miércoles, 20 de abril de 2011

El Amante del Desierto...



Autor: Alexis Remington...





El Amante del Desierto...





Tenía tiempo que no se sentía tan contento, quizá desde esa ultima vez que lo alcanzo a ver desde el podio, cuando le entregaron su diploma: Tenía veintitrés años, nueve desde esa despedida en el aeropuerto… Por precaución no se acerco, pero sabía que estaba allí oculto; podía sentir su olor en el ambiente a sándalo y brisa de mar que se le colaba hasta las membranas mismas… Con ese su traje sastre estilo occidental, tan entallado como una vaina, con su cabello azabache todo engominado, con su piel como la arena, con sus lentes Ray Ban calados en sus ojos de un verde agua imposible… Desde esa ultima vez, tiempo tras tiempo siempre se hacía un lugar para venir a verlo; a veces le mandaba un pasaje para que lo alcanzara en tal Ciudad y en tal hotel y siempre que su vida pasaba por momentos especiales, él estaba allí; ahora con su cabello un poco plateado, con su actitud un poco más serena, pero todavía con la misma pasión del primer día…

¡La promesa seguía en pie!

Sus ojos se le iluminaron cuando leyó su mensaje en la computadora:

"Te veo en Seattle, mi vuelo llega a las 8:00pm, si deseas me esperas en la habitación del hotel o en el bar…
PD: No tomes mucho… sé que últimamente te ha dado por beber… Te extraño…"

Sus ojos grises se cuajaron de lagrimas:

¡Yo también Ali… Yo también llevo extrañándote desde hacia mucho tiempo, no sabes cuanto te extraño y… Toda vez que nos vemos y nos separamos es como si muriera un poquito cada día, pero aquí sigo como el primer día, así como tu, sigue mi promesa en pie!

Se durmió en seguida y su somnolencia de la duermevela lo llevo hasta un lugar inhóspito, casi desértico, con el sol que le quemaba los ojos, que por más que los cerrara no podía evitar abrirlos, el miedo y la zozobra le invadían todo su ser, pero también la curiosidad de ver a ese ser que se acercaba en ese caballo azabache envuelto en telas que le ondeaban con la arena y el viento como algo irreal… Después se vio así mismo en el regazo del mismo ser, pudo ver sus ojos de un verde agua como algo imposible, solo ver sus ojos lo llenaron de tranquilidad, cerro los suyos y se emergió en un sueño profundo, su olor a sándalo y brisa de mar le decían que estaba con alguien que por alguna razón le producía un confort desconocido y tranquilizante…


El muchachito seguía llorando.

Quizá desde hacía mucho tiempo.

Quizá desde que fue arrancado del grupo del que se hacía acompañar:


Se había dado cuenta que lo habían cambiado varias veces de vehiculo, así mismo de varios lugares, pero solo recordaba el ultimo sitio, el cual solo de vez en vez pasaba por su mente como un lejano ensueño: Con ese gran salón elegantemente decorado tipo anfiteatro, con elegantes asientos donde se veían difusas figuras de personas ocultas en una estratégica oscuridad, con varios chicos desfilando en la pasarela, tan solo con unos diminutos trajes de baño como única prenda que si apenas cubrían sus partes pudendas ―no sabía si eran así de pequeñas con la única finalidad de marcar sus traseros y sus paquetes que extrañamente hacía horas que estaban levantados y que también hacía tiempo le habían causado una dolor interminable en el bajo vientre, con que ganas se hubiera el mismo sacudido hasta derramarse y así terminar con el dolor; pero ese artefacto que le habían puesto alrededor de la circunferencia separándole los huevos que se los jalaba hacia bajo, aunado a ese enorme y incomodo falo artificial incrustado en su orificio cual antes virgen, ahora todo eso había quedado atrás, se daba cuenta que toda la prenda estaba bien diseñada, enganchada desde todas partes uniéndola entre si como si fuera un bikini solo que a diferencia de estos este era de cuero y metal tan fino que le entallaba como una vaina, como una segunda piel, el cual ni se notaba bajo el traje de baño de marca que le habían dado antes de salir a la pasarela donde desfilaría, quizá con seguridad para ponerlo a la venta, donde algún libidinoso lo escogería con el numero nueve que traía en la espalda…

Todo le quedaba tan lejano y se sentía tan cansado, sin fuerzas y no por hambre por que si de comida se trataba allí lo atendían como a un rey o quizás como a un esclavo ―no quiso pensar en ese momento que como a un esclavo sexual. El vaivén en el cuarto donde estaba le indicaba que ahora iban en algún barco, era pues un camarote como nunca sus ojos hayan visto, la elegancia que allí se veía era abrumadora, solo sentía la suavidad de la ropa de cama bajo su piel casi desnuda, le indicaban que era un yate; uno y exageradamente elegante, sus ojos grises que apenas si se podían mantener abiertos, podían ver que por doquier brillaba la elegancia, quizá su ahora dueño era alguien importante:

Hacia mucho tiempo que no se sentía tan cansado, quizás estaba bajo los efectos de alguna droga para minimizarlo y así someterlo a las necesidades de sus captores; demasiado cansado para replicar, para pensar, para cualquier cosa que no fuera quedarse tirado en esa cama acolchada en sedas y satenes, que lo abrumaban con su suavidad al grado de perderse en ensueños y fantasías que lo llevaban hasta el lugar donde hacia unos días había sido su hogar…

Solía montarse en su caballo y cabalgar por la llanura, llegar hasta la meseta, divisar su casita de dos pisos levantada en la llanura típica de la región con extensos campos de cultivo, ganado vacuno pastando en los linderos del rancho de su familia, con el lago que alimentaba a varias rancherías: Hacía tiempo que se venía planeando un viaje de dos semanas por Europa, como premio a final de estudios; en algún momento su padre, un hombre alto con un cuerpo esbelto pero musculoso había dicho que no le parecía que su hijo mayor todavía adolescente se fuera solo con un grupo también de chiquillos que apenas si espigaban para ser hombres, en un viaje por varias Ciudades del viejo continente, pero su madre una espigada mujer le había convencido de que el chico estaba en edad de independizarse a demás de que se trataba de un viaje de estudios previos a la carrera que el chico quería estudiar. Así una tarde en que la jornada de trabajo había terminado, el padre y el hijo se montaron en sus caballos y se dirigieron rumbo al lago; ya en el lugar con un paisaje digno de una postal, con el sol casi por ocultarse, los dos en silencio prepararon un improvisado lugar para acampar, con todo y su casa de campaña, mientras el padre montaba la casita, el chico desensillaba los caballos ―se pensó que el padre le iba hacer desistir del viaje comenzando con un sermón y terminando con todas las inconveniencias que este conllevaba…

Una suave pero firme sacudida en el hombro lo sacaron de sus ensueños a uno de sus costados varios hombres hacían cosas, del otro lado seguía la sacudida pero estaba tan aletargado que le era imposible mantener la objetividad, una voz varonil pero muy suave que le pareció arrulladora para sus oídos ―dice; que esta demasiado drogado para ponerse en pie, necesitara de varias horas para que su cuerpo deseche en su totalidad el efecto de las droga―, aún así lo limpiaran lo alimentaran, así pues con exagerado cuidado fue limpiado de cabo a rabo, sentía como una esponja medio húmeda se a abría paso entre los dedos de los pies que le hacían cosquillas, así mismo la esponja le iba por las piernas, los muslos, por los glúteos, hasta más allá de su intimidad, en ese momento sintió un alivio al no tener el artefacto colocado alrededor de su sexo; en esa parte de su cuerpo se ponía especial cuidado, las manos se esmeraban en lavar su intimidad, la esponja y el agua tibia le sentaban en ese momento como a gloria; bien, después sintió como su miembro era estimulado con varias manos a la vez, su antes exuberante vello fue reducido a solo un pequeño montículo, sus huevos y su orificio ahora estaban sin un solo vello, tan limpios como las de un bebé, después sintió las mismas manos entre las axilas y el frío de un metal recortando el vello que allí sobresalía, mientras en otro punto un par de manos le hacía un trabajo de limpieza en la aureola de las tetillas, su rostro y su cabello fue así mismo limpiado y peinado…

Todo bajo la supervisión de ese hombre que se le hacia tan alto, con sus ojos medio entre abiertos, pudo ver que todos obedecían sumisamente las ordenes de ese personaje allí de pie con una firmeza poco común, con un traje sastre muy moderno que le entallaba al cuerpo, que le marcaba los muslos, los hombros y los bíceps; el cuello fuerte, el mentón cuadrado, los labios sensuales, la nariz afilada los ojos verde agua, las cejas rectas, la frente amplia, el cabello negro como el azabache totalmente engominado, con la piel del color de la arena ―por su apariencia adivino que era del medio oriente, era un árabe, no había duda―, allí parado observándolo todo con una frialdad exasperante con sus brazos cruzados, él, ahí tan desvalido en manos de esos sumisos sirvientes, que sin vergüenza ni pudor lo tocaban y lo acicalaban como si para ellos fuera usual hacer ese trabajo, moviéndolo de un lado a otro mostrándole su cuerpo y sus partes más intimas como si de mercancía se tratara ―tal vez estaba calibrando la calidad de lo comprado.

Después de mucho rato y de haber ingerido una infusión que le había sabido a rayos ahora ya se sentía un poco mejor, ya se podía recostar en las suaves almohadas, podía ver que el hombre lo observaba desde un sillón con las manos en reposo sobre el respaldo, con las piernas medio abiertas, pudo calibrar el gran tamaño de su entrepierna ―había escuchado que los árabes tenían el gusto por usar como hembras a los muchachitos, con fama de tener enormes penes y de ser muy atractivos, indudablemente el que tenía allí enfrente daba muestras de que no se habían equivocado―, podía sentir un penetrante olor a sándalo y brisa de mar que se había extendido por toda la cámara, indudablemente era el olor que se desprendía del cuerpo del hombre que no rebasaba los treinta años y quizá con su uno noventa de estatura, esbelto pero definido, la mirada tan penetrante que si lo veía a los ojos directamente se le escurriría hasta su misma alma y descubriría sus mas íntimos pensamientos ―deseaba con vehemencia que no descubriera que de alguna forma su presencia lo estaba poniendo nervioso, que en algún punto de esas dos semanas con sus raptores habían desquebrajado su hombría al grado que solo verlo de vez en vez sentado con ese desgano en ese sillón le producían encontrados sentimientos y un extraño e inusitado cosquilleo en la parte más intima, que le corría por la espina dorsal hasta el cerebro se le desparramaba y le creaba un caos, su sexo se levantaba descarado marcándose en las sabanas, con los pezones rígidos, con el cuerpo ardiendo, con la sutil sonrisa de ese extraño puesta en esa tremenda erección que por más que quisiese ocultar no podía…

El árabe se pone de pie, da una vuelta y se pone a su costado, lo miro inquisidor se sentó luego en el lecho, le tomo de la barbilla atrayéndolo hacia si, clavo sus ojos en los de él, dice:

―¿Veo que ya te sientes mejor, muchacho? ¿Como te llamas?

El con expresión de sorpresa dice:

―¡Alexis, Señor!

El hombre sonríe, acerco mucho su rostro casi podía tocarlo con sus labios, parecía abrazarlo con su mirada brillante:

―Mira, yo no soy tú Señor, yo trabajo para tú Señor… ¡Soy como tú!

―Y quien soy yo…

―Eres un esclavo de alto rango, mi Amo te ha comprado por quinientos mil euros, yo soy su guarda espaldas y soy quien le hace este tipo de negociaciones…

―A donde vamos…

―Vamos a los Emiratos Árabes Unidos, específicamente a la Ciudad de Dubai, el tiene un palacio allí, es un hombre muy rico y poderoso, te ha escogido como su juguete exclusivo…

―¡Me ha comprado! Es que ahora no soy dueño de mi voluntad… ¡Es esto una broma de mal gusto!

―Cálmate muchacho, las cosas suceden así, el que tiene el poder suele ser arbitrario en ocasiones. Pero si manejas las cosas con inteligencia. Y mi obligación es enseñártelas. Sobre todo las que necesitas saber…

―Lo haces parecer muy sencillo…

―Tengo quince años al servicio de tú Señor, ahora soy su brazo derecho, soy…

―¡Es usted su amante!

―Soy su amigo…

―Si usted lo dice…

―Si no controlas tu lengua te las vas a ver muy mal… ¡Tú Señor no es como yo!

El hombre le pone la mano en la frente y le revisa muy detenidamente.

Dice:

―La temperatura esta bien, tus pupilas están ya normal… En unas horas llegaremos al final del camino… Te anticipo que tu Señor viene aquí también…

―Que consuelo!

―No lo tomes tan trágicamente, si lo vez desde otro punto de vista… Saldrás beneficiado, no todos tienen el privilegio de ser un favorito…

Dice:

Abdul Ali tiende a aburrirse muy pronto y eso si es una mala noticia, por que inmediatamente pasara del harén de los privilegiados al sequito de la servidumbre y eso si es muy aterrador ―pero no tiene de que preocuparse, por que personalmente se encargara de entrenarlo a conciencia: Le dará armas para mantener el interés de su nuevo Señor; regla numero uno jamás lo mire a los ojos, regla numero dos jamás ponga objeción, regla numero tres siempre muestre sumisión―, aprenderá el sagrado arte de complacer a un hombre, con estas tres reglas básicas lograra que…

―Algo muy importante antes de continuar ¡Esto no puede suceder!

Sin darle tiempo a que objetara le saco las sabanas y le puso la mano en la erección, le cogió el pene y comenzó con un suave pero firme vaivén de arriba a bajo, haciendo que el chico exhalara un gemido de placer, se retorciera como una culebra ―le palpo los huevos que estaban a reventar, con los huevos en la palma de la mano y jalados hacia abajo, después con un movimiento experto dejo el dedo del medio libre, le palpo el perineo, se siguió hasta el orificio que estaba húmedo y dilatado hasta la exageración, y sorpresivamente es él, él quien levanta la pelvis y es quien se ensarta el dedo. Él bufo de placer al sentir su calor y las contracciones de su ano cuando le masajeo la próstata y un chorro de liquido salto hasta su boca y otro más, hasta que el chico dejo de presionar su dedo con su esfinter, con esos sus ojos brillantes palpo la joven esencia del muchachito que extasiado y extenuado se quedo despatarrado en el suave lecho, aún así su erección seguía y su dedo seguía dándose gusto con ese culo virgen y goloso…

El chico abrió sus ojos de poco a poco.

Con su sonrisa muy sutil y su mirada clavada en quien le diera semejante placer.

El cual sonreía complacido:

―Desde luego esto no puede suceder, que tengas el pene levantado es imperdonable. Sumisión es absoluta sumisión, tu gusto y tu placer es el de tu Señor, no el tuyo. Te lo aclaro por que a Abdul Ali, tu Señor no le gusta que sus concubinos tengan placer, si es que no quieres que tus huevos terminen en las entrañas de una de sus mascotas…

Desde el momento en que este por primera vez ante su Señor su gusto y su placer tendrán que ser suprimidos, al Sultan no le gustan los muchachitos activos; será educado, cuidado, alimentado en las sabias artes amatorias, destinadas a satisfacer por entero a su Señor: En compensación tendrá el privilegio de ser el favorito, podrá deambular por el palacio, vestirá las ropas mas caras, los mejores alimentos, podrá estudiar, salir a cabalgar, tendrá un sequito de sirvientes, que lo mimaran con esencias, con tratos especiales, será tratado como a un príncipe…

El muchachito por contestación, dice:

―¡Si usted lo dice, así será!

Se escucho un silbido a lo lejos:

El hombre se puso de pie, tomo un teléfono y antes de que colgara el artefacto ya se escuchaba un golpe en la puerta: Dos hombres bastante atractivos entraron cuando esta se abrió; traían en sus manos ropa ―con la mirada se apostaron a un costado de la cama. Les indico que lo vistieran, que lo arreglaran para salir del yate que estaba aparcado en el muelle: El Sultan saldría primero en el segundo coche, después su primera esposa, en seguida sus dos hijos varones, luego sus cinco esposas, después de estas sus ejecutivos, sus sirvientes, por ultimo dos coches mas; uno donde irán ellos dos, en el otro irán los otros cinco chicos, seguidos por dos coches mas que son los guardaespaldas, cerraran la caravana…

―¿En donde iría él? ¿Con su Señor?

―¿No, él, ira a su lado?

―Eres mi carcelero…

―¡No, soy tu guardián!

Ira con él, en el coche, desde hoy será su maestro:

―¿Como te llamas?

―¡Ali!

Cuando estuvo listo le siguió primero por un pasillo, después un gran salón, y muy a lo lejos pudo ver como la caravana de gente iba abordando los elegantes coches; ellos en la borda en espera que todos tomaran sus respectivos lugares; tuvo tiempo para deleitarse a sus anchas con sus anchos hombros, el culo prieto, con esos muslos como dos columnas vivientes ―era un bello ejemplar del sexo masculino, presentía que se llevarían bien y después de ese magnifico trabajo, el cual le habían quitado todo el estrés que arrastraba desde hacia dos semanas, ahora sin el molesto artefacto, mucho menos sin el incomodo falo en su orificio. En esos momentos se sentía mas tranquilo aun que no dejaba de preocuparle su situación; no sabia si volvería a su vida anterior, su familia, sus amigos, sus estudios, su futuro, indudablemente le embargaba una gran nostalgia.

Todavía no conocía a su verdadero dueño, pero al conocer a Ali y siendo tan gentil, que quizá al que llamaba Abdul Ali era parecido a él, no podía ser de otra manera por que el concubino era un hombre conocedor del mundo, educado, gentil, quizá su Amo le había dado una educación privilegiada, tanto que quizás lo había acogido y dado un trato especial ―deseaba que fuera como Ali, que lo tratara con gentileza, quien indudablemente tenia una gran experiencia en esos asuntos; como con sabiduría lo había llevado al colapso del placer. Nunca se imagino que esto pudiera sucederle, de que alguien de su mismo sexo lo llevara a dudar de su sexualidad; aunque jamás le había pasado por la mente tener contacto sexual con un hombre no le parecía del todo extraño ya que el mismo había visto a muchos de sus compañeros desnudos con sus penes en erección, paseándose por los vestidores y otros mas atrevidos masturbarse en grupo y en otras ocasiones había visto en los vestidores a un chico que estaba de rodillas con su culo en popa, con una mano sacudiéndose el pene, mientras que su boca se comía la de otro compañero, esta escena lo había dejado muy perturbado, tanto que de vez en cuando le echaba miradas furtivas a su padre cuando se bañaban juntos y como siempre lo hacían en calzoncillos, el enorme pene paterno siempre terminaba trasluciéndose, como su culo redondo se transparentaba bajo la delgada tela de algodón ―como su padre se le paraba enfrente y su sexo se veía todo nítido, con su sonrisa muy sutil; como si en el fondo supiera que su pequeño hijo fuera diferente, sobre todo cuando de pronto se llenaba de un nerviosismo poco usual y su entrepierna comenzaba a crecer, corría despavorido a meterse en el agua…

Como prenda solo llevaba una magnifica "thawb" (que era una tunica) que le llegaba a los tobillos en seda y satén que le creaba un cosquilleo cada vez que rozaba su intimidad que para esas alturas ya se encontraba a media asta, se le traslucía el grosor y le impedía caminar con garbo debido a que no traía interiores con un "ghutra" (pañuelo cuadrado en la cabeza sostenido con cordones en raso trapeado) se sentía tan bien con esa vestidura que hasta le provocaba placer, con los codos en la borda, divisando la caravana ―pero por mas que se estiraba no podía ver a nadie con las características de gran Señor, debía ser una gente muy importante por toda la gente a su alrededor, todos en armonía: Ali estaba a su lado, quizá pendiente de que le dieran la orden de que los esclavos varones abandonaran el yate y abordaran los coches, todavía no había visto a ninguno de sus compañeros, pero como le había dicho que era el favorito y que tendría mas privilegios que los otros; indudablemente el estar allí con él, era uno de ellos. Además esa ropa le encantaba, le encantaba estar junto a Ali con su olor tan peculiar que se le escurría hasta las membranas mismas, con su mirada en su culito respingon, con su espalda arqueada a un grado imposible con la raja de su culo translucido en la suave tunica, sentía la mirada de Ali en su traserito, con sus brazos abrazándolo, con sus manos cogiéndole del mentón, llevando sus labios hacia él, comiéndole su lengua, sentándolo en su enorme pene, con una de sus manos dándole gusto a su joven polla, la que si no fuera por la posición en la que estaba se le vería levantada como una carpa, todo bajo la mirada picara del concubino mayor, que lo miraba de reojo a través de los Ray Ban; podía verle la entrepierna aprisionada en ese sastre peleando con la tela por escaparse de su apretada prisión…

Después de un rato uno de los hombres abajo hizo una señal con una lámpara y Ali se recompuso y tras de eso se dirigieron a desembarcar ―pudo escuchar que tras ellos venían otros mas, sintió curiosidad por ver de quien se trataba, pero una rápida mirada le indicaron que no lo hiciera― todos los coches estaban encendidos, solo faltaba que los demás chicos terminaran de acomodarse atrás de ellos.

La caravana comenzó a moverse a una misma velocidad, se siguieron por una calle pequeña, pudo ver a lo lejos un trasatlántico y gente que pasaba por la aduana, indudablemente el personaje se pasaba por alto todas estas reglas: Apareció una Avenida grande y suntuosa que se llamaba Jumeirah Road, la caravana se siguió a la izquierda hasta que apareció una Autopista que se llamaba Sheikh Rashid Road, se siguieron rumbo al sur hasta que se miro la mas suntuosa de todas las Avenidas, superando en mucho en fastuosidad a las de los Estados Unidos, la Avenida Sheikh Zayed Road ―él le había dicho que esa Avenida iba desde el Este hasta el Oeste pasaba por el aeropuerto, el Centro de Dubai, el Centro Financiero y todos los puntos importantes de la Cuidad y ese edificio que a allá se veía, que estaba en construcción era la Torre Burj Dubai, que sería el rascacielos mas alto del mundo, esa misma los llevaría hasta el palacio del Jaque Califa Abdul Ali, en los Emiratos Hills, la parte mas fastuosa de toda la Ciudad. Y en verdad que si era muy hermosa, bueno él, no conocía mucho de su país, solo conocía Boise y era una Ciudad relativamente pequeña, solo la había visitado dos veces, una cuando lo habían ido a inscribir a la preparatoria y la ultima vez cuando tomo el avión que lo llevaría a Barcelona la primera Ciudad que iban a visitar con su grupo de estudios…

Tantos recuerdos de sus días pasados terminaron por abrumarlo que sin quererlo sollozo e inclino su cabeza en el hombro del hombre que lo acogió con ternura, que irremediablemente después lo acuno con sus fuertes brazos y dejo que el chiquillo se desahogara en un llanto callado, muy intimo: El muchachito lo descomponía enormemente, se sentía seducido por esa su inocencia, por esa su sonrisa picara, por esos sus ojos grises brillantes, por ese su cabello rubio medio largo, que era que se le hacia como un ángel. Quizás todas esas mismas características lo habían seducido, cuando lo vio parado viendo una pintura, como arqueaba su espalda y respingaba su culito, con esos tejanos a la cadera tan entallados como una vaina, con el interior por fuera, con los cachetes redondos a la vista, con sus botas tejanas, si que era singular verle ahí, paseándose por las galerías, viéndolo todo con admiración ―luego habían ido tras del grupo de estudiantes, en especial en el de los tejanos, lo había mirado mucho, como si se quisiese guardar como en una fotografía cada detalle del chiquillo, después le había echo señas al mayor de sus compañeros, que ese chico rubio que sobresalía de todos los de ese grupo y no por ser el mas alto, sino por su recio cuerpo, pero aun como de niño, con la espalda no muy ancha, la cintura pequeña, la cadera un poco sinuosa, los muslos largo, el cabello rubio dorado, la sonrisa traviesa, los labios sensuales, si, aquel que se parecía a una muchacha, el de los tejanos―; dijo el mas joven, al mas viejo…

Luego el más viejo había puesto mas atención en el puberto y también se había estremecido; luego se había apartado del grupo y había echo una llamada, luego volvió con su grupo y con una mirada le había confirmado que todo estaba echo, el paquete seria entregado en Marsella…

Así había sido todo el asunto, como con un grupo de gente se lo habían plagiado y mientras ellos terminaban de su viaje, el chico había sido retenido y vejado hasta quebrantarlo, pero a diferencia de un secuestro a este no le habían tocado un solo cabello ―se requería quebrantarlo sicológicamente para que llegado el momento el solo se sometiera, el Jeque Califa lo requería integro. Y la estrategia había dado resultados,tanto que ahora estaba manso como un coderito, allí recostado, adormilado, cansado de tanto lloriquear, con su cabeza en su entrepierna, con su mano acariciando su cabello, oprimiéndola contra su hinchado sexo, provocándose oleadas de placer, su otra mano acariciando sus hombros y su espalda, escurriéndola hasta su traserito, como sus dedos hurgaban en la raja de su culo hasta tocar su orificio que parecía estremecerse, como si quisiese ser atendido ―con que gusto se lo tomaría allí mismo, solo tenia que levantarle la "thawb" levantar sus piernitas de muchachito y ponerlo a horcajadas, abrirse la cremallera y sacar su miembro erecto, babeante e introducírselo en esa cuevita, tragar su lengua, abrazarlo y comenzar a montarlo, así medio dormido se le hacia tan depravado con su pene saltando cada vez que se lo envestía, como sus contracciones le avisaban que estaba apunto de tener su orgasmo y como con un gemido callado se había derramado encima de su camisa blanca y el chiquillo en la "thawb" como sus labios buscaban los suyo, y luego se los comiera todo desesperado, hambriento, mordiéndose hasta hacerse daño― ah, que rica fantasía, si su Señor era dueño de todo, esa su fantasía era solo de él, de nadie mas que de él.




Habían entrado en las inmediaciones de los territorios del Jeque Califa Emir; el Palacio apostado en medio de una isla verde se divisaba desde la Avenida principal, muy junto al lago, con varias fincas mas alrededor de esta, estas eran mas pequeñas pero igual de fastuosas, eran como un mismo conjunto, como partes anexadas al Palacio principal: El muchacho seguía allí dormitando; el coche se detuvo un poco mas alejado de los coches principales, justo en la entrada de uno de los anexos, en la entrada principal del Palacio; allí se podía ver como un hombre muy alto salía del coche principal, vestido a la usanza occidental, seguido de una mujer que no se le podía ver el rostro ya que traía la vestimenta árabe, tras de esta venían dos hombres jóvenes, vestidos de igual manera, mas allá cinco mujeres hacían lo mismo -al frente del Palacio los jardines, el lago y muy a lo lejos los suburbios de Emiratos Hills, Marina Dubai y mas allá La Palma Jumeirah…

Los días pasaron y su vida pasada quedaba más y más lejana.

Poco a poco se le fue borrando de la mente su anterior existencia:

Sus días pasaban del estudio a paseos por esa parte del palacete, que a veces se le hacia como una prisión solo que sin celda y sin cadenas; cada día se aventuraba a explorar más y mas allá, pero era interminable, era como una Ciudad en si misma; las veces que por casualidad se encontraba con alguna puerta, esta daba a la parte de enfrente o al otro extremo en donde estaba otra construcción, que parecían las caballerizas, del otro lado yendo al Palacio principal había un estanque fabricado a lo largo de toda la construcción, también con jardines, lo cruzaba un puente indudablemente iba de salón a salón; generalmente las puertas eran altas, selladas y con guardias a los dos extremos, podía acercarse y ver la vista desde allí; cuando alguien no autorizado se acercaba los guardias permanecían inmutables pero cuando alguien importante lo hacia, los guardias lo flanqueaban y las puertas se abrían por arte de magia o por la tecnología que era lo mas seguro, -esto lo pudo comprobar cuando Ali entraba, antes de que este llegara, la puerta se abría por si sola-, muchas veces cansado y aburrido se acercaba mas seguido al lado donde daba la vista al Palacio y pudo ver del otro lado del estanque a dos jóvenes de su edad, que eran muy atractivos, con ojos grandes narices afiladas labios sensuales mentones fuertes, piel como la arena, altos y esbeltos, con portes como de príncipes, indudablemente eran los herederos de el Jeque Califa Abdul Ali, hijos de la primera esposa…

El palacete tenía varios salones de recreo, una biblioteca, un comedor central, una piscina techada, su habitación era suntuosa; aparte de sus horas de estudio los tiempos que mas le gustaban eran los que el concubino mayor le daba, eran los de las seis de la tarde, donde Ali le enseñaba las sagradas artes del amor…

Estas clases lo llenaban de curiosidad, siempre las esperaba con ansias y antes de que dieran las seis de la tarde, hora en que llegaba, con su olor tan peculiar que se extendía por toda la cámara como brisa nocturna, él ya estaba en el salón de clases: Le ponía tanta atención a todo lo que le enseñaba, con su "thawb" que le sentaba tan bien, con sus hombros anchos, con sus manos grandes y fuertes, pero a la vez delicadas, sus pies enormes en unas sandalias de gamuza con sus dedos inmaculados, podía escurrir su mirada y alcanzar a ver los vellos de sus tobillos -se estremecía al imaginárselo desnudo solo con el "ghutra" como prenda, velludo como era, con sus piernas fuertes sus muslos como dos columnas, su sexo enorme como una asta, sus huevas replegadas, el vello al ras, el abdomen plano, los pectorales como montículos, los hombros fuertes, la espalda ancha levemente curvada, el culo prieto- él tendido en el lecho al ras del suelo en un cojín gigante; el concubino de rodillas, con su sexo en la mano muy cerca de su boca que esta como en un puchero, como en un desgano, como si en realidad no quisiera y su esencia que le llegaba hasta las membranas mismas invitándole a probarlo, luego con su mirada le decía que se lo pusiera en la boca de poco a poco, no, no con sus manos, solo con su boca, si, primero la cabeza, allí debe poner la mayor atención, ya que es la parte mas sensible del miembro masculino, puede jugar con su lengua con el frenillo, también puede poner atención en la parte de arriba, puede pasar su lengua, sus labios, luego si gusta puede meterlo todo hasta donde pueda recibirlo su garganta -poco a poco aprenderá que puede abrir toda la garganta, y con ella hacer succión, su Señor agradecerá su iniciativa, no olvide también atender sus huevas estas requieren de caricias, cuando estas se hinchan y se contraen…

_¿Te pasa algo Alexis? Desde hace rato te noto distante. Será que te estoy cansando, te has alimentado bien… ¿Dime, tienes algo?

El muchacho rojo como un tomate bajo la mirada avergonzado.

Dice:

_El calor me esta sofocando…

Ali lo miro incrédulo.

Lo escaneo tan rápido como pudo, luego sonrío malévolo:

_¿Qué tipo de calor tienes que te a puesto el pene como una asta? -se le paro en frente inquisidor con las manos a cada lado de las caderas, la espalda alta encorvada y el culo metido, su mirada iba desde su entrepierna hasta la mirada del muchacho, que no dejaba de mirarle idiotizado.

Dice:

_¡Acaso este es el motivo de tu calor! -movió la cadera de un lado a otro y la mirada le seguía-. ¿Dime con sinceridad, te has masturbado en estos treinta días, has tenido alguna noche sueños húmedos, te has acostado con alguno de tus compañeros?

El muchachito temeroso por la acusación se a poco más y más -le había dicho que su señor no le gustaban los muchachos activos-, asustado mintió, no quería que lo castraran.

_No, no Señor -dijo.

_¿No, Señor que?

_No he tenido nada de lo que usted afirma…

_Yo no he afirmado nada Alexis, solo pregunte… Estas en la edad de que las hormonas te revientan, pides a gritos que te atiendan, abstenerte por una semana es para ti un gran sacrificio, ahora no quisiera saber que pasaría en un mes…

Tomo una silla y la coloco frente a donde estaba, luego se sentó -acercó mucho su rostro al de él, casi podía besarlo; lo abrazo con su brillante mirada.

_Sabes por que tu Señor no castra a sus esclavos -negó con la cabeza- por que piensa que hombre que disfruta de otro hombre es muy placentero, sobre todo cuando su pene esta levantado y de tanto ajetreo que se corre, es de culturas, de por si…

El muchacho lo mira inquisidor.

Ali se repliega en la silla, con los brazos cruzados, lo mira burlón.

Dice:

_Si, ya sé qué en el yate te dije lo contrario, pero eso es solo por decir algo, es parte de tu aprendizaje, eres un chico inteligente, aprendes rápido, sabes lo que te conviene y lo que no… Deja de preocuparte, no te van a castrar, eso ya no se usa, pero no te voy a mentir, te pueden castigar…

Sabía que Ali se sentía atraído por él, imposible que lo negara, pero su enseñanza solo consistían en teoría, no lo ponía en practica, indudablemente respetaba las jerarquías: Sabia también que eso de tener encuentros con alguno de sus compañeros era imposible, ya que siempre estaban vigilados por guardias y aun que se encontraran de vez en vez ya sea en los jardines del interior, en el comedor, en la piscina, en la biblioteca o en los salones de estudios jamás habría forma de intimar con ellos, el mayordomo y los sirvientes que los atendían estaban castrados; así que quizá lo que Ali quería era saber que le gustaba estarlo mirando, que su presencia lo ponía caliente…

Después de ese suceso Ali había dejado las clases y le había dicho que se fuera a sus aposentos a descansar, que esta noche seria muy larga y definitiva…

No supo cuanto descanso pero cuando sus ojos se abrieron ya había oscurecido y se escuchaba un ajetreo en la habitación de aseo, también escuchaba voces muy quedas, en el recibidor habían encendido una lámpara con una luz muy tenue… Quiso seguir durmiendo pero una sombra en uno de los costados no dejaba de mirarlo, lo ponía nervioso su quietud, le exasperaba su mirada impersonal, que no se mira si…

Luego todas las luces se encendieron y todos los sirvientes se reunieron a su lado, en espera de que les diera ordenes -adivinaba que pasaba algo- los sirvientes comenzaron a dispersarse, cada uno en sus deberes, mientras que lo miraba desde su lugar con su voz serena, se dirige a él.

Dice:

_Hoy será tu gran noche, ya estas listo, no me defraudes -será bañado, peinado, será acicalado desde adentro hacia fuera.

Abdul Ali lo estará esperando en la cámara central:

Tenía rato que esperaba en la antesala del salón principal; los sirvientes le habían echo un magnifico trabajo en todo su cuerpo, el vello había sido recortado casi al ras, bajo la "thawb" solo traía un taparrabo, cogido con un cinturón, brazaletes en los tobillos y en las muñecas, un collar en el cuello, todo en oro y piedras preciosas, bajo el "ghutra" traía también una diadema, la vestimenta en seda y satén era indudablemente la propia de un esclavo de alto rango; su cuerpo había sido acicalado con infinidad de esencias entre ellas una muy conocida, una que le sabía a sándalo y brisa de mar, el cabello rubio fue peinado como el de un ángel -el olor de Ali le evocaba a un viento que se le impregnaba en la piel y en todos los sentidos-. Por fin se encontraría con el personaje que lo había comprado, había llegado su noche, como le había dicho; muchos sentimientos encontrados le cruzaron por la mente, todos los que en un mes y medio le habían pasado por la mente -pero como también le había dicho, que si manejaba las cosas con inteligencia saldría ganando, no sabía con certeza cual sería la ganancia, pero tenía que pensar en su futuro y si eso conllevaba tener que someterse a los deseos de ese personaje, así lo haría…

Ali estaba en el quicio de la puerta del salón principal, inmutable, otro de los sirvientes lo flanqueaba con una elegante bandeja de té, mientras que caminaba con garbo hacia el salón lo miro y le sonrío, la puerta se abrió y el sirviente le dio la bandeja -esa parte del salón le pareció exageradamente elegante, como todo lo que rodeaba a esas personas, demasiadas riquezas a la vista abrumaban los sentidos, nunca en su vida pensó que pudieran existir tales cosas…

Si, ahí estaba sentado en cojines en raso y satén en llamativos colores al ras del suelo; miraba hacia una gran pantalla de alta fidelidad -cuando la puerta se cerró el Señor se dio cuenta de su presencia, pudo ver su rostro a tres cuartos y era muy atractivo; hizo una señal con un dedo que se acercara- muy solemne se fue acercando, había un taburete también al ras, puso la bandeja sobre el taburete y se dirigió hasta estar muy junto al hombre, e hizo una reverencia y así se quedo en sumisión absoluta…

Sin mirarlo:

_Te han preparado a conciencia, Ali es experto en estos menesteres, Anda muchacho, levántate…

La voz de ese hombre sonaba sensual y arrulladora:

Sirve el té…

Con firmeza y decisión vertió el liquido en unas raras porcelanas, que no eran occidentales, pero si muy finas, le acerco una y la tomo con destreza; pero pudo darse cuenta por el rabillo del ojo, que era una mano grande, masculina, sensual, una mano con personalidad, una que sabía acariciar, que sabía llevar a clímax, que podía llevarlo a uno a pensar en cosas pecaminosas, por su parte bajo la cabeza a un grado de sumisión, en espera de una nueva orden -él por su parte sigue a tres cuartos, esta sonriente, esta calibrándolo dándole tiempo a que tome confianza, no había duda Ali había llevado acabo un trabajo admirable, como todo lo que hacia; llegado el momento, llevara a buen termino su ultima voluntad.

Su enseñanza estaba en cada uno de los gestos del muchacho; podía adivinar de reojo, que se sentía atraído por Ali, a la vez pudo ver que algo perverso llamaba su atención, algo en su cuerpo, en su cabello como el sol, en su piel dorada, en sus ojos grises, en sus labios sensuales, en esa manera tan de él, entre sensual y sexual aunado a su aparente inocencia. El mismo se sentía seducido desde que lo vieron en las galerías, caminado y viéndolo todo, juraría que el chico ya se había percatado de su presencia, como en una ocasión en que los grupos se cruzaron en una galería, el chico maliciosamente pego su cuerpo al de los dos, pudo sentir su olor todavía de niño, todavía sin espigar, todavía con la inocencia en su mirada, pudo ver que el chico había dejado caer su mirada con descaro y como sonreía con perversidad, como seguía caminando aspirando su olor, su olor a sándalo y brisa de mar -luego como Ali se le había ocurrido robárselo, tenerlo cautivo en un lugar donde le hicieran entender que si no ponía de su parte la pasaría muy mal, él se encargaría de todo-, Ali era brillante en lo que se refería a esos menesteres, siempre tenía ideas brillantes y siempre se salía con la suya era un amigo admirable y si había echo tanto por su familia, y por él en todos estos años, que era tiempo de que le retribuyera un poco de su abnegación…
Sin mirarlo le indico que se sentara muy junto a él:

_Ven muchacho, siéntate aquí, junto ami…

El muchacho, se sentó muy junto a su Señor.

_¿Como te llamas muchacho?

_¿Alexis Señor?

_¿De donde eres Alexis?

_De Boise, Idaho, de las montañas, Señor…

_Hablas alguna otra lengua…

_No Señor, solo ingles…

_No importa, Ali habla siete lenguas… ¿Que te parece mi ingles?

_Excelente, Señor…

_Que te parece Ali, me refiero a como te llevas con él…

El muchacho pareció no entender, guardo silencio, demasiado, como si se estuviera pensando muy bien en lo que iba a decir, mintió descaradamente, dice:

_Es una persona muy culta… Honorable, integra, respetuosa…

_¡Solo eso! Que te ha contado de él…

_Nada, solo lo indispensable -dijo que tenía quince años al servicio de su Señor, nada más.

_No te contó que tiene dieciséis años a mi servicio, que era un chiquillo que perteneció a las altas jerarquías de este país , que su familia cayó en desgracia y que fue exiliada…

El tenía veintitrés años venía del norte cuando sucedió, su padre era un alto jerarca de una provincia del norte, los nombramientos se hacen por sucesión o por influencias, un mensajero había llegado al palacio de su familia, trayendo una noticia, el padre había dicho que preparan todo, la caravana saldría por la tarde, al otro día llegaron a Dubai, fueron acomodados en un palacete, al otro día toda la comitiva se dirigió hacia el Parlamento y ahí estaba la familia real en el ojo de todo el Parlamento, era una familia grande, muchas esposas, muchas concubinas, muchos esclavos, muchos hijos y ahí estaba Ali, con su rostro de dignidad, muy alto, con el porte de un príncipe por que era un príncipe, sin corona, pero lo era; había ido a los mejores colegios de Europa, las mejores escuelas del país, todo de lo mejor, sabía muchas cosas, cosas que él, no sabía era un gran orador, sabía historia, matemáticas, geografía, economía, política, lenguas extranjeras. Su padre como buen conocedor de talentos le hizo una oferta al padre de Ali a cambio de perdonarle el adeudo se quedaría con el príncipe heredero con promesas de que continuaría instruyéndolo, con un servicio de veinte años, al cumplirse se finiquitaría el adeudo y podría reunirse después con ellos en el exilio…

Es como su adeudo; solo que este será por cinco años:

_Vamos muchacho, no lo veas como una tragedia. Podrás vivir una vida cómoda llena de privilegios, podrás viajar, estudiar, vestir las mejores ropas, los perfumes mas caros. Es una oferta muy tentadora, cualquiera querría estar en su lugar…

El chico no dice nada, guarda silencio.

Todavía no se ven:

Le dice que se acomode muy junto a él, es allí donde se giran y por primera vez después de todo ese tiempo lo tenía enfrente; podía ver sus ojos grises brillantes, escurrir su mirada hasta su alma, lo que vio le estremeció, era mucho más bello, y como estaba se le hacía como un querubín, con sus ojos muy a bajo…

_¡Ahora sube la mirada Alexis, mírame!

Subió poco a poco la mirada y lo que vio lo estremeció.

Allí estaba el rostro mas hermoso y varonil que sus ojos hayan visto, los ojos más azules, más que el cielo, más que el mar, más que todo lo azul que existiera en el mundo, tal vez lo único que rivalizaría sería el zafiro, con ese cabello negro como el azabache, las cejas pobladas y rectas, la nariz afilada, los labios sensuales, el mentón fuerte -ahora entendía muchas cosas, ahora entendía por que Ali vivía enamorado de ese hombre cuya atracción era como el mismo misterio del desierto, la piel como la arena…

La mirada que lo abrazaba como si fueran brazos, su sonrisa que se le escurría, allí tan dueño de si mismo…

Tan fuerte y a la vez tan desvalido:

_Dios Santo, no sé, eres un niño… No sé si podré… No sé si podré contenerme… Eres tan bello…

_¿No podrá que, Señor?

_¡Si podré, no enamorarme más de ti!

El hombre se arrobo, estaba sufriendo.

El le tomo de las manos las acaricia, luego las pone en su pecho, las guía, se acaricia con ellas, el hombre se estremeció, el muchacho se arrobo hasta quedar adormecido, sus ojos medio abiertos, sus labios entreabiertos, luego se destrabo los botones; botón tras botón todos los botones de la "thawb“, luego se la saco quedando solo con el taparrabo…

_Quiero que te vayas a tus aposentos…

_Pero Señor…

_¿No digas nada, regla numero dos, no pongas objeción? Con el tiempo me lo agradecerás, anda, acábate de ir y dile a Ali que venga…

Tenía rato que había llegado a su habitación, Ali le había dicho que el Jeque Califa Abdul Ali era un hombre difícil, con ideas muy extrañas, con arranques todavía peores, ese día había sido difícil… Tenía que prepararse, mañana sería su primera salida del palacio, le habían dicho que irían a montar… La idea le reconforto por fin haría algo que le gustaba, además Ali estaría allí, y se miraba tan guapo montado en su caballo azabache, muy juntos, con toda su gallardía, con su olor en el aire del desierto, con su mirada insinuándole cosas, llenándole el oído, haciéndole estremecer, sintiendo cosquillas bajo la silla del caballo restregándose en su culo, cada vez que lo miraba… En una complicidad secreta de ellos, muy intima, de los dos…

La puerta de la recamara se abrió como por arte de magia.

Ali entro con la mirada turbia:

_¿Que fue lo que hiciste para que Abdul Ali te mandara a tus aposentos?…

_Nada Ali, te juro que seguí todas tus indicaciones al pie de la letra… Pero el Jeque Califa tenía en el rostro un malestar… Parecía estar de momento muy sonriente, luego de pronto le volvía el sufrimiento y me dijo que con el tiempo se lo agradecería… Yo quise complacerlo, pero no me dejo…

_¿Nada más?

_¡Me pregunto por ti!… Que, que opinión tenía de ti, que como me parecías como persona… yo le dije la verdad…

_¡Que verdad, según tu Alexis! No le habrás contado nada, verdad…

_No, nada en concreto, pero creo que se dio cuenta que yo te gusto…

_Que tu me gustas… De donde has sacado semejante estupidez…

_Yo pensé… Que tu… Que yo te gustaba…

_Escúchame bien pedazo de imbécil. Tu no piensas, Tu no sientes. Tu no eres nadie, nada, me entendiste…

El muchacho bajo la cabeza -sus palabras eran como puñaladas, hubiera sido mejor que le arrancara la ropa y le diera de fuetazos en la espalda, las palabras le calaban en el alma, lloro, como si fuera un niño; bueno todavía lo era-, quizás había mal interpretado muchas cosas, pero no podía dejar de sentirse desgraciado, tal vez lo que habían querido, era que diera más de si, tal vez era un premio, un regalo para el viejo Sultan…

La idea lo hizo sentirse más desgraciado y más desolado, lloro y lloro…

Ali lo miraba inmutable desde un pedestal, desde donde el muchacho no podía verlo, desde la postura de un sultán, escudriñando en su alma y sus pensamientos -lo que descubrió le hizo sonreír-, no había duda, estaba enamorado. Siempre lo supo, desde aquella primera vez en que se cruzaron en la galería, como su mirada se había cruzado con la de él, como con descaro la había dejado caer hasta su entrepierna, luego la había levantado y sonreído, como su mirada gris brillaba cada vez que lo veía, como, como un loco buscaba encontrárselo a cada rato, como sin reparos se replegaba y aspiraba su olor -lo había visto todo y siempre que estaban juntos se ponía muy contento-, como sufría cuando le decía que tenía que entregarse a su Señor…

_Deja de llorar como un niño a tu edad yo ya era un hombre con un país en mis costados… Con lloriquear no se gana nada… Ven siéntate junto a mi…
Muy junto a él:

Así el muchacho se sentó muy junto al concubino y poco a poco se fue calmando -su olor se le colaba hasta las membranas mismas, su calor lo reconfortaba tanto y se sentía tan bien que no le importaba que fuera un esclavo más, que no le importara que llegado el momento tendría que entregarse al viejo sultán… Por estar con su Ali unos cuantos momentos le valía la pena el sacrificio…

Luego Ali le puso una mano en el muslo, el chico se estremeció -el Jeque Califa le había dicho que llegado el momento, el terminaría por agradecerle ese gesto-,con destreza le había quitado el "thawb" no tenía nada debajo, temblaba como un pollito, su piel estaba fría, indudablemente estaba todavía nervioso -el sonrío satisfecho, lo tomo por el mentón y lo halo hacia si-, estaba tan entregado a su voluntad que no tenía que forzar nada, de cualquier manera se entregaría, tenía sus ojos cerrados sin una sola prenda que lo cubriera, tumbado allí, con sus manitas enlazadas en el pecho, sus piernas muy juntas, su sexo echado para un lado algo morcillón, echado en uno de sus costados -él comiéndole su cuerpecito con la mirada, tan distante de la suya, con sus piernas tan velludas que le iban hasta su sexo y más allá en una línea hasta su ombligo, tan lleno de músculos, a sus veintiséis años, lo era, todo un hombre, tan de hombre…

El muchacho por el contrario tenía la piel como la seda todavía con su cuerpo como de niño, todavía sin espigar, todavía sin vello en el rostro, todavía sin vello en el pecho, aunque con su sexo grande, grueso como nunca hayan visto sus ojos -todavía sin haber tenido su primera experiencia, era aun virgen, de allí que a sus catorce años todavía tenía esas formas tan particulares que lo enloquecían hasta babear toda vez que lo tenía enfrente, que le ponían el pene como una asta, como ahora, oliendo su olor a bebé, con su cabello dorado con el corte moderno, algo medio largo, allí tendido como un querubín, besando sus hombros, restregando su sexo enhiesto en su colita parada, con sus manos acariciándose, enroscándose en sus brazos, con el dedo del medio entre sus labios, chupando y succionando su otra mano dándole gusto a su joven polla, su cadera moviéndose, besándole la nuca, dejándose hacer por el chiquillo perverso que iba, que venía por todo lo largo y lo ancho de su tranca, hasta que sintió algo caliente y viscoso que le lleno la mano-, el chico se estremeció, se estoco aún más y lanzo un aullido con ese su primer orgasmo, el primero y con él, que lo estremecieron hasta la medula, sus labio buscaron los suyos y por primera ves lo beso… Lo que sintió le estrujo…

_¡Te amo!…

_¡También yo!

_Pero no puedo amarte, Alexis…

_¿Por qué no?

_Soy un Jeque Califa, el próximo en la línea al trono de la Casa Real, Alexis…

_De que hablas…

_Te he mentido todo este tiempo…

_¿Cómo…?

_La idea de robarte fue mía… Desde que te vi caminando en el museo no pude apartarte de mi mente. Todo el tiempo estuve pensando y pensando…

_¿Quién es entonces Abdul Ali?

_Soy yo, el hombre al que conociste es mi mayordomo personal. Deseaba que tu vinieras a mi por tu propia voluntad, que tu lo desearas, perdóname, quería que tu sintieras lo mismo que yo, quería que te enamoraras de mi, no por lo que soy, si no por lo que siento…

_Yo te he amado desde siempre, desde que te vi con tu traje gris, con tu piel como la arena, con tu cabello como el azabache, con tus ojos verde agua como algo imposible, con tu cuerpo como estatua viviente, con tu sexo, con tu olor a sándalo y brisa de mar…

_¡Por mi sexo… Por mi olor, como!

_Tu olor me cautiva, tu sexo me vuelve loco, hace que me suba un cosquilleo por aquí -dice toqueteándose el sexo, que otra vez estaba levantado y le aventó la colita hasta chocar contra su entrepierna, se restregó allí…

_Ahí me estalla, si allí…

Se pego a su cuerpo y así se quedo aspirando su olor; se durmieron abrazados soñando que cabalgaban en el desierto, con el aire que les pegaba en el rostro, el muchacho lloraba, el viento se llevaba sus lagrimas y de vez en vez el Jeque Califa lo miraba desde su montura con el "ghutra" que le ondeaba, su sonrisa y su mirada clavada en la de él… La arena y las montañas rocosas le parecieron a su pueblo, al verde que se miraba desde muy lejos, sintió que lo amaba desde hacía mucho y su mirada le decía que era correspondido, ya no tenía miedo, ni se sentía desolado, un rayo de luz se miraba a lo lejos, sintió que era amado…

Era de día cuando se despertaron, todavía abrasados, todavía con su olor en el ambiente, con su calor que le producían escalofríos, con su sexo que se le escurría -él se pegaba cada vez más y más a su cuerpecito, lo enlazó con sus brazos, aspiro su olor a bebé, le beso las orejas y le decía cosas al oído.

Le dice muy quedito:

_Esta noche habrá una gran fiesta, en el salón del palacio principal, tu estarás allí, habrá gente muy importante, Karim estará siempre a tu lado, si alguien te pregunta dirás que eres invitado de mi mayordomo, entendiste…

_¿Quien es Karim?

_El hombre que conociste en el salón, mi mayordomo… Te vestirás de acuerdo a la ocasión…

Se le pega más y lo atrae hacia si; como si quisiese fundirse en él, como en uno solo:

_Terminada la ceremonia yo vendré a visitarte. Quiero que estés listo, no preguntes nada a nadie. Si te cabe saber que la mujer que viajaba en el yate es mi madre, mi padre es el Jeque Califa Emir de Dubai, mañana será mi ascensión al trono de la Casa Real y mi casamiento; los jóvenes que has visto son mis hermanos y las mujeres en la caravana eran mi prometida y su madre, y demás damas… Esta claro…

El muchacho afirmo con la cabeza; pero no pudo evitar no estrujarse, volvía a ver su futuro incierto y oscuro, volvía asentirse desgraciado -algo no estaba claro, cómo fungía él, que hacia allí, se lleno de una incertidumbre que le produjo un escalofrió e inremediablemete lloro.

El sintió su estrujamiento y su llanto muy intimo, lo abrazo y lo reconforto, dice:

_No llores, todo estará bien, aunque ascienda al trono esta noche y me case, tu seguirás aquí, tienes que confiar, nadie te apartara de mi… Incluso si llegara a pasar algo…

_¿Qué Ali?

_Si llegara a pasar algo Karim, se encargaría de ponerte a salvo… El tiene indicaciones de ponerte en un avión que te llevara a Londres y de allí a Nueva York…

_Pero yo no quiero separarme de ti…

_Escúchame bien Alexis, tienes que entender que desde mi posición… No puedo darme el lujo de tener a un hombre como amante y menos a un extranjero, el cual me lo rapte… Es difícil de entender…

_Y yo que hago, que hago con lo que siento…

_Perdóname Alexis…

_Me vas a dejar Ali…

_No eh dicho tal cosa Alexis, pero la gente se hace preguntas, hay cosas que no pueden ser y una de ellas  es lo que estamos viviendo…

El muchacho se removió y se puso frente a él…

Ali llora:

Su llanto es tan callado que de no haberse girado no se habría dado cuenta del dolor que en ese momento sentía su amante, sus lagrimas corrían por sus mejillas del color de la arena, tenía sus ojos abiertos de un verde agua imposible, su gesto es de dolor; se estrujo al ver su dolor en el rostro, beso sus mejillas y lamió sus lagrimas, lo abrazó, lo acuno, se quedaron allí muy juntos en uno solo…



El salón estaba lleno de gente; unos con ropas occidentales, otros con las típicas "thawb" pero todos recargados de ostentosas riquezas: Había vino, bocadillos, el salón se había dispuesto para una fiesta, una y exageradamente elegante…

Tenía rato que lo observaba desde su lugar y desde donde el Jeque Califa también lo podía ver, con ese su gesto de impresión; con su "thawb" de gran gala, los esclavos lo habían acicalado con esmero, con el "ghutra" que le enmarcaba el rostro, se miraba tan bello, con la ropa que le sentaba tan bien, se comportaba como un verdadero árabe, con su piel dorada, su cabello como el sol, con sus ojos grises brillantes, sentado allí en ese sofá, comportándose como un verdadero príncipe. Con el obediente Karim que lo flanqueaba como si fuera el verdadero Jeque Califa, su mismo señor -intuyo que un secreto deseo se escondía en el alma de su mayordomo, también lo amaba, su mirada y su abnegación le decían que era verdad…

Alexis miraba de vez en vez hacia el lugar donde estaba el Jeque Califa rodeado de su corte, de la familia real, de los miembros de su gabinete, de toda la gente importante, también estaba su prometida y la familia de esta, no pudo distinguirla por que esta estaba flanqueada por sus damas, pero si pudo ver que Ali estaba tan gallardo como el primer día que lo pudo distinguir, sentado en el trono del sultán con toda la gente que lo aclamaba, se estremeció, cuando sus miradas se cruzaron y pudo ver una sonrisa muy sutil que le provocaron un escalofrío y un cosquilleo, Karim se había desaparecido y podía regodearse a sus anchas con sus coqueteos a larga distancia -el sultán era tremendamente descarado y no tenía ojos para nadie que no fuera para su muchacho extranjero y realmente nadie ponía atención al muchachito allí sentado, tan a la distancia de la familia real… Solo ellos dos sabían el secreto de su amor y así estaba mejor…

Hacía rato que un muchacho con buena apariencia lo veía de reojo, vestía la vestimenta típica árabe -se le veía pensativo, inquisidor, mirando a través de la cortina de humo, preguntándose que hacía un muchacho extranjero allí en la ascensión del Jaque Califa Emir y por demás demasiado joven, tal vez tendría su edad, pero lo realmente extraño era que no apartaba la mirada del Jeque Califa Emir de Dubai, su hermano mayor-, una curiosidad le invadió y aunque aparentemente todo parecía imperceptible había un intercambio de miradas -había escuchado entre la gente del servicio que había un invitado en uno de los anexos del palacio y aunque estaba prohibido meterse en los asuntos del su hermano y sultán tenía que salir de dudas de por que estaba ahí, adivinaba que algo turbio se cernía en el ambiente, tenía que descubrirlo costara lo que costara…

_Hola…

Dijo, tratando de ser cortes, comenzando a sondear el asunto -pudo discernir que era muy atractivo, demasiado para ser cualquier invitado y menos el hijo de alguno de los ejecutivos invitados; había algo realmente extraño.

_Te encuentras bien atendido…

El muchacho levanto la mirada y sintió que un raro presentimiento le araño todo su ser, esa voz se escuchaba muy parecida a la de Ali, con la leve diferencia de que era más joven y todavía más su apariencia, le evocaron a las de su amante, parecía mirarlo con un gesto de picardía, como si quisiese escudriñar más allá de su ser -su mente recordó algo que Ali le dijera ese mismo día por la mañana; de que no hablara con nadie…

El joven no dejaba de escudriñarlo y sus insinuaciones eran cada vez más concretas…

Se aposto inquisidor:

_¿Qué hace un muchacho como tú, aquí?

_Yo, usted me esta preguntando, a mi…

_Si, me refiero a ti… Qué haces aquí… Qué hace un extranjero como tu aquí…

_Que tiene de raro, que yo este aquí…

El muchacho con piel como la arena sonrío, como no creyendo lo que escuchaba:

_Esa no es contestación para alguien de mi clase… Aquí hay algo muy raro y lo voy a descubrir…

_No sé a que se refiere…

_No te hagas el tonto… Sabes a lo que me refiero…

_Karim, no me ha dicho nada…

_Karim… Que tiene que ver ese sirviente inútil…

_Deseaba algo el joven…

Los dos muchachos miraron a hacia donde venía  la voz -parecieron sorprendidos:

_Sucede algo Alexis…

El muchacho sonrío, luego miro al muchacho árabe, dice:

_Nada en particular, solo me estaba preguntando que, que hacía aquí, le decía que tu me habías invitado, no es así…

El hombre miro al joven árabe:

_No, debería meterse en los asuntos de su hermano…

_¿Tú, un día no muy lejano pagaras caro, esclavo?

_Si, pero mientras eso llega, ocúpese de sus asuntos…

El joven árabe se alejo refunfuñando.

Karim flanqueo al muchacho, sin mirarlo:

_¿Qué fue lo que te pregunto?

El muchacho sin mirarlo:

_Quería saber que hacía aquí… En concreto quería saber lo que ya sabemos…

_Ten cuidado, Mohammed Alkarim siempre a envidiado a tu Señor y así como lo vez, te aseguro que le daría un tremendo gusto que Abdul Ali, perdiera el trono…

El muchacho se estremeció y a lo lejos pudo ver que su amante tenía un gesto de preocupación, su antes sonrisa de satisfacción había desaparecido de su bello rostro…

Hacía rato que había llegado a su habitación, se había quitado la ropa y dado un baño que ya hacía rato que lo esperaba; cuando había entrado un olor a flores y esencias aromáticas le habían invadido las fosas nasales, se había zambullido en las tibia aguas con infinidad de exóticas flores, que le acariciaron la piel produciéndole un extraño estremecimiento, a su mente le venían las caricias que a cada rato le hacía el Jaque Califa, unas caricias que lo llevaban a la cúspide de la locura, tanto lo estremecían que a cada rato su bulto en la entrepierna crecía, el solo recordarlo lo excitaba, como ahora que yacía tumbado boca abajo en ese lecho en sedas y satenes rodeado de tules, apenas cubierto con una sabana -esperaba que su amante cumpliera su promesa-, la poca luz que lo iluminaba hacía que su bello cuerpo se distinguiera con nitidez y su piel dorada brillara aún más…

Dormitaba cuando el viento que entraba por la ventana movía las cortinas y los tules, y le traía consigo un olor a sándalo y brisa de mar, sintió en sus ensueños un estremecimiento que le corrió por la espina dorsal y se le desparramo -sonrío- su entrepierna estaba crecida y su culo levantado…

Desde la penumbra en un rincón unos ojos verde agua imposible se deleitaban con la escena; el depravado puberto sonreía y se meneaba como una culebra, con la cola levantada y su enorme sexo todo despierto -si escurriera su mirada hasta más allá podría ver que su orificio estaba bien dilatado y listo para recibir a cualquier intruso, podía palpar su calor y su olor en el ambiente todavía como de bebé, podría palpar sus suaves carnes toda vez que lo miraba así le hacían crecer la entrepierna, como ahora totalmente desnudo, con sus manos jugando con su sexo y sus huevos en espera de quien sabe que-, podía denotar su sonrisa; que sería lo que estaba soñando su pequeño para causarle tales efectos; se encamino hasta el lecho y muy despacito se acostó a su lado, se le acerco tanto que sus pieles se tocaron, podía sentir el calor de su piel, la palpo húmeda y un calor abrasador hizo presa de sus deseos, le apunto su herramienta hasta la entrada de su orificio, el calor que le rodeo su sexo le hizo estremecer y le metió la puntita, le beso el hombro y le empujo otro tanto -se contuvo- su mano le corrió por la cadera y la rodeo muy suave, muy lenta hasta que sintió el calor de su joven polla, la tomo con su mano y comenzó un suave vaivén -el muchacho bufo de placer, aún así no se movió, seguía tan quieto como si nada-, por su parte él seguía empujando y empujando hasta que ya no había nada más que empujar, su mano seguía con su vaivén y sus labios en su espalda, en su cuello; comenzó a moverse muy suave, muy lento, su entrepierna contra sus nalgas -un pujido lo hizo detenerse -si, así dame más…

Atrajo su cuerpo y con su otra mano le atrajo de la barbilla hasta su boca.

Dice:

_¡Travieso, estuviste todo el tiempo despierto!

Sonríe y se deja besar:

_¡Le aseguro que no mi Señor! ¿Le aseguro que no, pero por que para?

_No hay nada que me llene más que estar dentro de ti Alexis…

Entonces, por que no continua mi Señor…

_Quieres que continúe…

_Por favor, mi Señor…

Volvió a moverse muy suave muy lento pero esta vez el muchacho se movía al unísono… Hasta que ya no pudo más y se corrió en su mano, su esencia salto hasta su pecho y sus gritos fueron callados por sus labios -se quedo allí pegado hasta que también se corrió en su interior inundándole todo su ser con su esencia, marcándolo para siempre. Su esencia y sus lagrimas se volvieron una sola; algo le decía que esa noche sería la ultima y no estaba equivocado…

Ya era muy tarde cuando se despertó casi podía imaginar que el sol ya se había ocultado… Pero no quería levantarse, no quería retirarse todavía de esa piel tan suave, su sexo seguía escurrido en su interior, seguía levantado -que diablo de muchacho, como se las había arreglado para mantenerlo allí-, un dolor en el pecho le invadió al recordar que pronto vendría Karim para decirle que todo estaba listo…

Se acurrucó en su cuerpecito:

_¿Ya se despertó mi Señor?

_Si pequeño…

_Que hora es mi Señor…

_Ya es tarde…

_Tomate un baño y te arreglas… Vamos a dar un paseo…

_¿A dónde?

_Por ahí…

Más tarde era acompañado por uno de los sirvientes -le había dicho que se pusiera su antigua ropa, no quiso pensar en nada, se dejo conducir por todo el palacete…

Hasta que llego a la entrada Karim lo esperaba junto al coche, casi cuando estaba por llegar, la portezuela se abrió y ahí estaba Ali, alcanzo a verle el anillo de diamantes que siempre traía, vestía su traje sastre occidental, sus lentes Ray Ban y su cabello engominado, su olor a sándalo y brisa de mar se le venía  como una brisa fresca -estaba callado, casi al punto del llanto y sus ojos estaban cuajados de lagrimas, las que no pudo verle correr por sus mejillas del color de la arena, pero que le caían en su inmaculado traje gris…

El no dice nada pero también llora y diferencia se desgarra; la pena y el dolor le invadieron todo su ser -todos en silencio, el mismo Karim se sentía estrujado por la escena, sabía que su Señor estaba sufriendo por la eminente despedida, no quiso pensar en el sufrimiento del pequeño…

Hacía rato que estaban en el aeropuerto:

El tiempo se acercaba, ya los demás pasajeros habían abordado la nave; Karim los esperaba afuera a dentro el infierno de la desesperación había echo presa de los dos…

_Entiéndeme Alexis…

_Que quieres que entienda…

_No te puedo tener aquí… Necesito de todas mis fuerzas para enfrentarme a lo que va a venir, si te tengo aquí, el miedo me hará acobardar… Soy un Jaque Califa…

_Acaso no me quieres…

_Más que a mi vida, pequeño…

_Entonces…

_No hay más que decir, te iras…

_Por favor…

Lo abrazo con fuerzas; su pecho rugía y no quería irse:

_Por favor, Ali…

Ali lloraba, aún a pesar de sus anteojos el sufrimiento que en ese instante sentía era más fuerte que su razón.

Dice:

_Escúchame bien Alexis… Ponme mucha atención; mi promesa de nunca dejarte sigue en pie… Pero por lo pronto nos tenemos que separar… Te prometo que dentro de muy poco yo iré a tu Ciudad y así siempre que tenga un tiempo nos veremos, aún con el tiempo recorrido jamás te olvidare…

Lo acuno, lo consoló, lo beso…

El hangar era testigo de esos últimos besos de amor de los amantes…

Luego se encamino hacia la nave; Karim iba a su lado llevaba una pequeña maleta -el Jaque Califa salio de su escondite, para verle mejor, para guardar su recuerdo como en una fotografía que se le quedaría por siempre en su memoria… El pequeño iba con la cabeza baja, estaba por pisar el primer escalón de la nave cuando una brisa le trajo ese olor tan peculiar; ese olor a sándalo y brisa de mar, Ali estaba casi pegado a él -como si hubiera escuchado su nombre se viro, si allí estaba con los brazos abiertos, su rostro reflejaba el dolor, la desesperación…

_Te amo Alexis…

_También yo Ali, nunca te olvidare…

_Te prometo que pronto estaré contigo, es una promesa de un Jaque Califa…

_Te creo, te estaré esperando todos los días de mi vida, aún que no sea cierto…

_Créelo por que así será…

Ali lo tomo entre sus brazos y el pequeño se dejo hacer -ese momento fue el más sublime por que pudo llevarse su calor, su olor a sándalo y brisa de mar, tatuado en todo su ser. Por su parte el Jaque Califa pudo tatuarse su imagen como en una fotografía, con todos sus detalles, todos en relieve… ¡Para siempre en su memoria!

Ya no hubo mas despedidas la nave había tomado la pista de despegue: Pero todavía estaba allí el elegante Rolls Royce Phantom con las luces encendidas. El pudo verlo llorar en la ventanilla cuando la nave arranco, pudo verlo hasta el ultimo de los instantes, sabía que iba destrozado, viendo la nave que ganaba altura. El pequeño a su vez pudo distinguir el coche, que ya iba por la suntuosa Avenida Sheikh Zayed Road, lo supo por las banderas que ondeaban en el techo del coche; las de la Casa Real…

Se estremeció y lloro.

Lo amaba más que así mismo.

El también iba llorando, siguiendo con la vista la nave que se alejaba, el anillo real no estaba en su dedo…

Estaba en el dedo del corazón del muchacho…

La Ciudad de Dubai solo se miraba como una gran bola de luces; allí se quedo su vida, su amor, su Amante del desierto…


1 comentario:

  1. Lo leí. Me ha encantado sobre todo Ali.
    Felicidades señor Alexis
    Seguiré leyendo

    ResponderEliminar