sonrío con perfidia, musito algo casi inaudible…

Las sensaciones que le inducían esa voz lo embargaban haciéndolo caer en un turbulento remolino que lo arrastraron hasta un lugar que en un primer avistamiento le causaban una sensación de placer pero después de que se emergía más y más se volvía en una sensación de desesperanza y que parecía que nunca terminaría ―una sensación de estar entre el cielo y el infierno ―era algo literal― el lugar es como una fantasía, donde no tenía ni principio ni final, parecía un sueño dentro de otro sueño, que no sabía que lo causaba pero por extraño que pareciera el chico de los ojos verdes estaba allí y él tendido en esa cama en sedas y satenes con los ojos apenas abiertos, como si lo que estuviera sintiendo fuera tan pesado y ese personaje allí en la tina de bañar también como algo increíble que lo miraba y lo miraba con esa su mirada que parecía introducirse hasta su misma alma aráñandole sus más intimos pensamientos, causándole sensaciones encontradas de deseos y de desesperanzas…

Su mirada era de un verde intenso que lo abrazaba, que le provocaba ardores y unos calores allá en su intimidad, podia ver claramente la hinchazón de su sexo allí tendido a un lado de la bañera, llenándolo de vergüenza y a la vez de deseos impuros, salvajes, era como si estuviera dentro de su cuerpo y de su mente y no quería dejar de sentir todas esas cosas, como cosa de no sé sabe qué el muchacho de los ojos verdes ya estaba pegado a su cuerpo, podía sentir el ardor de su piel y si era muy suave, y también reconfortante, luego con una de sus mano tomo la de él y la puso en su sexo, y con su mirada le indico que la moviera de abajo hacia arriba, y así lo hizo por un tiempo que después le provocaron una extraña sensación que nunca la había sentido ―ni siquiera con su amado Farid―, lo que ahora sentía con ese extraño iba más allá de toda razón, las extrañas sensaciones que abrazaban su cuerpo lo estaban llevando a la locura misma y muy pronto estallaría en algo que nunca había vivido, no podía ni siquiera apagar sus propios gemidos, lo que sentía con lo que le estaba haciendo ese ser con cara de ángel lo iban hacer estallar en algo que nunca había sentido, que le envolvía el cuerpo en un denso y placentero placer que era imposible de describir…

Con un rugido que no se supo de donde le vino y como cosa extraña de su sexo salieron disparados chorros de un liquido viscoso, seguido de unas violentas sensaciones que lo estrujaron hasta la medula e hicieron que sus ojos se abrieran como platos, asustado se desperto y se incorporó un poco y lo primero que hizo fue mostrar una cara de sorpresa al verse mojado y embarrado por ese extraño liquido viscoso que tenía un calor y un olor penetrante, toda su cabeza le daba vueltas y su cuerpo se sentía ligeramente cansado, una sensación extraña lo envolvió en un raro sentimiento que le supo primero a vergüenza y después en placer, se incorporó y se sentó en el borde de la cama, se cubrió un poco con la tela ―suspiro hondo, todavía sentía correr las sensaciones en todo su cuerpo―, se puso de pie y se dirigió al baño...

De pronto se detetiene en seco, algo lo detiene. Levanta la mirada y ve algo que lo descoloca hasta la medula…

Dice la voz:

―¡Hola! ―¡la voz era arrulladora y algo burlona:

―¿Tú? ―¡lo que sintió le hicieron bajar la cabeza apenado.

Dice:

―¿Desde cuando estas allí?

Chancero:

―¡No te preocupes pude ver más de lo que te imaginas!

―No…

―Si…

―Ya, no te preocupes… Soy Ángel…

El muchachito árabe muerto de la pena se apresuro a darle la mano: El de los ojos verdes sonrío y dijo:

―Dejémoslo así…

―Si, mejor, me llamo Gennaro…

Se miraron y se sonrieron como si ya se hubieran conocido desde hace mucho; se comían con la mirada, los dos allí parados uno vestido y el otro cubierto tan solo con una delgada tela...

 La escena se corrió hacia afuera al cielo a un lugar sin principio ni final…




Ángel:




La mirada de Ángel se había ido hacia un lugar que le causo una repentina nostalgia… Pero tan rápido como pudo la aleteo con un gesto de desdeño y sonriendo con perfidia termino por enterrar aunque fuera por un corto tiempo su pasado; iba a divertirse como nunca mientras durara el periodo de escuela y por lo que miraba allí había mucho en que divertirse ―su ojos verdes brillaron de malignidad. Eran casi las horas de la merienda quizás en un rato más tocarían la hora para ir al comedor, serían casi las 5:30, quien sabe, muchos alumnos en el complejo sino tenían estudios extras se tomaban un tiempo para darse una siesta o hacerse sus diligencias; quizá por ello el morito se encontrara en esas circunstancias y como se había enterado con anterioridad, así como él mismo y como muchos allí contaban con ciertos privilegios que un alumno común no tenía. Por lo mismo él se había tomado esas horas para moverse al que sería su dormitorio final, al desván en el ultimo piso de los elegidos, así se lo habían echo saber ―había llegado y llamado pero al no haber recibido contestación había decidido entrar e instalarse y por eso era que lo había encontrado tomando su siesta y mientras se instalaba del todo había notado que el chico se removía en la cama y comenzado a gemir, y como no era de su incumbencia se había acercado en silencio casi, casi como besándolo y había adivinado que el morito sufría de algún sueño erótico, quizá por ello mismo de las semejantes circunstancias restantes…

Sonriéndole insinuador se acerco hasta al muchachito que estaba estupefacto al ver que habia comenzado a quitarse obscena y desvergonzadamente el uniforme del Colegio, porque todavía lo traía ―sin vergüenza ni pudor-, sus ojos se abrieron aterrados cuando miro aparecer el pecho, el abdomen plano y sobre todo los vellos de su sexo; una sensación extraña lo invadió desde los pies a la cabeza y no podía apartar la mirada de toda su virilidad que se asomaba entre la liga del calzoncillo y la piel de una blancura que le cuajaba y, de esa su cara de ángel y cuerpo de demonio tentador de pecados, que parecía poseerlo como algo no de este mundo, parecía tener una habilidad sobrenatural para desdoblarse a voluntad y era imposible darle un calificativo acertado...

Él por su parte dueño de la situación se tomaba su tiempo para quitarse la casaca y la camisa blanca, quedándose con el puro pantalón que estaba destrabado y a sabiendas de que el muchachito árabe sentía sentimientos encontrados decidió aprovecharlos hasta las ultimas consecuencias…

Sonriéndole malévolo se acerco más y más, casi pegando su rostro al del muchacho, casi como besándolo.

Dice:

_¿Que nunca has visto a un hombre en pelotas…?

Balbucea:

_No…

_¡Por qué será que no te creo Gennaro! -sonrío como solo él podía.

_¿Qué pretendes? -aterrado y sorprendido a la vez.

Lo miro a los ojos y como no queriendo se acerco más y más, lo abrazo con su mirada brillante que parecía introducirse hasta su misma alma -sonrío- luego burlón aparto su mirada de sus ojos y la dejo caer con descaro a su entrepierna, luego puso sus manos en la liga del calzoncillo y lo halo un poco hacia abajo, solo un poquito para que mirara un poco más -su sexo estaba levantado y echado hacia un lado, los vellos se le alcazaban a mirar, con una de sus manos se la toco por encima, la otra seguía halándolo por la liga y emulo hacerse una paja, el de los ojos negros estaba que no cabía de la impresión, un calor le invadió por todo el cuerpo, trago saliva al ver como se manoseaba y se pajeaba con descaro.

Ángel se tiro provocativo en la silla más próxima, aventó el cuerpo hacia atrás, abrió mucho las piernas hasta estar casi tirantes, sus huevos y su vergajo se asomaban por entre la tela, podían casi verse sus glúteos y su culo rodeado de un vello castaño claro -sonreía y se manoseaba sin pudor alguno, el moreno temblaba…

Burlón.

Dice:

_¡Apuesto que si, que si te la pongo, te la tragas toda… ¿Tu boca tragona pide a gritos verga y tu culo se te hace agua…?

El moreno trago saliva.

Dice:

_¡No, no sé de que me hablas!

El blanquito endureció la mirada; era por no decirlo de un aire demoníaco.

_Vamos Gennaro, déjate de pendejadas, a poco no quieres esta verga en tu boca y en tu culo -se manoseo descarado.

De un solo movimiento se saco el boxer, su verga salio despedida hacia su estomago -sus ojos brillaron malignos y no perdía detalle del morenito que no daba ni ápice-, se la tomo con una de las manos y comenzó a pajearse en serio, el moreno estaba que no daba un solo pestañeo, la escena lo tenía anonadado, sudaba y temblaba como una gallina, pero tampoco hacía nada, se lo comía con la mirada; podía calcular que se cargaba un buen tamaño…

Con la mirada le indico que se acercara; era una mirada fuerte, autoritaria, controladora, y poderosa, era la mirada de un macho.

Él estaba ensimismado cabizbajo con sensaciones encontradas, no dejaba de preguntarse por que se sentía así, sometido, sin voluntad, bajo la mirada, obediente, sometido para siempre...

Ángel sonrío triunfante.

Levanto el ceño a una altura como nadie, el brillo de sus ojos era maligno:

_¿Vamos puto, mi verga quiere atención? ¿Pon tu tragona boca en mi pija?

Gennaro como no queriendo se hinco en medio de sus piernas, todavía estaba renuente, pero a la vez sometido, no le quitaba la mirada de sus manos y de su sexo, se lo comía con la mirada, estaba como idiotizado, su olor le sabía como a sándalo y brisa de mar, era un olor embriagador, era un olor de hombre, era un olor que lo arrobaba que lo predisponía al sexo y al pecado, todo junto…

_¿Ya, ponla en tu boca…? -bufo.

Era una orden contundente a la vez que se la sacudía y se manoseaba -él tampoco le quitaba la mirada, su boca muy pegada y sus ojos cerrados, sus labios entre abiertos, estaba como en el limbo.

Abre sus ojos.

Dice:

_¿No sé cómo?

_¿No sabes cómo, qué?

_Eso, ponérmela en la boca!

_¿A caso eres pendejo?

El moreno bajo la mirada:

_¡Vamos Gennaro, te creo, tómala con tu mano! -sonrío pérfido.

Con una de sus manos se la apunto a la boca, con la otra lo tomo de la nuca y lo halo, le golpeo con la pija los labios hasta que los abrió por si solo, ayudado con ambas manos se la metió toda hasta donde su garganta era capas de recibirlo, hizo presión para que la sostuviera un buen rato -se reía y bufaba como un salvaje, no se carcajeaba, el diablo no se carcajea, el diablo solo sonríe y ya, decía-, Gennaro dio arcadas y de sus hermosos ojos corrían lagrimas, cerro sus ojos y luego sintió un espasmo que lo fulmino como un rayo, trago toda la verga y a la vez sintió que le estallaba su propio sexo en espasmos y chorros, su entrepierna se había manchado de liquido se le traslucía la mancha en la manta que lo cubria, un chorro de liquido se le escapo por la comisura y con un golpe seco de una de sus manos fueron a parar a una de sus mejillas, la otra seguía haciendo presión, era imposible que se moviera y que dejara de tragarse sus jugos…

_¿Estas marcado, me perteneces, entendiste?

Los ojos negros del muchachito lo miraron sin siquiera parpadear -asintió que si.

Ángel se zafo de su boca y le escupió la cara. Lo aventó al piso. Lo miro desde arriba, como un rey, le puso el pie en sus partes que estaban húmedas -lo miro malhumorado-, su mirada era de desprecio y su sonrisa era de malignidad…

_¿Te corriste verdad putito y decías que no sabias mamar verga? ¿Putos santurrones como tú dan asco y son los peores?

Gennaro bajo la mirada sumiso para siempre…

Ángel se aproximo y le extendió una mano para que se ayudara a ponerse de pie…

_¡Has sido un niño muy bueno! ¡Así me gusta que seas sumiso, para siempre! -sonrío malévolo, luego camino hacia la ventana y miro a través de ella:

Era como en una película:

Había algo en el ambiente que no le cuadraba algo extraño se cernía como una nube negra, como un negro presagio, busco en su interior y allí aposto su mirada y miro a través de sus ojos a más allá a donde el ojo común no podía ver, si, se siguió hasta más allá aún lugar no muy lejano, pasando todos los edificios, paso también el gimnasio, las canchas, era un lugar donde no se tenía razón, su mirada se clavo en ese lugar secreto solo conocido por unos cuantos y lo miro a él; era muy blanco con el cabello muy negro y bastante engominado -se parecía mucho a esos niños mimados- la piel blanca los ojos azules la nariz afilada los labios apretados, sonrisa de gran chulo…

Pareció musitar algo:

¿Lo sé todo, ahora sé su secreto, chupa vergas, asquerosos?

Él no pensó ni musito nada. Sonrío solamente.

Dijo en voz alta:

_¡Rodrigo, el chulazo del lugar!

El moreno se acerco hasta estar muy junto a su espalda. Puso su cabeza en ella, dice muy bajito:

_¡Sucede algo Ángel…!

Él no lo ve, dice:

_¿Nada, déjate de arrumacos? ¿No me gustan estas chanzas, que no se te olvide que lo que pase, pasara cuando yo lo quiera y solo será en privado, entendiste?

Se aparto de su abrazo. Sin mirarlo, dice:

_¿Prepárate, vamos a ir a la Ciudad…?

_¿Cómo?

Le lanzo una mirada fulminante:

_¿Acaso eres sordo también, te dije que vamos a ir a la Ciudad, cuantas veces quieres que te lo repita?

El morenito enmudeció. Sorprendido, dice:

_Pero Ángel, no podemos salir del complejo, lo tenemos prohibido!

Él se le acerco. Lo abrazo con su brillante mirada, dice:

_Escúchame bien Enano, para Abd Ankhil ibn Hussein heredero al trono de Jordania en la primera línea, no hay nada que se le pueda prohibir, comprendes…

Lo tomo por la nuca y se le acerco mucho. Lo abrazo con su mirada brillante, dice:

_¡Júntate conmigo y conocerás muchas cosas, cosas que nunca te imaginaste, comprendes!

El moreno se quedo patitieso…

Volvía a sentir esa extraña sensación de desesperación y de estar en un lugar no de este mundo -el brillo de sus ojos le causaban escalofríos pero todo él y su sonrisa eran capas de borrar todos sus miedos.

Meloso:

_Sabes Enano, deberías de olvidarte de esas tus "cosas" esas cosas que te perturban y te tienen como un apestado, también es de sabios quedarse callado de cualquier manera tú destino esta trazado y no iras muy lejos, y no estoy prediciendo tú futuro…

Se sintió abatido por esa nueva revelación, le venían tan claras que se estremeció…

Mientras que Ángel se hundía en su propio infierno.

Miraba a través de sus ojos a un lugar más allá de lo inimaginable -la escena se ve desde arriba, primero son un cielo azul tapizado de nubes blancas, luego la escena se va un poco más abajo; primero es el mar, luego una zona desértica salpicada de vez en vez de verde y de blanco, luego llegaba hasta un jardín, luego terminba la imagen en un edificio que era como un palacio; miro através de él, como si sus ojos vieran através de las paredes, miro lo que había allí, vemos a un hombre alto en primer plano, luego una mujer que estaba con la cabeza tapada, hay más gente, pero ellos no ven ni escuchan nada…


Frente a frente:

Los dos más poderosos cabecillas por fin estaban frente a frente rodeados por una densa y pesada niebla que en esa tarde se había apostado alrededor del complejo estudiantil, también estaban varios chicos, entre ellos estaba el rubio Sebastian, el francés Michel Ángelo, el italiano Ugo y otros más; era muy junto al lugar donde se reunían los rebeldes a conspirar a tomar, fumar y hacer cosas prohibidas…

Cuando uno de ellos le aviso al cabecilla que era un chico alto y esbelto, con el cabello muy negro y los ojos azules, la piel muy blanca, este les salio al paso, ya que por allí era el único camino despejado que había para salir fuera del complejo, claro sin ser vistos…

_¿Que hacen tú y este aquí?

Ángel sonrío cínico. Lo miro muy fijamente:

_¿Sabes, yo te recomendaría mejor meterte en tus asuntos Rodrigo, el que tengas tus chanzas con el rector no te autoriza a querer gobernar a todos estos imbéciles, creo sinceramente que tu reinado se ha acabado por fin?

Rodrigo abrió mucho sus azules ojos.

Balbuceo:

_¿Que dices?

Malévolo:

_¡Ah, es que aparte de lame culos también eres sordo, Gennaro mira, no eres el único sordo aquí, también el chulito del Instituto, sufre de sordera!

El chulito del Instituto como le decía él, tembló -su quijada crujió, sus azules ojos brillaron de odio.

Ángel suspiro, sonrío cínico, dice:

_Déjate de payasadas a mí no me asustan tus huevadas y si no quieres que te ponga en tu lugar, harías muy bien en mantenerte bien lejos de mí y de lo que es mío…

Rodrigo respiro profusamente, se lleno de aplomo, había algo que no le gustaba, algo en ese personaje no le daba buena espina, aparte de su desvergüenza y sus huevos al hablar, no era normal en alguien tanto descaro, aún así se le paro enfrente cara a cara…

Espeto:

_¿A donde crees que vas?

Ángel sonrío divertido:

_¡Mira, no estas para saberlo, pero te lo voy a decir, el Enano y yo vamos a la Ciudad -dejo caer la mirada hacia su entrepierna, sonrío cínico-, ah, y si quieres ir corriendo a decirle al chupa vergas del rector tienes mi permiso!

Se manoseo con descaro la entrepierna a sus anchas a todo lo que daba, obsceno y vulgar a la vista de los muchachos que boquiabiertos no quitanban la mirada de semejante espectáculo unos asombrados y otros por allí relamiéndose calladamente -aludió cínico que le importaba lo mismo que lo que tenía entre las piernas.

Rodrigo lo miro con un odio infinito pero Ángel no se movió ni un ápice, por el contrario sonreía con un desgano, como si sus actitudes le parecieran risibles…

Lo abrazo con su brillante mirada.

Sonrío.

Dice:

_¿Veras Rodrigo eres un chico interesante y por que no decirlo hasta ciertamente atractivo pero también eres estúpido -torció la mirada y miro al infinito a un lugar sin tiempo ni espacio, sea pues al infinito, se le acerco casi besándolo, le musito-, el rector aparte de chuparte la pija es estúpido y no sabe con quien se mete, acaso no sabe quien soy yo?

Él no se movió.

Inquisidor:

_¿No, quien eres?

Ángel sonrío malévolo, dice:

_¡El diablo!

Se aparto y se siguió burlón. Dejándolo con un palmo de narices:

Rodrigo se quedo parado como una estatua, su cerebro trabajaba a marchas forzadas dándole unas pinceladas de credibilidad a esas sus ultimas palabras que retumbaban en su cabeza como un trueno que si no paraban le iban a estallar -el diablo; yo soy el diablo-, su sonrisa que causaba escalofríos se le venía una y otra vez como una pesadilla, estaba realmente aterrado, tanto que se quedo parado por largo rato como un autómata, su miedo era innombrable…

Miro através de sus ojos; era una noche, no hacia mucho en medio de una tormenta con una lluvia infernal plegada de truenos y relámpagos; si, él no era el único que lo había visto, muchos lo habían dicho que la tormenta no era normal y de pronto Ángel estaba allí parado tras la puerta de hierro forjado, con su carita de ángel escurriendo agua, que ni se movía, mirando através de las paredes, como viéndolo todo con total nitidez calibrando escogiendo a cada uno…

Un escalofrío le corrió por todo el cuerpo:

La escena se torno en fuego puro; gritos por doquier…

Cerro sus azules ojos.

Y lloro…
       




Rodrigo:




La poca luz que entraba por la ventana iluminaba un primer plano de la cama más allá una esbelta figura parecía dormir, el aire que se colaba por la ventana movía la tela en encaje y satenes; un tenue olor a sexo se sentía por toda la cámara -es como quién sabe qué cosa-, la luz de la luna parecía arañar las paredes, era como si quisiera arrastrarse y alcanzar la figura, sería que quería abrazarla y envolverla con su luz, la figura inmóvil y que estaba de costado, casi desnuda tan solo con una tela encima…

_¿Estas molesto Rodrigo?

_¿Que querías que te dijera, yo solo obedesco?

La figura parece removerse, no dice nada, solo rumea…

Se incorporo y se puso sobre sus codos, miro hacia donde parecía venir la voz; todavía no dice nada, parecía mirar muy detenidamente -la luz del exterior le pegaba en el rostro haciéndolo ver todavía más blanco de lo que era, el cabello lacio y endrino estaba revuelto echado para un lado-, se avienta despatarrado en las almohadas, parece agudizar la mirada de un azul intenso casi glacial…

Miramos lo que él ve:

Es una sombra en un rincón bastante bien alejado de la luz, aún así podemos ver que se trata del rector Martínecio, que esta casi desnudo con solo un calzoncillo corto, tiene una copa de vino tinto en una de sus manos, la otra se toca una de las tetillas; no quita la vista de la figura despatarrada en la cama, aún más cuando esta se deshace de la manta que le cubre sus partes pudendas -trago saliva al ver su sexo en toda su magnificencia, su sonrisa triunfante-, ponerse de pie y dirigirse en su direccion; caminar muy lento, casi con parsimonia -oh, pero no se dirigió hacia él, si, hacia la ventana desde donde se podía alcanzar a ver todavía el bullicio de la Avenida y a lo lejos el de la Ciudad-, se imagino que quizá esos dos todavía estaban allí a fuera, quizás en el teatro viendo una pelicula o en algun restauran, el solo pensarlo lo llenaba de odio, lleno de coraje se prendió un Marlboro a sabiendas que Damian se molestaría -pero que le importaba y como había dicho él; que se emperrara que para eso se tenían sus chansas…

Él inmune a sus lindezas se empino todo el contenido de la copa y se despatarro en el mullido sillón a esperar a que el chulito se dignara a bajar de su pedestal, lo miro de reojo a contra luz totalmente desnudo -se miraba hermoso, muy alto y esbelto, con la piel muy blanca que casi le cuajaba, el rostro de una simetría casi perfecta, el cabello negro azabache, la frente amplia, los ojos de un azul glacial, la nariz afilada, los labios sensuales el mentón pequeño casi femenino y de lo demas ni que mencionar-, se saco su sexo por una de las perneras y comenzo a juguetear con el, mientras no perdía detalle de su joven amante que como cosa del otro mundo su verga se iba poco a poco levantado, alcanzando a ver que su otra mano le manipulaba los huevos lampiños que a sugerencia de él se limpiaba religiosamente -Rodrigo era un chiquillo exageradamente velludo, a sus años tenía vello en el pecho que le iban en una linea hasta el abdomen, llegábale al sexo y a las piernas, él le había dicho que para que no desentonara con sus compañeros se sometiera a una rigurosa depilación toda vez que se necesitara-, él descarado como era se había reido y dicho que sus vellos eran un signo latente de su hombria, y que si le respetaban era por que se miraba como todo un machazo -que acaso quería que se cortara los pelos de la pija también a caso quería que se le viera como la de un chiquillo enclenque-, había reído tanto que la pija se le había puesto totalmente al palo, se la había cogido con una mano y se la había manoseando a la vista del hombre que ni siquiera pestañeaba, totalmente ido como trasportado a otra dimensión, -riendo de su audacia de su descaro se siguió manoseando a sus anchas ese pijonon que era la locura de unos cuantos los que muy encantados y gustosos se dejaban que el chulazo los empalara cuantas veces él lo quisiera…

Alguien por allí le había sugerido que la zorra de Damian Martínecio le gustaba meterse con los muchachitos más bonitos y más jovencitos de la Institución casi, casi con los niños -él a diferencia de los otros tenía una marcada masculinidad redondeada con ese su impresionante físico quizá debido sin duda a las largas jornadas de entreno en las luchas grecorromanas donde portentaba seis titulos consecutivos; desde que había llegado a esa Institución hacía seis años se había centrado en pasar largas horas bajo el escudriño del entrenador que le había visto amplitudes para la competición, el chiquillo escualido en solo dos años había tomado un fisico impresionante y con ello el respeto de todos sus compañeros aunado a su singular desvergüenza; y no teniendo noción entre lo bueno y lo malo, todo le resultaba enteramente divertido, incluso pasarse por los huevos a todos los chiquillos, profesores, conserjes o quien se le pusiera enfrente, cayera en las redes de sus encantos o los encantos del pijonon moro-español que se cargaba y que siempre lo tenía bien dispuesto, le encantaba el exhibicionismo y siempre que tenía oportunidad les mostraba sus atributos; unas veces quitandose la camisa y a otras quedandose totalmente en pelotas con esa su tranca bien levantada, exhibiéndola en las duchas, en el gimnacio a otras veces llegando incluso en plenas competiciones cuando quería impresionar a alguien se medio bajaba el pantaloncito de deporte dejaba caer la mirada hacía esa parte luego miraba a tal y cual y lo hacía que lo mirara y era cuando miraba su entrepierna se manoseaba a sus anchas hasta que el fulano quedaba totalmente anonadado y fuera de sus cabales, luego se le acercaba tanto que su calor y su olor a macho se le colaran hasta más allá de su misma alma, suspirara y gimiera, y terminara entregándose solito; era tan dueño de si mismo que hasta el rector Damian Martínecio también había caído en las redes de su seducción…

Con pasó firme se encamino hasta donde estaba el rector, se detuvo a unos centimetros de donde estaba su boca y se la puso tan junto que casi podía besársela, casi podía sentir su aliento, solo bastaria que diera un empujoncito y ya la tendria clavada hasta la empuñadura -pero no, decidió alargar su agonia hasta que él quisiera; quizá hasta que haya obtenido un si, quién sabe…

Muy junto a él:

Y así comenzó a cascarsela, muy lento, muy suave, como desganado pero sin dejar de sentir esas sensaciones abrumadoras que solo se sentían cuando uno mismo lleva el ritmo, a sus anchas -Damian Martínecio por el contrario estaba que ni parpadeaba totalmente ido, absorto en comerse con la mirada esa maravillosa verga que era de una belleza inigualable-, pero él tenía otros planes no muy claros de momento pero al fin eran sus planes y los llevaría hasta el final…



El elegante automóvil se desplazaba por las intrincadas Avenidas de Marsella en dirección a donde quizá se suponía que estaban los Centros Comerciales, adentro el morito no dejaba de ver con curiosidad desde la ventanilla los elegantes aparadores atestados de ropa y de cosas que nunca habían visto sus ojos, y de todo lo que se les cruzaba en el camino, sobre todo ponía mucha atención en las chicas y los chicos; Ángel por su parte no dejaba de regocijarse enteramente satisfecho de satisfacer la curiosidad del inocente muchachito acabado de llegar del otro lado del mediterráneo.

Él al igual hacía poco que había llegado al complejo en esa noche lluviosa desde su natal Jordania para ser exactos del Jerusalén; por decisión de su padre se había retrasado unas semanas después de que comenzará el año escolar aludiendo festejos que ni venían al caso -desde que llegara le habían advertido que su estancia en ese pabellón sería pasajera donde estaban totalmente apretujados y que en su totalidad eran menores que él para terminar en el que sería su pabellón final donde estaba el marroquí Khinaru que ahora era Gennaro quien en ningún momento había protestado, ya con anterioridad había sabido casi todo de él -ahí había cumplido los catorce años, era el más nuevo del Pierre Le Mont Saint Michel o como lo conocían El Monte Saint Michel…

El primer lugar al que llegaron fue al centro comercial ubicado en una elegante Avenida ya allí se dirigieron al departamento de hombres y con la ayuda de un atento empleado se hicieron de bastante ropa en variados estilos que por sugerencia de él, el chico se fue probando uno a uno en los provadores…

Dijo:

_No, si no hay que dudarlo si pareciera que los diseñadores los hicieran a propósito… no hay nada más que ser guapo para que todo te quede a la medida, te ves espectacular Gennaro…

Le sonrío.

Él se ruborizo y bajo la cabeza apenado.

_¡Pero guapo, quita esa cara, no seas tan modesto, hombre!

Se le acerco tanto que casi podía besarlo, lo abrazo con su mirada brillante; estuvo a solo unos milímetros de besarlo que de no haber sido por que el empleado estaba allí sin duda se lo hubiera comido  a besos…

Dijo:

_Vamos Gennaro, no seas tonto, todavía te falta mucho por probarte…

Eso si, anteponiendo que la ropa le entallaba le dedico una buena manoseada, poniendo especial cuidado en la parte de los hombro, el pecho, el abdomen y por ultimo en el interior de la piernas, haciendo que el morito se estremeciera y se cohibiera más de lo debido; se le corrio hacia su espaldas y lo miro por el espejo -sonrío con malignidad al comprobar que al chico le encantaba la ropa-, eran unas magnificas prendas; un pantalon gris oscuro en corte entallado en algodón, una camisa blanca con rayas de rayón, una correa en piel, zapatos modernos, todos Armani por supuesto -por que si de algo se caracterizaba Ángel era de su buen gusto en al vestir, todo de marca y quería que Gennaro al igual que él tuviera lo mejor, miro de reojo que el empleado -un rubiecito de piel muy blanca que casi le cuajaba- traía un nuevo cambio de ropa -lo miro acariciador y le sonrío insinuador, el empleado se sonrojo-, se volvió hacía el chico que no dejo un solo momento de admirarse en el espejo de cuerpo entero, ahora traía un pantalón gris claro, una camisa blanca con corbata y un saco azul rey, indudablemente era la vestidura del Saint Michel; para estos había pedido siete, cinco para uso diario y dos para eventos especiales -burlón miro al rubiecito que seguía mirando y esperando por lo ultimo que tenía; la ropa de deporte…

El probador era un salón bastante amplio y privado, con sofás, mesas de centro, muchos espejos y una pequeña tarima a desnivel donde el que se probaba podía verse en distintos ángulos; sentado en el sofá principal Ángel podía admirar, aprobar que y que no le quedaba, también podía regodearse a sus anchas con la belleza masculina de Gennaro y había llegado el momento culminante en que él como el empleadito estaban esperando, ya estaban todas las prendas esperando…

Desde su lugar, le dice:

_Vamos Gennaro ya solo falta eso -miro hacia la mesa donde estaban todas las prendas alineadas-. Vamos que no tenemos toda la noche…

Gennaro puso cara de asombro al ver de que prendas se trataban. Lo miro con cara de no estar muy convencido. Miro al empleado que ya tenía una en la mano…

Dice:

_¿No pensaras que me voy a probar esa ropa… y delante de ti y de ese tipo que en ningún momento me a quitado la mirada?

Ángel se puso de pie y camino rumbo a la mesa donde estaba la ropa y el empleadito…

Dejo caer la mirada hacia su entrepierna que se veía que estaba levantada. Se sonrío burlón:
      
Y luego lo miro a los ojos acariciador. El brillo de sus ojos era maligno. Era por no decirlo de otra manera, antinatural. El chico de quedo de una pieza como transportado a otra dimensión como si esos ojos verdes le indujeran sensaciones extrañas no de este mundo…

Luego miro a Gennaro que estaba embelesado y aterrado:

_¡Vamos Gennaro, es completamente necesario para nuestros planes, no te parece… es prescindible que este pequeño sepa diferenciar lo bueno de lo malo!

Y sin siquiera saberse como ya estaba siseándole al oído. Restregándole su pecho y su entrepierna en su culo, él temblaba como una gallina:

_¡Oh, no te parece lo suficientemente guapo! -beso su lóbulo, lamió su cuello-. Vamos Gennaro te estas muriendo por que te la coma y él no se diga… míralo, palpa su deseo, su deseo en el ambiente flota como flores aromáticas…

Tomo una de sus manos y la llevo hasta su entrepierna. Él gimió y se arrobo ante las sensaciones que le inducía esa su voz, ese su calor, ese su olor o sabe qué diablos. Estaba totalmente transportado a otra dimensión, tanto lo seducía que era capaz hasta de irse al mismo infierno -él sonrío divertido ante la sugerencia.

_¡Entonces estamos!

Gennaro miro al chico que estaba con los ojos en blanco, como en éxtasis:

_¡Estamos Ángel!

Ángel sonrío y le puso una prenda en las manos -sonrío como solo él podía-. Y enseguida se volvió a sentar. El chico rubio estaba inmóvil casi como un maniquí. Ángel volvió a sonreírle y cómo que despertó extrañado de semejante acción, miro a Ángel que le sonreía cómo muy quitado de la pena; volvió a sonreír como antes, volvió a ser como era.

Ángel también sonrío y pensó:

¡Para tener conocimiento es preciso tener plena conciencia de lo que es y lo que no es! ¡Es preciso vivirlo en carne propia!

Dijo:

_¿Así es?

Él rubio lo miro, pero no dijo nada como si no fuera a quién le estuviera diciendo.

Se echo en el sofá con las piernas bien abiertas y se manoseo con descaro la entrepierna mientras miraba como Gennaro le daba la espalda y se iba quitando la ropa, quedándose tan solo con un calzoncillo que le entallaba al cuerpo como una vaina, era tan pequeño que las líneas del abdomen se le veían como surcos, su sexo apenas si era contenido, podía distinguirle las líneas con nitidez y juraría que todos los malabares que hacía era por que lo tenía levantado -después de varias proezas todas sin éxito se decidió por fin por el primer bañador que a todas luces eran obras de Ángel; pudo ver como ambos lo miraban sin siquiera pestañear, sobre todo por que sistemáticamente su miembro estaba en toda su longitud-, -sonrío y opto por no sentirse aludido y se monto en el primero que alcanzo que era un retro, el cual le entallaba muy bien al cuerpo pero aunque lo sentía muy cómodo no le gustaba por que al ser plano se le marcaba mucho y para acabarla que para donde quisiera que se lo pusiera era el mismo efecto; para colmo por exigencias de Ángel tenía que modelar cada uno que se probara y después de hacerlo casi como con una veintena miro que el empleado se le acercara y le dijera casi al oído algo que no alcanzo a escuchar pero si pudo deducir que era muy divertido por que ambos se reían… 

El empleado se perdió por unos cinco minutos para después volver con bastantes más prendas pero estas eran todavía más pequeñas y en colores brillantes, pero a diferencia de los anteriores estos tenían una amplitud baja donde se le acomodaba perfecto y a parte que el material le provocaba una excitante sensación que al momento se le volvió a poner dura y levantada, para beneplácito de Ángel que al verlo montado en ese bañador amarillo fosforescente con ese contraste de su bronceada piel y la sugestiva prenda, y por sobre todo por el tamaño que a todas luces se apreciaba dentro de la misma que le hormaba a la perfección -dábale espacio a los huevos dejándolos caer solo lo necesario y la concha donde su sexo se acomodaba perfecto aunque estuviera levantado como cual carpa y sus cacheticimos bien apretados y levantados, verdaderamente le encantaba la prenda y se sentía tan cómodo con ella que no deseaba ni quitársela, y se dio verdadero vuelo modelándosela y mostrándole sus bien formados atributos a esos dos mirones…

Con una mirada de él le indico que se acercara y así se dirigió hasta estar muy junto a ellos que estaban de una pieza al ver su desenvoltura como si lo hubiera echo de toda la vida; se puso a solo unos centímetros de donde estaba Ángel que lo miraba con esa su mirada brillante y su sonrisa congelada que causaba escalofríos -tan junto que casi podía sentir su aliento en su entrepierna-, el chico rubio estaba de rodillas y con la cabeza baja muy junto a sus rodillas, como si esperara una orden que viniera de él, tal vez sumiso, controlado por él que no dejaba de sonreír, absolutamente dueño de la situación-, él le puso una de sus manos en el abdomen y la fue bajando hasta que de lleno le tomo el bulto y con suavidad se lo magreo por encima de la tela haciéndolo que se le levantara, lo tomo con firmeza y lo atrajo hacia si, con destreza se lo saco por un lado y con la mano libre tomo de los cabellos al rubiales que sin necesidad se fue de lleno a su verga y sin preámbulos se la metió en la boca y comenzó a lamer y succionar frenéticamente todo junto haciéndolo gritar como un desesperado, ocasión que Ángel aprovecho para ponerse de pie y situarse a sus espaldas y jalarle el calzoncillo para un lado pudiendo ver como se contraía toda vez que el chico le comía la poronga -él estaba con los ojos cerrados y totalmente distraído por la mamada del rubiales que no vio las intensiones de Ángel hasta que sintió como le atravesaba de un solo golpe su interior y a raja tabla lo comenzó a montar frenéticamente…

Él al sentir la invasión instintivamente quiso zafarse pero Ángel ya lo tenía bien cogido por el cuello, chillo y mientras más se movía el canalla más lo invadía.

Totalmente encolerizado le siseo al oído:

_¿Ahora te aguantas… qué pensabas que todo esto no tenía un precio, pues te equivocas?…

Él no dijo ya nada, desfallecido se dejo hacer, unas lagrimas corrían por sus morenas mejillas -Ángel  al sentirlo desconectado lo tomo por la cara y mientras lo jineteaba lo beso en la boca, le metió su lengua y disminuyó sus embestidas pero eso si seguían siendo profundas; moviéndose con tanta entereza que parecía que se iba a fundir en él y al cabo de estarse moviendo, de comerle la boca, el rubiales goloso comiéndole la pija, que después de tanto sufrimiento comenzó a sentir un raro cosquilleo que le corría por sabe donde, le pasaba por la espina dorsal, le iba hasta al cerebro y allí le estallaba y cuando menos se lo esperaba comenzó a gemir, y a aferrarse a las caderas de Ángel que sonrío malévolo y comenzó un nuevo mete y saca intenso que sin duda lo llevarían al orgasmo en un grito fulminante que debía de escucharse hasta el Saint Michel y quizá hasta el mismo Tánger…

Las convulsiones de las que fue presa al sentir su tremendo orgasmo lo hicieron temblar y vibrar como un muñeco de trapo viejo, de aferrarse a su demonio y hasta de estocarse el mismo, de tomar con fiereza la cabeza del rubiales, de insertarle su poronga y vaciarse en su boca todo al mismo tiempo, todas las sensaciones se mezclaron y se hicieron una misma llenándolo de felicidad y de vergüenza al mismo tiempo…

Ángel le comía la boca y por eso no podía pensar con claridad, solo se dejaba hacer, mientras esos dos se retiraban satisfechos, él se quedo ahí un buen rato, no pensando, no podía pensar, solo sentía y se sentía muy sucio…

Cuando hubo terminado se dirigió a donde quizá estaba Ángel, sin duda donde se pagaba; si allí estaba, no pagando, si esperando por él, quién horrorizado de recordarlo todo indiferente se paso de largo…

Ángel burlón sentado en una silla que estaba por allí.

Dice:

_Vamos Gennaro, no pensaras que te lleve los paquetes también…

Por contestación le dirigió una mirada indiferente y se siguió por donde iba…

¡Vaya, con el mozalbete!



Rodrigo se giro un poco y camino hacia la cama, se detuvo un momento como pensando, como dándole vueltas y vueltas a esa idea que revoloteaba en su cabeza -era como en un flash back; miro a Ángel mirándolo y sonriéndole con esa su sonrisa que causaba escalofríos, que no se sabía por que, por que en realidad tenía un rostro en si angelical, solo era ese algo, ese brillo maligno de sus ojos, esa forma de ser de él que lo llevaban a pensar en algo diabólico…

Dijo:

_¿Quiero saber quién es Ángel?

Él sonrío y lo miro como si no entendiera o como si no estuvieran hablando él mismo idioma.

_¿Quién es Ángel? -dijo extrañado.

Él hablo con contundencia.

Dijo:

_¿Si, Ángel?

_¡Ah, Ángel, solo eso, pues Ángel!

_¿No mientas Damian?

_¿Por que crees que te miento Rodrigo?

_¿Él dijo algo que me descoloco de sobre manera?

_¿Cómo qué?

_¡Dijo qué era el diablo!

Sonrío burlón…

Dice:

_¡Ay Rodrigo!

Vera, como él ya sabe el Saint Michel, no es una escuela propiamente normal, es una institución que se dedica en su mayor parte al estudio de las ciencias y los aspectos de origen extranormal, sobretodo los mentales…

_¿Lo sabe no?

Él asiente:

Así como él, Ángel también tiene cierta características que en realidad no se saben si son reales o son inventos de una mente trastornada -cómo sabe, él es un científico, vamos un psiquiatra con carácter psicoterapéutico por que no se sabe si son reales o son un disturbios mentales -lo miro muy fijamente para comprobar si le seguía la conversación, burlón; sabía muy bien que los rollos sicológicos no iban con ninguno de los siete del pabellón 101 que eran los casos más severos y que se trataban a parte con carácter confidencial-, -le indico que se sentara porque iría para largo-, aunque a Rodrigo no le interesara el tema se mostró muy interesado particularmente en ese punto, el punto psicológico -dice, vera; como le iba diciendo los de este pabellón tienen esa particularidad y Ángel tiene la particularidad de ver y manipular la conciencia y el ser de las personas; lo miro fijamente para ver su reacción y lo que descubrió lo lleno de regocijo, el chico estaba muy complacido con su distante explicación; que de a ver sido otro quizás se allá dado cuenta que solo era un rodeo, muy distante de la realidad, pero para él fue suficientemente convincente…

Pero sobre todas las cosas le había interesado el punto psicológico y eso de que era un príncipe todavía más; era una estrategia de la que en determinado momento se podría echar mano -no había duda era un enemigo admirable, capaz de ser tortuoso y tenía muchos elementos para echar mano…

_¿Ah, era eso, un príncipe… nada más, Damian?

_¡Es también uno de los socios capitalistas del Saint Michel!

_¿Ah, por eso mismo le permites esas libertades… como que se largue a la Ciudad con el estúpido de Gennaro?

Él pone cara de no saber nada del asunto, lo miro inquisidor, dice:

_¿Cómo es eso, Rodrigo?

Él burlón va a sentarse frente a él en la cama, lo miro muy fijamente como no creyendo su actitud.

_¡Ah, no me digas que no sabías que esos dos seguido se salen del Saint Michel!

Burlón abrió las piernas y se manoseo el abultado pecho como dos pequeños montículos, pero no dejo un momento de ver como se lo comía con la mirada; y a pesar de todo estaba bien concentrado pero era evidente que el deseo lo consumía por que desde hacía rato su bulto en la entrepierna sobresalía como una carpa, sonrío ladino…

Dice algo ausente:

_¿Seguido se salen… no, no sabía… y dime tú, por donde, si se puede saber?

Río picaron, se siguió manoseando; ahora se manoseaba el marcado abdomen y hasta un poco más abajo, pero lo extrañamente raro es que nunca dejo de ver como los ojos de Damian se le iban hacia su sexo que ya estaba algo levantado provocando que se removiera nervioso en su asiento -sabía de antemano que todo él le gustaba; le gustaba su cuerpo, su bello rostro aún todavía juvenil pero a la vez masculino, sus ojos, su calor, su olor y hasta su carácter sórdido e impredecible…



La penumbra de la habitación no le impedía deducir que alguien estaba allí, podía alcanzar a ver en el sillón una sombra, también se palpaba un olor en el ambiente que no era conocido, no por él -quiso encender alguna lámpara que rompiera con la oscuridad pero un ronroneo se lo impidio; era la sombra-, por ello tuvo que esperar a que sus ojos se acostumbraran -quien diablos era ese intruso que lo mirarba con insistencia; como si con eso hubiera preguntado sin hacerlo…

Dice desde la penumbra:

_¿Veo con desilusión que tus constantes devaneos te han llevado a perder tu perspicacia, Damian?

_¿Usted?

_¿Si, yo, o quién pensabas que era, Rodrigo, o cualquier otro imbécil con los que te sueles revolcar?

_¿Perdone usted Señor?

_¿No hay excusas para tales acciones, es primordial cabeza fría para llevar cabo nuestros planes? ¡si seguimos distanciadonos de nuestro objetivo, nosotros seremos quién paguemos las consecuencias!

Se despatarra.

Dice:

_¿Lo sabes, verdad?

 _Si Ángel, lo sé…

Al decir esto desde un punto no determinado se fue iluminando la habitación, de poco a poco -como si desde algún lugar alguien le hubiera aventado la luz; como en el set de una película-, y si, allí estaba él con esa su ropa de calle que le hormaba a la perfección como si se la hubieran echo a la medida -estaba despatarrado, como desganado pero sin perder el porte y como bien hubiera dicho Gennaro con esa su actitud que causaba escalofrios -diría él que era como ver el diablo- para sentirse como si estuvieras con alguien no de este mundo, como si sintieras la situación tirante, como si te estuviera sondeando y nada era realmente lo que pareciera; vaya como que podría de un momento a otro saltarte encima para abrazarte o destruirte-, él sonrio divertido…

_¿Vaya, me alegra que todavía no se te olvide quién soy?… ¡Por que a lo que veo, a tí últimamente te ha dado por olvidarte de quién en realidad eres!

Se pone de pie y camina un poco mirando el lugar…

 Dice sin ver lo que realmente pretendía:

_Algunos, y no te estoy incluyendo, pobres de espíritu, se dejan arrastrar con facilidad por las cosas mundanas… vaya, no digo que no sean… tentadoras -mira la gran cama abocelada desde el techo hasta el piso vestida con la ropa elegante que a todos nos gusta, los muebles empotrados, la mesita donde esta una vendeja atestada de botellas de licor, copas y vasos en brocatel.

Burlón.

 _¡Vaya Damian, tu actitud me parece ricible, pareciera que estuvieras viendo al diablo!

Sonríe.

Él no se movió ni un ápice pero estaba muy atento a todo lo que Ángel hacía o decía -en verdad tenía una actitud intimidante, él mimo le tenía un pánico atroz y siempre que estaban juntos se le llenaba el cuerpo de un raro escozor -Ángel parecía adivinar sus temores y se hacía rodear todavía más de esa aura que en si se podría decir que era de maldad y a sí acrecentaba sus más íntimos temores para mantenerlo a raya..

Lo miro burlón.

Dice:

_Dedusco que esta conversación no nos llevara a ninguna parte, sabes por que Damian, por la simple razon que tú sabes quien soy, y siendo así, no tiene chiste…

Él trago saliva -sabía que cuando algo no le gustaba se volvía realmente tortuoso; como en esos precisos momentos, también sabía como se las gastaba y era de los que no se tentaban el alma, entonces  como buen jugador decidía que el juego se tornaría aburrido…

Dice algo astiado…

_Sabes Damian, no es que me guste mucho eso de andarte visitando, pero negocios son negocios… y yo nunca doy por dar, así que aquí te dejo la cuenta de lo que inverti en tú nueva adquisición… tú sabras como lo pasas ante el consejo, que no dudo de que argumentos tendras… ¡Pero hombre quita esa cara que no te voy a comer, no por lo pronto!

Sonriendo burlón salio de la habitación. Sonriendo no carcajeándose; el diablo sonrie no se carcagea.

Él trago frio y desfallecido se dejo caer en una silla, muerto de terror; en verdad era malvado hasta la saciedad: En que diablos estaba pensando cuando acepto ese maldito pacto, lamentarse no valia ya nada, lo echo echo estaba…  


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